La Provincia - Diario de Las Palmas

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Miguel Hidalgo Consejero de Sector Primario y Soberanía Alimentaria del Cabildo de Gran Canaria

«La ganadería sufre una gran crisis, pero no hay constancia de que nadie haya cerrado»

«El Cabildo de Gran Canaria ya ha destinado unos 11 millones al sector tras la pandemia y la guerra de Ucrania»

Miguel Hidalgo, consejero de Sector Primario, en las instalaciones de la Granja Agrícola del Cabildo en Arucas LP/DLP

El Cabildo y otras instituciones han destinado numerosas ayudas al sector agrícola y ganadero para compensar las pérdidas por la pandemia y la guerra de Ucrania, pero muchos productores anuncian que tendrán que tirar la toalla porque esta actividad ya no es rentable. ¿Cuál es la situación real en Gran Canaria?

No solo en el momento actual, llevamos unos años con muchísimas dificultades. Lo del Covid-19 fue para todos una interrupción toral en las actividades económicas, pero para la agricultura y la ganadería, siendo una interrupción en su comercialización, no lo fue en sus procedimientos, porque los cultivos ya estaban plantados y el ganado necesitaba su comida y la atención que requieren los animales. Eso llevó al sector a una situación muy crítica. En aquellos primeros momentos de la pandemia, desde las administraciones públicas, y en concreto el Cabildo, vimos la necesidad de actuar sobre esos excedentes de producción porque se cerraron los hoteles, los restaurantes y los colegios. Se creó un canal social y compramos los excedentes de los productores para hacérselos llegar a las diferentes ONG encargadas de distribuir esos productos frescos. Además, pusimos en marcha una ayuda, la cuota cero, que venía a suplantar la ausencia de los comedores escolares. Asumimos, con la colaboración de la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias, a todas esas personas con dificultades económicas para hacerles llegar a los centros escolares un paquete de comida con regularidad. Para cubrir esas carencia alimentaria con productos frescos, entregamos unas 40.000 cajas de alimentos. También pusimos en marcha diferentes ayudas económicas y nos dirigimos a las grandes superficies y supermercados, de los pocos comercios que seguían abiertos, para que llamaran a los productores con excedentes y los vendieran. Hubo una buena respuesta. 

Los ganaderos insisten en que sin subvenciones públicas tendrán que cerrar sus explotaciones. ¿Qué ayudas ha entregado ya el Cabildo?

Primeramente otorgamos una ayuda directa de dos millones de euros para la ganadería por la falta comercialización de la leche. La sacamos rápidamente para ayudarles. También, y eso fue novedoso, aunque se hizo de forma precipitada y espontánea, creamos el canal digital de comercialización de productos. Muchas cooperativas agrícolas y productores se incorporaron a ese canal de internet para distribuir sus cosechas y fue un éxito, con 40.000 visitas y muchas relaciones comerciales. Ahora ya está normalizado y mejorado como canal digital de Gran Canaria Me Gusta y es una herramienta útil. Para compensar los efectos de la guerra de Ucrania pusimos otros dos millones para el sector ganadero, ya entregados, y recientemente hemos aprobado tres millones más de ayuda directa, que se podrán solicitar a partir de agosto. En total, bajo el marco de la normativa Covid y la de medidas urgentes por la guerra de Ucrania hemos destinado 11 millones al campo, 7,4 millones al sector ganadero y 4 al agrícola. 

¿Y qué previsiones hay de destinar más dinero a esos sectores? 

Hay predisposición de este gobierno del Cabildo y estaremos atentos a las necesidades del sector por si es necesario sacar una nueva ayuda. 

¿Tiene el Cabildo datos de cuántas empresas o explotaciones ganaderas han dejado la actividad por estas dos últimas crisis?

En actividades ganaderas, a día de hoy, no tenemos constancia de que nadie haya cerrado las instalaciones. En cuanto a sacrificios de animales en el Matadero Insular, no se ha excedido del número de otros años anteriores. Es verdad que aquellos animales que ya no están en valores rentables, porque bajan su capacidad de producción láctea, pues lógicamente pasan a la línea de sacrificio. Pero a su vez hay ganaderos que se están acogiendo a los cupos de importación para cubrir esas bajas de animales. Por lo tanto, la ganadería se mantiene estable, con muchos dificultades y muchos problemas, pero estable. Evidentemente, todas las administraciones debemos seguir apoyando al sector porque está en riesgo de desaparecer si no actuamos.   

Aparte de las ayudas económicas, ¿qué están haciendo las administraciones públicas para salvar la ganadería?  

Las ayudas económicas son las más importantes, pero el Cabildo también ha sacado una específica para energías renovables, cuya finalidad no solo es reducir la emisión de dióxido de carbono, sino que bajen los costes de gestión de las explotaciones al disminuir el uso de energías fósiles. También hay campañas de ayuda contra las diferentes plagas. Por ejemplo, en la polilla hemos repartido más de 30.000 mosquiteros por toda la isla para proteger los frutales. Con la polilla guatemalteca, hay una campaña con el sector papero de casi un millón y medio de euros para asegurar la retirada de los productos bichados a lugares donde de puedan controlarlo y además le damos un incentivo por papa retirada para que puedan mantener el rendimiento en sus producciones. 

Desde el gobierno insular se han planteado medidas para recuperar la agricultura y la ganadería, como mediar entre propietarios de tierras abandonadas y personas interesadas en volver al campo, pero parece que la respuesta hasta ahora es pobre. ¿Qué resultados está dando?

