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Los anfitriones del turismo (XI)

La embajadora de Artenara

El producto local y de kilómetro cero es el motivo de su restaurante, Arte-Gaia, que se surte de la finca que regenta en Acusa

Juanate en la entrada de su restaurante, Arte-Gaia, ubicado en la plaza de San Matías de Artenara E. Hernández

Juanate Gil Falcón(Artenara, 1963) es la ideóloga de Arte-Gaia, un proyecto que busca el equilibrio entre naturaleza, sector primario y turismo a través de la producción agrícola, la restauración y las actividades de turismo activo en el medio rural del municipio de Artenara.

Reconocida a nivel nacional y regional como mujer emprendedora en el medio rural con proyecto innovador, Juanate Gil, ideóloga del proyecto Arte-Gaia, centra sus esfuerzos en dinamizar la actividad agrícola y turística en el municipio menos poblado de la Isla, Artenara. «Después de hacer algunos viajes e informarme se me ocurrió establecer un equilibrio entre naturaleza, sector primario y turismo. Este fue mi lema inicial, conseguir un equilibrio entre la gente, tanto la del lugar como la que viene de fuera, para que ponga en valor el patrimonio natural que tenemos», afirma Juanate, una apasionada de la actividad naturalista que, además, se ha formado en la disciplina del coaching y ha sido pionera en España en ejercerlo en el medio rural.

El local donde se ubica Arte-Gaia lo abrió su padre en 1967 con los «cuatro o cinco durillos» que reunió tras emigrar a África para trabajar. «Aquí había antes una pequeña tienda y mi padre adquirió el local para montar el restaurante. Ademas, aprovechó que el arquitecto José Arencibia Gil estaba arreglando la iglesia de San Matías y le pidió consejo para decorarlo», explica, señalando que en la actualidad se siguen conservando las puertas de madera de los años 60. Tras la jubilación de su padre, el restaurante estuvo aquillado y pasó por diferentes manos durante varios años, mientras Juanate emprendía un camino lejos de Artenara. 

Sin embargo, la emprendedora se reencuentra con su localidad de nacimiento en 2012, cuando decide regresar tras vivir muchos años en la capital de la isla. «Hasta el año 2012 trabajaba en una empresa subcontratada por el Gobierno de Canarias en la ciudad. Sin embargo, la vida me dio un varapalo porque mi empresa no ganó ese año el concurso público y me quedé sin trabajo», relata. Tras este revés vital decidió regresar a Artenara para establecerse y empezar a desarrollar conocimientos e ideas que había adquirido en su etapa anterior. «Gracias a que fui durante 18 años consejera del Consejo Escolar de Canarias me pude enriquecer con diferentes iniciativas como Km.0. Tras conocer al exconsejero de Agricultura del Cabildo de Tenerife, José Joaquín Bethencourt, empecé a introducirme en el mundo del producto local y de proximidad, la dinamización de los campos...».

Todos los alimentos que se sirven en el negocio proceden de la producción local de la zona

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Así, a su regreso a Artenara decidió empezar a aplicar los conocimientos adquiridos sobre nuevas corrientes de productos locales en la finca familiar. «En el 2014 empecé a trabajar más en la finca familiar que tenemos en Acusa. Empecé a plantar y ver algo más de producción y entonces creé un grupo de consumo para vender lo que producía», recuerda. Sin embargo, esta actividad no era sostenible para su economía por los altos gastos que acarrea una explotación agrícola. Entonces empezó a transformar los productos y comenzó a hacer mermelada y conservas para venderlas en el garaje de su casa que, casualmente, se encuentra al lado de la oficina de turismo de Artenara. Puse un pequeño puesto con una mesita vieja para comprobar qué aceptación tenía entre los turistas. Cuando vi que podía ser rentable monté una tienda de producto local y este es realmente el punto en el que empieza el desarrollo de Arte-Gaia como proyecto de sostenibilidad», detalla la empresaria, que en el 2014 se dio alta como comercio al por menor para vender mermelada, queso y vino. Sin embargo, el éxito de este pequeño comercio fue llevándola a una transformación y crecimiento que no esperaba. Las personas que se acercaban a la tienda el solían preguntar en muchas ocasiones por sitios para tomarse un café y un aperitivo. A raíz de esto, Juanate decidió ir incorporando artículos a su oferta como café, bocadillos y dulces. «En un año se produjo una transformación brutal del negocio y entonces inicié el proyecto Gastro Cueva», comenta, explicando que la evolución rápida le llevó a montar un pequeño restaurante junto a su casa-cueva en el que servir platos más elaborados.

