La presa de La Sorrueda, sita en el barranco de Tirajana, en el municipio de Santa Lucía de Tirajana, no tendrá agua «muy previsiblemente» en octubre, salvo que lloviera en los próximos meses, supuesto que no suele ocurrir a estas alturas del año. El caudal de la presa «está tocando fondo» y se debe a la falta de lluvias y a que las precipitaciones caídas han sido débiles este año 2022.

Esta situación provocará que los regantes, que emplean agua de esta instalación, de mayor calidad por sus nutrientes, y que también usan la procedente de la desaladora del sureste, se verán obligados a utilizar sólo la segunda. Por la primera, los regantes pagan una cuota en función de la propiedad de cada uno y por el agua desalada un precio de 28 euros por una hora de suministro, es decir, por 36 metros cúbicos de agua. Por tanto, pagarán más para poder cubrir las necesidades de este líquido de sus explotaciones.

La represa proporciona el agua a partes iguales a los propietarios, comuneros y agricultores, de la Heredad de Aguas la Acequia Alta de Sardina, en el municipio santaluceño, y de la Heredad de Aldea Blanca, en San Bartolomé de Tirajana. Las dos heredades, creadas en 1617, forman parte de la comunidad de regantes que gestiona la mencionada presa.

El presidente de la Heredad de Aguas de Sardina, José Rodríguez Rodríguez, destacó el viernes que «no se puede, ni se podrá decir que se deja la agricultura por falta de agua. No será así. Siempre hay y habrá agua hoy en día porque existen las plantas desaladoras. Otra cosa es que no son iguales las tres que se emplean en la actualidad: la de presa; la desalada; y la regenerada [para los jardines y parques]. Según utilicemos una de las dos primeras para la agricultura, pues existen normas y cantidades distintas de abona. Es decir, que sale más caro una u otra».

Sin cumplir los ciclos

Juan Morales, que es el ranchero de la Heredad santaluceña y de la comunidad de regantes, es decir, quien se encarga de resolver los incidentes, lo técnico y operativo en las redes y canalizaciones, y en la presa de La Sorrueda, manifestó que «antes era cada siete u ocho años cuando se llenaba la presa. Ya no se cumple esa regla, ni los dichos populares: ‘el día de Santa Lucía [13 de diciembre] no es tarde para que llueva’ o ‘lloverá después del día del Pino’ [8 de septiembre]. Los ciclos del agua han cambiado totalmente».

«En 2015 estuvimos unos 16 meses sin lluvia, hasta que lo hizo a finales de 2016. Ese tiempo de 16 meses es el periodo más largo sin precipitaciones en la parte alta del municipio, que sepamos», recordó Morales, a lo que añadió que «el año pasado tuvimos agua gracias los dos días de enero que pasó la borrasca Filomena. Así todo, se llegó al 40 por ciento de la capacidad de la presa. En este 2022, con tan pocas lluvias, pues estamos por debajo del 15 por ciento. Por todo eso, en octubre estaremos sin agua para los regantes, salvo que caigan precipitaciones que no son habituales en estos meses del ejercicio». 

La comunidad de regantes tiene un consumo anual de agua de la presa en torno a 315.000 m 3.

José Rodríguez aseguró que «la presa no se quedará nunca seca porque tenemos que dejar la reserva biológica de agua, ya que tiene su importancia paisajística y ecológica, Cuenta con muchos peces, carpas y blackbar, y aves, y también los palmerales cercanos. También hay una serie de manantiales que apoyan la vegetación y el ecosistema de gran valor y que es un atractivo turístico».

Juan Morales resaltó que «la situación ha cambiado gracias a la gestión que se hace ahora. Hace unos cuatro años las dos heredades acordaron que la cantidad de agua que se tomaba de la presa era de 10 litros por segundo. Antes se abría según hiciera falta el agua y también se malgastaba».

En la década de los 80 del siglo pasado se requirió el agua procedente de la presa para la Heredades para poder destinarla al consumo humano. Ese hecho demuestra que las situaciones han cambiado. No habían desaladoras.

Cabe recordar que la construcción de la presa de La Sorrueda comenzó en 1956, siguiendo distintos proyectos y contratiempos. El primer llenado fue en 1979 y en 1986 fue entregado por la comunidad de regantes, que la gestiona desde ese tiempo. Entre sus peculiaridades es que el cerramiento es un talud de arcilla compactada, y no de cemento, como sucede en muchas otras presas de la Isla. Además, cuenta con una escollera con piedras del lugar en la zona denominada aguas abajo. Tiene un aliviadero que sí es de cemento y un reboso que es lateral. «Es segura», sentenció Juan Morales.

Inversiones

El presidente de la heredad de Sardina apuntó que «a parte de una gestión del agua más eficiente, estamos invirtiendo para tener un riego mejor, así muchas menos pérdidas de agua. Estamos mejorando las instalaciones de la presa, especialmente en lo relacionado con la seguridad. Ya hemos puesto una nueva señalización, y mejoraremos las escaleras, las llaves y las puertas de acceso».

«Contamos desde esta semana en la sede de la Heredad de Aguas, en el pueblo de Sardina, con una ortofotografía, tras haber contratado a la topógrafa Yaiza Lorenzo, y puesto dinero de los propietarios para hacerla junto a las concejalías de Ordenación del Territorio y de Servicios Públicos», recordó el que es presidente de la entidad desde hace un año aproximadamente y después de hacer sido antes miembro de la directiva.

Rodríguez Rodríguez resaltó que esta planimetría, que tiene una escala de 1/ 3.000 y en la que ven todas las redes y arterias de la heredad, «será de gran utilidad» para los propietarios de las canalizaciones de cara a proyectos y acciones futuras, como también para el municipio en general.

Por ejemplo, a la hora de licitar el Ayuntamiento una construcción, con una excavación, se puede ver y saber gracias a la ortofotografía si por ese lugar pasa o no una canalización. También será una herramienta útil en relación al Plan General de Santa Lucía de Tirajana respecto a su desarrollo, cambios y proyectos futuros.