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Emergencias | La seguridad en los incendios forestales

El Consorcio de Emergencias advierte contra las prisas por volver a una vivienda incendiada

Recomienda inspecciones por los daños ocultos del fuego | En cada siniestro se generan tensiones entre vecinos y autoridades

Uno de los vecinos de Tasarte afectados por el incendio de febrero de 2020 muestra los daños causados por el fuego en su vivienda. | | ANDRES CRUZ

En la ola de incendios de este verano por todo el territorio español se repite la imagen de los vecinos evacuados reclamando que les permitan volver a sus casas lo antes posible. Esa es una situación lógica porque los afectados quieren conocer los daños que han sufrido y prefieren dormir en su hogar antes que en un polideportivo municipal, pero los expertos advierten contras las prisas por volver a las viviendas por la cantidad de peligros que puede albergar un inmueble recién quemado.

La presión de los evacuados sobre las autoridades para regresar a sus casas, y en algunos casos de los propios alcaldes, fue también una constante en los últimos grandes incendios forestales de Gran Canaria –los de los años 2017, 2019 y 2020– y de esas experiencias en medio del siniestro han sacado muchas conclusiones los cuerpos de extinción, tanto los responsables de la Consejería de Medio Ambiente del Cabildo como del Consorcio de Emergencias de Gran Canaria.

Los bomberos de este último organismo son habitualmente los encargados de defender las viviendas del fuego y también de acompañar a los vecinos en el regreso, por lo que son los primeros en recomendar que se inspeccionen las casas de forma minuciosa antes de volver a entrar en ellas.

Interior de una casa de Tasarte tras el último incendio en Gran Canaria. | | ANDRÉS CRUZ

La presión de los evacuados sobre las autoridades para regresar a sus casas, y en algunos casos de los propios alcaldes, fue también una constante en los últimos grandes incendios forestales de Gran Canaria –los de los años 2017, 2019 y 2020– y de esas experiencias en medio del siniestro han sacado muchas conclusiones los cuerpos de extinción, tanto los responsables de la Consejería de Medio Ambiente del Cabildo como del Consorcio de Emergencias de Gran Canaria.

Los bomberos de este último organismo son habitualmente los encargados de defender las viviendas del fuego y también de acompañar a los vecinos en el regreso, por lo que son los primeros en recomendar que se inspeccionen las casas de forma minuciosa antes de volver a entrar en ellas.

Los peligros de un regreso sin tomar las debidas precauciones van desde la caída de techos y cascotes por deterioro en la estructura del inmueble a contaminación por amianto o intoxicaciones pulmonares por el hollín, según revela Zulema Villar, arquitecta del Área de Prevención de Riesgos del Consorcio de Emergencias de la isla.

«Cuando las llamas pasan por una vivienda siempre van a producir daños, aunque no se perciban a simple vista, por eso debe ser un técnico el que lo compruebe antes de que vuelvan los vecinos», explica Villar, que enumera al menos dos motivos para no tener prisas en volver a habitar una casa incendiada.

La primera es garantizar la estabilidad por si ha habido afecciones en la estructura por el calor soportado, sobre todo en los elementos de madera o aluminio. «Siempre es recomendable que lo vea un técnico y que lo verifique, ya sea de los bomberos o del Ayuntamiento, y que además pueda levantar un acta», apunta Villar como segundo beneficio para los propietarios.

Esa acta de un arquitecto será útil a la hora de reclamar a los seguros una compensación por los daños ocasionados por el fuego. Ese documento, sostiene, «es una garantía para los residentes, por seguridad y por prudencia legal».

Contaminantes

Si se trata de edificaciones antiguas puede haber planchas de amianto que al romperse contaminen la zona. O bien pueden quedar gases tóxicos o elementos nocivos para la salud en cañerías o instalaciones eléctricas. El hollín es otro resto de un incendio que afecta directamente a los pulmones, muy peligroso si se mezcla con agua, por lo que antes de volver a vivir en una casa quemada se debe eliminar y realizar una ventilación completa.

Un reconocimiento técnico a una vivienda afectada por un incendio forestal dura de 40 a 45 minutos, pues no son grandes edificios, sino residencias unifamiliares. Un aspecto a mejorar en el protocolo de los planes contra incendios es la comunicación, pues la información pasa por muchas manos desde que el arquitecto da el visto bueno hasta que se le traslada a los evacuados. «Ahí puede haber alguna demora», admite.

También se han dado casos de que un inmueble está en buenas condiciones para el regreso de los propietarios pero los accesos no son seguros. La decisión corresponde siempre a los responsables de la extinción en el mando avanzado, que son los que vigilan el incendio y los posibles cambios de viento.

En el último gran incendio forestal de Gran Canaria, el de febrero de 2020, el fuego causó «importantes daños» en cinco inmuebles de la localidad aldeana de Tasarte y otras tres quedaron «afectadas parcialmente», según el informe que elaboraron los técnicos del Consorcio de Emergencias al día siguiente del paso de las llamas.

El dictamen sobre una de las viviendas más dañadas, construida en tres plantas en la calle Llanetes de Tasarte, da un ejemplo de lo que se suelen encontrar los arquitectos del Consorcio tras un incendio. «La planta alta –detalla el documento– ha sido totalmente devorada por el fuego y es imposible el realojo de los vecinos en este inmueble; es necesaria una posterior valoración del interior para considerar daños en la estructura, principalmente en la azotea; se localizan tres perros muertos a causa del incendio; la planta baja sufre afecciones importantes de humo en la mayoría de las estancias, que no permiten su uso hasta que se retiren todos los enseres con restos de hollín y cenizas tóxicas».

Antes de Tasarte, el gran incendio que se inició en Valleseco en agosto de 2019 y se extendió hasta Tamadaba y Tejeda, dejó tras de sí 15 viviendas en situación grave, algunas totalmente destruidas, y tres leves. Una semana antes, el fuego que se inició en Artenara por una imprudencia, afectó a cinco inmuebles, pero solo a uno de forma grave.

Los siniestros de 2017, que destruyeron parte del Parador de la Cruz de Tejeda y viviendas en Cueva Grande y Las Lagunetas, y sobre todo el de 2007, que obligó a evacuar a varios miles de personas en la mitad sur de la Isla y llevó las llamas hasta casas cercanas a la costa, ya dieron un aviso de la virulencia de los incendios actuales.

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