Con el éxito de las Gastro Cueva, Juanate se fue planteando nuevos focos de negocio y expansión. En el año 2018 decidió recuperar el local del antiguo restaurante de su padre, junto a la iglesia de San Matías, y comenzar el negocio de restauración Arte-Gaia. Durante algunos años estuvo regentando a la vez ambos negocios, hasta que en noviembre del pasado 2021 decidió cerrar la cueva y quedarse con el restaurante de la plaza por su mejor ubicación y condiciones. 

Producto de proximidad

Todo lo que sirve Juanate en su restaurante procede de su finca o de productores de la zona. «Este mes la carta de Arte-Gaia está muy basada en todo lo que producimos en la finca de Acusa» reconoce, detallando que en la explotación produce coles, berenjenas, calabacinos, pimientos y zanahorias, así como tomates, lechugas, papas, y diferentes frutas. «Así el cliente puede disfrutar de un sabor diferente, porque no es lo mismo que recojas esta tarde el producto de la finca y mañana lo sirvas en el plato, a que lo tengas que traer de otro sitio», asegura. 

Además de platos confeccionados con productos de la agricultura propia como berenjenas en tempura y pisto de verduras, la propietaria de Arte-Gaia destaca que la especialidad de la casa son las recetas de cochino negro como la bondiola con salsa de manzana Reineta de Valleseco o los solomillos maridados con vinos Agala de Tejeda y Vega de Acusa. «También servimos albóndigas de ternera de la zona y pollo campero criado en libertad. Todo lo compro en proveedores cercanos como la carnicería, que está en Valleseco», puntualiza.

«Organizamos rutas para conocer los tipos de setas y hongos que crecen en el pinar», explica la hostelera

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No solo de la restauración vive Juante, que por su vocación naturalista y su formación como coach también se ha dedicado a organizar diferentes actividades de turismo activo y excursionismo. En 2014 empezó atrayendo a Artenara a aficionados de astronomía para observar las perseidas. «Llegué a tener hasta 2.000 personas que querían venir, pero acabé dejando el grupo en 200, que ya era bastante. Hablé con el Ayuntamiento y los llevé a Acusa para ver la lluvia de estrellas sin ninguna luz artificial» recuerda. Tras esta primera experiencia, su siguiente idea fue organizar rutas de senderismo nocturno que salían de Artenara, pasaban por Tirma y luego terminaban en Acusa para observar la mencionada lluvia de estrellas. «También hablé con un micólogo y organizamos rutas para conocer los diferentes tipos de setas y hongos que crecen en el pinar de Tamadaba. Con todas esta actividades dinamizas la economía y contribuyes a la actividad turística, porque todas esa personas buscan alojamiento en la zona», señala.

Con respecto a sus visión sobre planes de futuro o expansión, Juanate confiesa que tiene pendiente un proyecto para montar un albergue orientado a los mochileros que pasan por el municipio y no tienen donde pasar la noche. «Estamos buscando financiación para poder iniciarlo», explica, a la vez que adelanta que también tiene en mente otro proyecto a medio-largo plazo que tiene que ver con la agricultura y que sería pionero en Canarias, aunque no desvela más detalles porque todavía está en fase desarrollo. 

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