Hemos recuperado unas 500 hectáreas de las llamadas tierras en desuso, donde esas personas ponen nuevamente los cultivos en marcha. Pero no solo damos ayudas específicas para recuperar fincas abandonadas, sino que también tenemos equipos para apoyar in situ a más de 800 jóvenes agricultores en casi 900 hectáreas, asesorándoles directamente con el programa Agricultura es Mucho Más  

Ante la dificultad de encontrar personas dispuestas a volver al campo, ¿no cree que sería más conveniente concentrar los esfuerzos en garantizar que se queden las pocas personas que aún resisten? 

Sin duda alguna, pero también tengo que recordar que el sector agrícola para consumo interior está creciendo. Hay empresas que se acercan a la consejería solicitando nuevos suelos para ponerlos en cultivo. Estamos hablando de peticiones de más de 100 hectáreas para cubrir la demanda de la población de nuestras islas. Esta línea de trabajo es muy importante para la soberanía alimentaria, pues cuanto mayor sea la producción, menor la dependencia del exterior. Ahora bien, sin duda alguna hay que hacer un esfuerzo con aquellos que están asentados, los que llevan años en el mundo rural y se mantienen. Hay que buscar la fórmula para que se mantengan en la actividad. Para ello tenemos dos escuelas en marcha, una de ganadería y pastoreo y otra de apicultura,  ambas ya en su cuarta edición. En ellas estamos fomentando la incorporación de personas, formándolas adecuadamente en esa profesión. Aunque sean pocas, no podemos abandonar a todas aquellas personas que quieran incorporarse ahora al sector agrícola o ganadero, pero mucho menos a los que resisten pese a las dificultades y sigan en una situación de trabajos casi en precario. Una de las reivindicaciones para que las explotaciones puedan ser rentables es una ley alimentaria donde se garantice que los productos que se vendan cubran los costes de producción. 

¿Cuáles son los municipios de Gran Canaria que más sufren la despoblación por el abandono de la agricultura y la ganadería? 

Ha aumentado mucho la agricultura en zonas del Sur y del Sureste. Ahí se está potenciando y es donde está creciendo la producción de autoconsumo y de productos de Kilómetro Cero. En las Medianías, al menos se mantiene y se ha puesto en marcha la valorización y comercialización de productos como el albaricoque, en las cumbres de Tunte, las ciruelas, en casi todas esas zonas intermedias, y últimamente las manzanas en Valleseco. Otros municipios han optado por otros tipos de cultivo, como las fresas en Valsequillo o los forrajes de la ganadería en la parte alta de Moya. Afortunadamente se mantiene la actividad en las Medianías, pues siempre jugó el papel de ser la despensa de la isla y lo sigue jugando. 

Aparte del plátano y del tomate, que son sectores que van por su lado, ¿no sería conveniente diversificar la producción de frutas y hortalizas? 

Claro. En La Aldea, que es por excelencia un municipio tomatero de exportación, y queremos que siga así, tenemos un programa piloto para diversificar la agricultura, pero que sea en función de la demanda en el exterior. No plantar cosas a la aventura, sino ver qué demanda hay. Se está experimentado con frutos rojos o con el aguacate, que tiene potencial para competir como cultivo organizado en el mercado exterior. La diversificación es necesaria y se están dando pasos para no quedarnos estancados en el plátano y el tomate de exportación.   

Los quesos y los vinos de Gran Canaria son cada vez más reconocidos por su calidad, pero parece que eso no es suficiente para que aumente la producción de queserías y bodegas. ¿También se debe a esta última crisis económica o hay otros factores? 

Con los quesos hay que tener dos cosas claras. La primera es que aquí tenemos quesos artesanos y, por tanto, su producción será muy limitada y adaptada siempre al nivel de la cabaña, pues esa explotación ganadera está vinculada al pastoreo y la trashumancia. Sobrepasar esa capacidad de producción sería romper su escala y sacarla del contexto real que tiene, pero aún así mantenemos una producción artesanal muy importante. Y segunda, que luego están las empresas de quesos semiindustriales, que mantienen la cabaña. Estamos en un momento de negociación entre los productores de leche y las empresas de transformación para llegar a un precio razonable que cubra los costes de producción. No percibimos que se esté reduciendo el número de queserías artesanales. Al contrario, hay un entusiasmo e interés como se ha visto en el reciente Foro Internacional del Queso. O en las ferias y reuniones gastronómicas, donde el producto estrella de Canarias es el queso. En cuanto a las bodegas, esta es la única isla que ha crecido en viñedos, en 15 hectáreas, pero la producción no depende del cosechero, sino de la meteorología. Y ahí estamos siempre a expensas de cómo puedan salir las vendimias. Este año tiene muy buena pinta si no ocurre nada. En cantidad, la producción de 2022 va a ser mucho mayor que la del año pasado, que fue muy escasa, un 50% de las vendimias anteriores. Las bodegas se mantienen y algunas se están incorporando a las rutas turísticas del vino. No tenemos constancia de que se haya cerrado alguna. Y han aparecido algunas nuevas. 

Sin embargo, en la isla hay unas sesenta bodegas registradas y a los concursos y catas solo se presentan 10 o 15. Y los premios son casi siempre para las mismas.

Hay bodegueros que no son muy partidarios de participar en estas catas porque piensan que es jugársela con una sola botella. Tienen un prestigio ya ganado y prefieren no concursar. Hay una cierta reticencia, pero hay bodegas espléndidas y con unas producciones limitada que ya tienen colocadas en sus propios eventos. 

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