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Guaguas Guzmán de Gáldar arrienda su servicio discrecional de transporte de pasajeros a Grupo 1844

La empresa mantiene sus líneas regulares entre la ciudad norteña y Sardina

Dos vehículos de Guaguas Guzmán, en las estribaciones de la presa de Chira. LP/DLP

La empresa de transportes de pasajeros Guaguas Guzmán ha arrendando por un periodo de dos meses a su homóloga Grupo 1844 su servicio discrecional, lo que implica la cesión de una flota de 32 vehículos y una treintena de trabajadores.

La firma galdense, que ha ayudado a vertebrar la economía del municipio norteño desde su fundación en el año 1950, mantiene activas en este periodo de dos meses sus líneas entre el centro urbano de la ciudad y el barrio de Sardina, con 16 servicios diarios ofrecidos en siete vehículos, lo que garantiza además la conexión de otros barrios de la localidad como Barrial, Cumbresillas del Faro, Dos Roques, La Furnia, Punta de Gáldar, Bocabarranco, García o El Agujero en las frecuencias habituales.

La denominación fiscal de la sociedad lleva el nombre de su fundador, José Guzmán Sosa, y uno de sus herederos, Nicolás Guzmán, explica que se trata de una decisión de prueba para, en el mes de junio, tomar una resolución definitiva sobre el futuro de la histórica compañía, que puede pasar por seguir en manos de la familia o venderla a un tercero, «pero de momento no se vende», subraya.

Guaguas Guzmán comparte servicio de transporte de pasajeros con la también norteña Guaguas Gumidafe, que se encarga de unir la ciudad de Gáldar con Guía, conectando barrios como La Atalaya, Anzo, Los Sauces, El Agujero, Roque Prieto o La Montaña.

En la página corporativa de Guaguas Guzmán se ofrecen pequeños, pero sustanciosos retales del origen de la empresa, cuando el entonces taxista Josenito Guzmán «se arriesgó a comenzar el servicio de transporte de viajeros en guagua para conectar el pueblo de Gáldar con el barrio de Sardina», un itinerario que amplía a mitad de la década con la conexión de Bocabarranco y Barrial.

El servicio implantado por Guzmán, que contó como socio capitalista con Juan Daniel, supuso una pequeña revolución en el municipio, no en balde hasta que no llegó su primera guagua esos trayectos se hacían a pie. La empresa atesora los nombres de esos primeros pasajeros que se desplazaban «a diario para sus trabajos. Así fue para Modesto y Candelaria, que vendían ciegos. Gilberto Román, para acudir a su barbería. Susita la peluquera y su marido, Chanito Monzón, que fue portero de la Graduada, hoy en día el colegio Fernando Guanarteme». Al elenco se suma «Arístides, que era mecánico y trabajaba en el Albercón de la Virgen de Guía. Mariquita Cardona, que era comadrona y que asistió a muchos nacimientos de Barrial, Gáldar, Nido Cuervo, San Isidro o Sardina».

También guardan los nombres de los primeros chóferes y cobradores, como Juan Francisco Guzmán, Bartolo Pérez, padre e hijo, Pepe Pérez, José Mateos Gil, Juan Macías, Fernando Pérez o Pepe Rodríguez, haciendo especial mención a Josenito Guzmán, hijo, «que en todo momento se desvivió por su barrio».

Tras el fallecimiento del fundador toma el relevo su mujer, Eusebia Montesdeoca que, con sus cuatro hijos se enfrentan en 1975 al inicio de una segunda etapa en la que, once años más tardes, realizan una potente inversión para modernizar la logística y la flota. 

Esa vocación de continuidad se pone a prueba el 4 de octubre de 2001, cuando se incendian las cocheras de Sardina, pero que lejos de claudicar ante los graves daños sufridos, le imprime un nuevo impulso «gracias a la inestimable ayuda de muchas personas y empresas y a la unión y las ganas de la familia».

Fruto de ese empeño fue la construcción de una nave industrial en el polígono de San Isidro hasta llegar a la flota que han logrado hoy en día.

Una historia similar es la de Grupo 1844, que deba su denominación al número de matrícula de un Buik de 1932 propiedad de Antonio Díaz Hernández, bisabuelo de su actual gerente Óscar Díaz Reyes.

Una vez fundado el taller Los Ríos, en La Calzada, la flamante sociedad Transportes Díaz Hernández S.L. compra una primera guagua, a la que siguen otras muchas en una trayectoria en la que el salto a Fuerteventura supone su punto de inflexión, extendiendo sus servicios por el resto del archipiélago. Hoy operan en Tenerife, Lanzarote, Fuerteventura, Gran Canaria y La Palma con una flota de más de 600 guaguas, y ramificando su negocio con empresas de repuestos, neumáticos, informática y talleres mecánicos.

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