¿Recuerdas los espectaculares acantilados del Norte, que ofrecen una extraordinaria visión de la fuerza del mar? ¿Y las pequeñas calas, piscinas naturales y pueblos con un especial encanto marinero? Aunque conozcas Gran Canaria desde hace muchos años, te sorprenderá la gran cantidad de rincones que depara el norte de nuestra isla para refrescarnos este verano.

El mar y la línea de costa en el norte son diferentes respecto a la cara sur de la isla. Aquí encontramos acantilados azotados por el oleaje que, en los días de mar bravo, se convierten en todo un espectáculo, con la espuma de las olas desbordando las paredes a varios metros de altura. Es esta fuerza del mar la que renueva constantemente las piscinas que jalonan la costa, convirtiéndolas en lugares apacibles para pasar el día con la familia o los amigos. La piscina natural no es un invento reciente, es una corriente surgida en países europeos como Alemania, Austria e Italia, que se está extendiendo por todo el mundo.

Las Salinas (Agaete)

Rematando la desembocadura del barranco de Agaete se encuentran estas tres piscinas naturales interconectadas entre sí por canales que permiten a los bañistas nadar de una a otra. También es posible practicar el submarinismo y contemplar la flora y fauna marinas.

Roque Prieto (Santa María de Guía)

A Roque Prieto en el municipio de Santa María de Guía, sobre todo cuando el Atlántico se presenta revuelto y con grandes olas, hay que llegar con marea vacía. Entonces el visitante se encontrará con el océano adormecido entre las rocas y sentirá el mismo olor que percibiría si estuviera mar adentro. Encontrará dos charcas, la de las Mujeres y la de los Hombres. Así es como se organizaban los baños en el pasado, escondiendo desnudeces y separando las miradas. A lo lejos se divisan pilones de piedra, ennegrecidos y desgastados por las olas. Con una profundidad que varía entre los 40 centímetros y los 3 metros aproximadamente, su rocoso fondo y cristalinas aguas renovadas continuamente por el mar, esta piscina natural permite al visitante nadar con toda tranquilidad.

Los Charcones (Arucas)

Desde que, según la leyenda, la princesa Tenesoya se diera sus baños en las piletas de Los Charcones en vísperas de la Conquista, el lugar nunca ha dejado de ser una novelería natural de observación, pesca y marisqueo, aliñados con unos remojones de marea quieta que, tras la construcción del paseo y el incremento de piscinas está viviendo un éxito considerable. Entre otras razones por un solarium interminable que permite al que visita la zona de El Puertillo en el municipio de Arucas 'afincarse' a todo confort, una vida marina de lo más entretenida, un apacible ambientillo y unos tranquilos margullos de mucha seguridad. El conjunto reúne tres piscinas naturales poco profundas en la mayoría de las zonas. En dos de ellas el suelo es de piedra y arena, mientras que en la tercera, conocida como Charco de los Erizos, es de piedra natural.

El Agujero (Gáldar)

Es un pequeño núcleo urbano de costa, muy cercano al centro histórico de la ciudad y junto al yacimiento arqueológico de La Guancha. Se trata de una zona de baño con tres piscinas naturales y también otra zona abierta al mar, en la que ocasionalmente hay arena gruesa para tomar el sol. Detrás de las piscinas, en mar abierto, se practican deportes como el surf y el bodyboard, es un de los lugares más conocidos y concurridos del norte de la isla y en sus fondos se encuentra un barco hundido, aunque son pocas las ocasiones en las que la fuerza del mar permite que se pueda visitar. El visitante disfrutará del ambiente familiar, pero ha de tener cuidado cuando el mar está bravo, porque también puede ser una zona peligrosa.

El Charco Azul (Agaete)

El Risco de Agaete conserva uno de los rincones más singulares de Gran Canaria, con su cascada natural de casi 20 metros de altura y sus charcones. El Charco Azul es un pequeño caidero natural de unos 20 metros de altura, cuya formación geológica ha forjado a sus pies una pequeña piscina de múltiples tonalidades. Está a menos de media hora a pie y a casi dos kilómetros del barrio de El Risco, en la carretera de Agaete a La Aldea. Y, sin embargo, sigue siendo un rincón por descubrir, aunque cada vez menos. Decenas de aficionados al senderismo se sienten atraídos cada semana por la pequeña cascada y por la posibilidad de darse un chapuzón en sus aguas dulces.

Los Dos Roques (Gáldar)

El pequeño núcleo urbano de costa de Los Dos Roques, al que se accede entre fincas de plataneras y que une en la desembocadura de un pequeño barranco, una playa de arena rubia gruesa y una piscina natural con fondo de la misma arena. Se trata de una playa muy tranquila y familiar, adecuada para los niños pequeños y personas de edad avanzada por su fácil y cómodo acceso con arena. Posee una zona para tomar el sol junto a la piscina y un área de juegos infantiles en la pequeña avenida y un lavapiés.

El Charco de San Lorenzo (Moya)

Las piscinas naturales del Charco de San Lorenzo son de aguas transparentes. Tienen 75 metros de largo y un ancho medio de 45 metros. La zona tiene un solárium y está cerrada al mar por un muro de piedras, lo que facilita el baño en una zona con tantísimo oleaje. Mientras el mar ruge afuera, dentro reina la calma. Además esta espectacular piscina se encuentra en un entorno tranquilo, bien comunicado y de fácil acceso. Quien se canse del mar, siempre puede pasear por el paseo marítimo o disfrutar del pescado en los restaurantes de la zona.

La Laja (Las Palmas de Gran Canaria)

A pesar de que no estaban previstas en el proyecto original, las tres piscinas naturales de esta playa, puerta de entrada a la ciudad, se han convertido en un espacio de ocio y salud para muchos vecinos. El éxito de las obras que convirtieron una franja de rocas poco accesibles en la Playa de La Laja en piscinas naturales transitables se hace patente cuando uno se acerca a los alrededores y observa la fila de coches intentando buscar aparcamiento por los alrededores. Lleno total. La asistencia a esta parte del litoral capitalino es masiva durante los meses de verano. Esta zona, a la que poco provecho se le estaba sacando antes de la creación de las piscinas naturales, parece estar robando ahora el protagonismo a las otras playas de la ciudad.

La Furnia (Gáldar)

Toma su nombre del vocablo aborigen que da nombre a los "precipicios" por su situación al abrigo de un acantilado, aunque con los años esta zona del municipio de Gáldar haya adquirido ese sabor familiar de los lugares recónditos reservados para los vecinos. La zona esconde una piscina natural en la que nadan inocentes cabosos, gueldes y salgos en proceso de crecimiento. Allí, en medio de un absoluto caos constructivo, se esconde una espectacular cueva decorada con almagre, que es aún visible, y de unas dimensiones inusualmente grandes.