Hay quién mata por un hijo y los hay que mueren por una papa. El pueblo de Madrelagua, en el municipio de Valleseco, ha pergeñado un nuevo deporte de riesgo basado en el tubérculo rey del lugar, del que produce miles de toneladas anuales de más que acreditada reputación.

Basándose en las fiestas que dedica a Santa Rita de Casia, ayer dio el pistoletazo de salida a lo que oficialmente se ha dado en bautizar como La Papa de Oro, en paridad una suerte de Madrelagua Papa Trail en la que los participantes, en sus modalidades infantil, galletón y femenina, deben cumplimentar un circuito plagado de siniestras trampas que incluyen neumáticos, charcos, badenes de resbaloso plástico condimentando con pegajosa arcilla, y otras perrerías al uso. La mecánica de La Papa de Oro consiste en coger del suelo una papa por vuelta, depositarla en una garrafa para, al término de la prueba, pasar por la báscula esta versión de cosecha 4x4.

El que más peso arroje, gana.

Con una temperatura ambiente de 23,1 grados, y una humedad relativa del aire en torno al 60 por ciento se daban todas las condiciones para emprender la epopeya de la mejor manera posible, que si bien en la modalidad galletón se iniciaba tímidamente al tiento de no enchumbar demasiado playeras y calcetines, con su consecuente gasto en lavadoras, a los pocos segundos tomó rumbo de frenética final olímpica. Ya para la segunda vuelta se sucedían los partigazos y taponazos ofreciendo imágenes épicas propias de un friso de la Grecia clásica, como la del homérico héroe que quedó irremisiblemente atascado entre dos especies de dunas con charco enmedio. A pesar de que los demás competidores hacían caso omiso de sus grandes dificultades para volver a coger la vertical, chapoteando en la barrula a velocidades casi ilegales, no soltó la papa, emergiendo en su mano victoriosa de aquél dantesco barrizal.