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San Bartolomé de Tirajana

Tunte homenajea a Lolita Medina, la mujer que asistió 1.500 partos en 32 años

La villa coloca la placa a la calle Partera Lolita Medina, fallecida en 2006, tres años después de que en 2019 el Pleno la homenajease con una vía

Dolores Medina Morales, la partera de Tunte, en una imagen facilitada por su familia.

Hubo en Tunte una mujer que durante gran parte de su vida se dedicó a una obra tan íntima y familiar como es la de ayudar a traer a los hijos al mundo. Dolores Medina Morales, a la que su pueblo conocía como Lolita Medina, era la partera de la caldera de Tirajana y pueblos aledaños, aunque también trabajó en otras zonas de la isla, y durante los 32 años que ejerció su profesión, desde 1952 hasta 1984, ayudó a alumbrar a unos 1.500 bebés. Falleció en 2006 al borde de cumplir los 80 años y fue en febrero de 2019 cuando el Pleno del Ayuntamiento de San Bartolomé deTirajana acordó rebautizar con su nombre a la calle Capitán Cortés, cuyo nombre eliminó en cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica. Ahora, tres años y medio después, el Consistorio ha colocado la placa con su nombre en esta vía, un acto que se celebró este viernes por la noche durante la fiesta dedicada a los mayores en el marco de las fiestas en honor a Santiago el Chico de Tunte.

Lola, como la llamaba su familia, hija de Epifania Morales y Manuel Medina, nació en Tunte el 6 de octubre de 1926, en la antigua casa de Pancho Guerra, en el seno de una familia solidaria que acogía en su hogar a todas aquellas personas residentes en otros pueblos de las medianías de San Bartolomé de Tirajana que iban a la capital para visitar al médico Manuel Zenón Araña y no tenían donde quedarse. Fue en una de las visitas que el médico hacía a los enfermos que se hospedaban en la casa de Epifania y Manuel en la que Manuel Zenón propuso a Lolita enseñarle a poner inyecciones. «Y como vio que era tan bien amañada le propuso después asistir los partos», cuenta su hija Dunia.

Antes de empezar a formarse como partera y a ejercer la profesión, a sus entonces 26 años Lolita tuvo que atravesar el trámite de la época: pedir permiso a sus padres y a su novio, quienes se lo dieron pero le advirtieron de las críticas a las que se enfrentaría en el pueblo al ejercer esta profesión siendo aún una mujer soltera.

Y así fue, y su familia le pidió que dejase la profesión, pero ella se negó. «Ella se impuso y dijo que no, que bastante había hecho con pedirles su permiso», relata su hija, «mi madre era una mujer muy libre y muy adelantada a su época».

Lolita era consciente de que asistía partos a familias sin recursos y solo quien podía le daba 50 pesetas

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Su gran labor durante los partos hizo que Lolita fuese requerida en Tunte, pero también fuera del pueblo, pues atendió alumbramientos en El Tablero, San Fernando y hasta en Las Palmas de Gran Canaria, como fue el caso de una oriunda de Tunte que la llamó a pesar de vivir al lado de una clínica. «Confiaban en ella», añade su hija Dunia. La primera niña a la que Lolita ayudó a nacer fue a Carmen Rosa M.M., en Tunte, el 16 de diciembre de 1952 y el último fue Yonathan S.O., de LasSalinas-Risco Blanco en mayo de 1984, este último en la puerta de su casa dentro del coche que transportaba a la embarazada pues no dio tiempo a enviarla al Materno.

Lolita, recuerda su hija, era una mujer humilde y concienciada con las causas ajenas, sobre todo con las personas con menos recursos, y solo aquellas familias que podían le pagaban 50 pesetas. Buena muestra de ello fue cuando, el día antes de dar a luz, el juzgado quitó la cabra, el único sustento que tenía para dar leche a sus hijos, a una vecina de las inmediaciones de Cercados de Araña. Al día siguiente ella se plantó allí con una cabra que le pidió a su marido y con ropa y alimentos que aportaron otras mujeres.

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Homenaje a Lolita Medina

A lo largo de su actividad como partera y con 1.500 partos asistidos, Lolita solo se encontró con dos bebés fallecidos de forma prematura. Tras todos los alumbramientos, ninguno de sus nietos porque «la carne duele», según recuerda su hija, la mujer ofrecía a las madres una bebida reconstituyente que ella misma elaboraba a base de miel, huevos y anís que denominó ‘bebida de la parida’.

En 1984 Lolita Medina tuvo que retirarse, pues ya requirió una silla de ruedas aquejada de la enfermedad que padecía, una poliartrosis. Ahora, con la nueva placa colocada anoche, su nombre perdura con una calle en su pueblo natal para que todos sus vecinos recuerden su figura. 

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