En plena mitad de agosto, el sofoco estival anima a los ciudadanos a acercarse a las playas para refrescarse, tomar el sol y pasar un día relajado en la costa. A diferencia de los turísticos municipios del sur como San Bartolomé de Tirajana y Mogán, cuyas playas aparecen en la mayoría de ocasiones abarrotadas de turistas extranjeros, el litoral del municipio de Telde se presenta como un refugio para el turismo local de la zona noreste de la Isla, que no precisa desplazarse medio centenar de kilómetros para darse un refrescante chapuzón. Es el caso de las playas teldenses de Melenara y La Garita, ambas reconocidas con el sello de calidad Bandera Azul, que este puente de agosto han ofrecido una verdadera estampa veraniega.

Melenara presentaba este lunes, último jornada del puente, un aspecto rebosante. Solamente echar un vistazo al comienzo de la avenida confirmaba la gran afluencia de personas que se agolpaban, por un lado, en terrazas y restaurantes y, por otro, en el propio arenal, donde prácticamente no cabía una sombrilla más. Neveras, sillas y toallas coloreaban una playa que suele llenarse cuando el viento no azota con virulencia y permite una estancia más llevadera sobre la arena . «Venimos a esta playa desde hace muchísimos años. Para nosotros, que vivimos en San Gregorio, esta es siempre nuestra primera opción» relata Antonia, apostillando que muchas veces es innecesario desplazarse hasta el sur y más ahora con el alza de los precios del combustible. 

En el extremo izquierdo de la playa otros preferían la comodidad del dique para plantar sus toallas. Esta gran explanada que se eleva sobre la arena y el mar sirve de solárium para aquellos que quieren un buen bronceado y de plataforma de saltos para los más pequeños que, sabiendo el riesgo que conlleva, conocen al dedillo las zonas menos peligrosas para practicar sus volteretas en el aire. «Con marea alta no suelen decirnos nada», reconoce Marcos, de 12 años, pese a la presencia de un cartel que prohíbe expresamente tirarse desde el borde del pequeño muelle. El que tampoco descansa en estos días de verano es el Neptuno que preside la playa. Como si de la coronación de una montaña se tratase, varios bañistas se encaramaban a la impertérrita estatua para apreciar la panorámica de la playa de frente o, de nuevo, lanzarse al agua contraviniendo la expresa prohibición. 

18

Día de playa en Telde Andrés Cruz

La única nota discordante que modificaba la típica estampa veraniega era la presencia de una valla metálica en las proximidades del dique. Las obras para la construcción de nuevas plataformas que conecten la avenida con la infraestructura marítima dejan, de momento, una franja de arena impracticable. Sin embargo, este obstáculo ha sido aprovechado por muchos como colgador para colocar lejos del agua mochilas, toallas, cholas y hasta sombrillas.

Por su parte, la playa de La Garita aparecía también con gran afluencia de bañistas este lunes. «Nos gusta porque suele estar limpia y los socorristas ofrecen buena información sobre el estado del mar», explica Alicia, una vecina de la localidad que frecuenta el arenal cada verano. La actuación de los socorristas es indispensable a la hora de evitar situaciones de riesgo para los bañistas. Por tanto, la doble bandera, verde y amarilla, dividía en dos la orilla de La Garita para indicar que el margen derecho de la playa presentaba un oleaje con cierto peligro, mientas que el izquierdo permanecía totalmente apto para el baño. A pesar de esto, familias y grupos de jóvenes disfrutaban de una jornada playera en la que compartir un refrescante baño, un aperitivo frugal o una sesión intensiva de bronceado sobre la arena.