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Mogán rinde homenaje a dos leyendas del mar, 'El interés' y 'El guirrillo'

El Ayuntamiento brinda un reconocimiento al trabajo de los pescadores Antonio Godoy y José Llovel

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Feria del Atún en Mogán

El mar se los ha dado todo, y cada día, desde la Cofradía de Pescadores de Mogán, siguen pendientes de lo que depara cada marea a un oficio del que ahora viven sus hijos. Antonio Godoy y José Llovel son dos pescadores muy conocidos en Mogán, el único de la isla en el que, como ellos dicen, el peso de la pesca es tal que hay dos barrios marineros, y tienen hasta dos cofradías: la de Arguineguin y la de Mogán. Antes del emotivo homenaje que les brindó ayer el Ayuntamiento de Mogán dentro de los actos organizados en el marco de la Feria del Atún, que este año ya recuperó su celebración, tras dos años suspendida por la pandemia, relataban como habían sido sus vidas. 

Comenzaron muy pronto en la mar Antonio y José . Ambos, ahora con 75 y de 69  años respectivamente, cuentan que desde pequeños ya se colaron en los barcos de sus padres porque les gustaba más el mar que el colegio, y así, sin más opción de vida, se hicieron pescadores, un trabajo que, en ambos casos, se hereda en sus familias generación tras generación.

«Hay marineros del mar y otros que van a la mar», aclara Godoy, con todos sus hijos pescadores

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A Antonio al que apodan ‘El Interés’, un sobrenombre que no le pusieron a él sino que un conocido médico se lo adjudicó en broma a su hermano y ya le quedó, recuerda que tenía unos once años cuando ya estaba en el mar junto a su padre Martín, quien a su vez había aprendido estas artes con su padre Antonio. Pero fue cuando salió del cuartel cuando empezó con su propia barquilla, de las de antes que eran de remo, de apenas 5 o 6 metros de largo, a pescar aún, albacora y pescado blanco. Si ya la vida de marino es dura, la suya que enviuda con 37 años con siete niños pequeños, le hizo aprender a recibir golpes como en el boxeo o el lucha, deportes que conoce bien. Tiene palabras de agradecimiento para otros compañeros que le enseñaron en los comienzos como Angelito ‘El rubio’, Ángel Ruano, Agustin ‘El manco’. Eran tiempos en los que venían a pescar a Mogán desde Castillo del Romeral, Telde o hasta de la capital, porque esta zona de costa desde el Faro de Maspalomas hasta la la Punta del Descojonado es  “un mar de mujeres”. Y además subraya que «es una zona  donde hay mucho pescado”. 

Su primera falúa la bautizó con el nombre de ‘Nuestra Señora del Carmen’, por eso de la patrona, y luego ya se hizo barcos de más envergadura: el ‘Apolo VIII’, el ‘Como tú’,  y por último el ‘’Como tú I’, que al retirarse deja a sus hijos que ahora están en plena campaña de atún. Sus cuatro descendientes varones: Antonio, Daniel, Martín y Cristóbal se dedican a la mar. “La vida de pescador es muy dura, antes faenaba por todas las islas, pero esto es como el pastor al que le marcan la ruta cuando te dejan el ganado”, señala.

Aunque destaca que hoy en día se disponen de mejores embarcaciones, se queja de que ahora no sólo dependen de la marea, y en este sentido, critica que el Gobierno haya puesto cupos a las capturas de atún lo porque ha supuesto un golpe a la pesca artesanal. Distingue que “hay marineros de la mar y otros que van a la mar», los primeros, dice que son los que han heredado y viven el oficio, y los otros son de tierra, y en tres días se van».

La vida de José, a quien también conocen por su apodo, ‘El Guirrillo’, y que casualmente tampoco se lo pusieron a él, sino que le llega porque un cuñado se lo puso a su hermano, sigue anclada en el mar pese a estar jubilado. Pese a que hace siete años tuvo que retirarse porque le tuvieron que amputar  una pierna, una vez recuperado, no logra dominar ese gusanillo de estar en la mar, y se hace con  «una lanchita con la que sigue llevando algún pescaíto a casa». Con apenas cinco años, y casi de madrugada, José se coló en el barco de su padre porque había oído como el patrón le había dicho a la tarde la hora de zarpar. “Bajé antes que él, y me escondí en el flotador, y cuando me vio dentro del barquillo ya estaba en alta mar”, recuerda. También  las vacaciones se las pasaba con su padre porque “esto de la mar nace”. Y eso asegura que lo ha comprobado con su hijo Iván, que es también marinero. “Es igual que yo; una vez me lo llevé muy pequeño porque me daba pena oírlo llorar por venir conmigo al barco”. 

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Feria del Atún en Mogán

El padre de José, Manuel, trabajó primero para Lloret Llinares con una falúa desde la que remolcaba los barquillos de remo. Con el pasado del tiempo se hace con una embarcación de motor, de las que tienen ya hasta cubierta, la ‘Graciosero, que luego llevan  sus hijos.

Es así como empieza  de lleno en el oficio, y a medida que ve que la cosa avanzaba compra otro barco en Bilbao, de doce meros, y luego lo cambia por otro de catorce metros el ‘Ascada’, con el que ya navega por todas las islas.

«Antes había carta blanca y ahora hay cuota para el atún», critica José, que deja su testigo a su hijo

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Y coincide con Antonio en que no son  buenos tiempos para la pesca, porque «antes había carta blanca para faenar pero ahora no les dejan coger ni el pescado». Se refiere a los cupos a la captura de atún, que a su juicio, beneficia a los grandes barcos, y remarca que «no es cierto que hay menos atún rojo».

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