Juntos venimos cantando, caminos de romería, para hacer noche en el Pino, hasta que amanezca el día. Con la Isa Pal Pino, de José Luis Yánez y Feluco Tejera, abrían Los Gofiones ayer noche las fiestas de la patrona de la Diócesis de Canarias, en un emocionante pregón cantado al que asistían cientos de personas apostadas ante el frontis de la basílica.

Una lectura, la del mítico grupo folclórico, en clave de sol, la primera en la historia de las fiestas patronales de Teror en este formato, y que fue protagonizada no solo por un grupo de música, sino por una parte del alma de la villa misma, no en balde, Los Gofiones desde que casi los inicios del las fiestas tal y como hoy se conocen, se erigieron con sus primeras actuaciones en la villa como un indiscutible referente de la jarana bien entendida.

El cronista oficial de la localidad, José Luis Yánez, -y mencionado coautor de la Isa Pal Pino-, lo expresaba en verso en la presentación del acto de anoche: «Hace más de medio siglo/ que empezaron sus amores/ por rescatar sentimientos/ buscando coplas y sones/ en las raíces del pueblo; en el fondo de cajones/ de abarrotadas trastiendas; en las que viejos cantores/ entre mantas y estameñas/ revueltas por los rincones/, son populares cronistas/ que pulen los mostradores/ para seguirnos contando/ como buenos narradores/ quinientos años de historia/, de Cuba/ y sus buenos rones; o el momento inolvidable/ en que, al Pino, sus canciones/ ya trajeron hace años/ para cantarlas de noche,/ en parranda y amistad/ como hace el alma noble». «Y ya les llegó el momento, de que al Pino lo pregonen».

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Pregón de Los Gofiones en las Fiestas del Pino 2022 José Carlos Guerra

Bien que lo pregonaron: «Hoy pregonarlas acongoja nuestros corazones. Tanto, que el timple tiembla de emoción, las chácaras de Gran Canaria suenan a ventorrillo, a chorizo de Teror, a bullicio en las calles, a serenata en los balcones, a canariedad», lanzaba el gofión Pepe Afonso, para rematar con un «no sabemos qué viento nos trajo a este lugar y a este momento. Pero… ¡qué bendito y hermoso viento!».

La lectura polifónica se mixturaba en las voces de Oswaldo Moreno, Santiago Nuez, Alexis Santana -«la estameña es nuestra segunda piel»-, Sergio García Beltrán, Iván Quintana y Miguel Lozano. Entre tema y tema retrataron una villa «cuna de grandes músicos», exaltando a leyendas como Candidito Ortega, que da nombre a la escuela de la villa, y a la Isa de Candidito : «Vivan las canciones de Teror, viva la alegría». Remontaron a la génesis de cuando Los Roneros o los Chicharrones, «santo y seña del buen gusto musical y fuente de inspiración», y cantera de los propios Gofiones.

Esto, en una villa que también es símbolo de idiosincracia isleña, que al igual que «Gran Canaria y Canarias no se pueden entender sin los constantes vaivenes de nuestros flujos migratorios, detalles visibles en todos los aspectos de nuestra rica cultura, aportando pinceladas de todos aquellos lugares en los que hemos estado como pueblo».

Como lo es el propio anuncio de la fiesta en sí mismo. De hecho, García Beltrán, en memoria de Francisco Repilado, Compay II, que vivió y compuso en la localidad mariana la canción elevada a himno Virgen del Pino, leía ante la casa de la patrona, que «traemos a este pregón, este canto a la Virgen compuesto por un cubano, terorense de adopción, que vivió en Casa María, en El Palmar de Teror, durante algunos años, regalándonos este bello bolero moruno que representa el amor y la hospitalidad de los canarios por todo aquello que llega para quedarse en nuestras vidas».

Por su parte, Iván Quintana no quiso pasar por alto en el arranque de la fiesta a otra de sus figuras esenciales, clave de bóveda del Pino: Néstor Álamo, «considerado el padre de la canción canaria, este insigne compositor creó, indiscutiblemente, la banda sonora de las Fiestas de El Pino, además de ser el artífice de la romería tal y como hoy la conocemos, y que en este 2022, cumple su septuagésimo aniversario». Quintana asevera que para la historia quedarán sus temas, Caminito de Teror, ¡Ay Teror qué lindo eres!, o Pal Pino, inmortalizando con ellos la fiesta, el costumbrismo, la devoción mariana o las bondades de este bello enclave de medianías».

Entremedio ocho temas, muchos de ellos los ya citados, que hicieron las delicias del público como repertorio de una parranda que finalizó con la oda al enrale isleño, la de Pancho Guerra, y que culminó en coro: Somos costeros, arriando velas, largando al viento la rumantela. Echa ron ventorrillero, turronera pon turrón.

Lo siguiente fue la apertura de los chiringuitos y, lo por venir, la madre de todas las fiestas de la redonda Gran Canaria.