Desde que tenía trece o catorce años Laura Tejera tenía claro cual iba a ser su futuro profesional. «Me entró la vena de que quería ser guardia civil desde pequeña, y aunque me decían que igual cambiaba de opinión cuando pasara el tiempo no fue así». Tan pronto como concluyó sus estudios en el Instituto de la Vega de San Mateo, municipio en el que nació y donde reside, empezó a preparar las oposiciones para acceder a este cuerpo de seguridad, que implica no sólo formación teórica sino también mucha preparación física. Con solo 20 años ya entró en la Benemérita, aunque es con 29 cuando consigue su verdadero sueño: ser motorista de Tráfico, un puesto de trabajo al que no es tan fácil llegar porque hay que tener destreza para manejar una moto que pesa unos 300 kilos, y  una evidencia es que en Las Palmas solo hay dos mujeres que realizan esta tarea, y las dos trabajan en la Comandancia de San Cristóbal, frente a las 27 que hay en toda España.

Laura Tejera Texeira (San Mateo, 1985) es una de las dos motoristas de la Guardia Civil de Tráfico en Las Palmas. Para visibilizar su trabajo, aceptó formar parte de la muestra ‘ Mujeres Visibles’.

La presencia de las mujeres sigue siendo aún pequeña en este cuerpo, pues apenas conforman el 7,2 por ciento de la plantilla pese a que desde hace 34 años un Real Decreto Ley permitió que puedan entrar a formarse en el Instituto Armado. Es precisamente eso lo que motiva cuando el Cabildo grancanario y la Asociación de Mujeres Zuleima pone en marcha la muestra fotográfica ‘Mujeres Visibles’ desde el Ayuntamiento de San Mateo la propongan para ser una de las 25 mujeres cuyas historias siguen siendo hoy día un referente por desempeñar trabajos aún masculinizados. Desde esta semana la exposición, que está haciendo un periplo por todos los municipios de la isla, se traslada a Telde.  

«Lo más duro es cuando tienes que acudir a un accidente porque hay situaciones que te afectan»

Con una ilusión increíble llega la joven Laura a la Academia de Baeza, en Jaén, para formarse. Después realiza las prácticas en Tenerife, y tras un destino de tres años en Jaca, Huesca, decide realizar el curso de motorista en la Escuela de trafico, que está en Badajoz, para acceder a esta división. Se trata, según explica, de un curso complicado porque hay que saber manejarse con la moto, y hay compañeros que no lo superan. «Lo que resulta curioso es que se cae un compañero de la moto y no pasa nada, y si me caía yo se notaba más». Insiste en que «fácil no es el curso» porque de siete compañeros que lo intentaron se quedaron dos fuera.

Laura Tejera, en la foto en la que aparece en la exposición.

En la Comandancia de San Cristóbal donde llega en 2009 ya se incorpora a la Unidad de Tráfico. Su trabajo consiste en recorrer todas las vías del área metropolitana de la capital, el centro de la isla, y también dentro de su ruta figura la autopista del sur hasta Tarajalillo. Hay un destacamento en Guía que cubre el norte, y otro en Maspalomas que atiende el sur. Pero aclara que, más allá de esa idea de que la tarea de estos agentes consiste solo poner multas hay otra misión muy importante, que a veces pasa más desapercibida, la de vigilar lo que sucede en la carretera para auxiliar en caso de incidentes a los automovilistas.

No le viene a Laura por tradición familiar su decisión de ser guardia civil. En casa sus padres siempre respetaron sus planes profesionales y le apoyaron. Y tal era su admiración por la labor de estos agentes, que incluso convenció a su hermano mayor Leonardo, que había entrado primero en el Ejército para que también se preparara para pasar a este cuerpo de seguridad. Aunque por un momento llegó a dudar a Laura entre si formarse en la Unidad de Tráfico o en la de Cinología, pese a que le gustan los perros, siempre pesó mucho más su afición por todo lo que tiene que ver con el mundo de la circulación. 

«Me entró la vena de ser guardia civil desde pequeña, y tras acabar el bachillerato me preparé para entrar»

«Lo más duro es cuando tienes que acudir a un accidente en el que hay víctimas mortales. Te quedas unos días tocada, porque hay situaciones que te afectan»., Explica que aún con la formación que reciben para saber afrontar los accidentes que se pueden encontrar en su día a día, y sobrellevar , en definitiva. muchas tragedias humanas, esa es la parte más complicada de su trabajo.  

En el trato con sus compañeros dice que no ha vivido ningún comportamiento o actitud machista por parte de algunos de sus compañeros. «Al contrario tanto a mi compañera como a mi nos tratan con mucho respeto, nos miman y nos cuidan mucho», remarca. Si que ha notado Laura, sin embargo, que todavía hay ciudadanos que se siguen sorprendiendo cuando la ven llegar en la moto a algún lugar, enfundada en su uniforme de la Guardia Civil. Y es por eso por lo que no dudó en formar parte de esta muestra fotográfica, en la que otras mujeres de la isla como ella  han elegido como cualquier hombre un oficio o un puesto con el que ganarse la vida, aunque por mucho que pasa la vida, hay trabajos donde destacan por ser una minoría o tener más complicado escalar.