La fiesta de la Vará del Pescao recuperó ayer en la playa de Arinaga, tras un parón de dos años, la tradición y el homenaje a las raíces marineras, además de la diversión, la música y las sardinas asadas por todas partes. En las imágenes, a la izquierda –en la otra página– Carmelo Peñate hace sonar su «caracol», al mismo tiempo que una mujer, siendo observado por una niña; arriba, a la izquierda, Máximo Rivero muestra una bandeja de sardinas; y a la derecha dos mujeres bailan en la avenida de los Pescadores; y abajo, una vista general de las primeras carretas, siendo doce, que esperaban en Risco Verde. |

«Yo me crié en la playa de Arinaga. Mi padre era el encargado de las salinas. Yo vi a esos vendedores y vendedoras de pescao, a todos aquellos que se ganaban la vida como podían con ese duro trabajo. A ellos les hacemos un homenaje y a nuestras raíces marineras con cada edición de esta fiesta de la Vará del Pescao», afirma Rafael Estévez, de 85 años. Él fue uno de los fundadores de esta fiesta, que se estrenó con su primera edición en 1995 y ayer celebró la número 26.

«Nunca he faltado a ninguna edición y seguiré asistiendo mientras mi cuerpo aguante», asegura Estévez, entre risas, sentado en la silla de ruedas, bien cerca de la carreta número 1, la de Los Barqueros, en el Risco Verde, mientras espera la llegada de la barca vará cargado de sardinas.

De esta forma, regresó ayer, el último viernes de agosto, la fiesta de la Vará del Pescao, después de que en 2019 se celebrara la anterior y no tuviera lugar en los dos años siguientes por la pandemia del Covid-19 en 2020, con los correspondientes confinamiento, restricciones a la movilidad y recomendaciones sanitarias.

Regresaron ayer las miles de personas, con el color blanco como mayoritario en sus ropas, como también las parrillas al aire libre y los asaderos multitudinarios y la gran parrilla al aire libre.

Con una gran puntualidad, la barca vará se aproximó minutos antes de las seis de la tarde a la playa y a la avenida de los Pescadores, a la altura del puesto de los socorristas. De repente, reinó casi el silencio y la expectación de cientos de personas que miraban o fotografiaban la barca. Eso sí, se escuchaban a las caracolas, los tambores y las castañuelas. Varios vecinos subieron la embarcación a la avenida, para ser rodeada inmediatamente pos decenas de personas para contemplar el pescado.

Máximo Rivero Almeida, de 49 años, estaba junto a la embarcación para hacer el reparto de las sardinas. En esta edición se trataba de un total de 1.200 kilos de sardinas. «Solo falté a una edición de las 26 porque era el padrino de la boda de mi hermana Pino. Fue la única ocasión que se celebró la Vará del Pescao un sábado. Siempre es el último viernes de agosto», recuerda Máximo Rivero, que iba vestido con camisa blanca, sombrero y pantalón con pernera ancha «para remangarlo», además de la caracola y la calabaza.

Vendedora

Quien también faltó solo a una edición es Pepa Almeida Castellano, de 75 años, madre de Máximo Rivero, y por la boda de su hija. «He venido una vez más como vendedora de pescado, con un vestido que puede ser de los años 50, con delantal y bañera en la cabeza para poner las sardinas. Lo hago porque me gusta y porque no hay que olvidar ese pasado», manifiesta.

Una turista italiana, Martina, acompañada por dos familiares, quiso hacerse una foto enseguida con Pepa Almeida. «Me produce mucha alegría ver a esta señora con la bañera en la cabeza porque me recuerda a mi abuela, que participaba en una fiesta medieval vestida de esa forma en nuestra localidad de Fabriano [en la región de las Marcas, en el centro de Italia]», aclara.

Quien tampoco faltó ayer fue Carmelo Peñate Cruz, de 71 años, que vestía su ropa de pescadero: con un sombrero lleno de conchas, pantalón y camisa adecuados, además de dos cestas, dos balanzas y pesas, entre otros. «Considero más apropiado llamarlo caracol que bucio o caracola», declara.

Además de la puntualidad, la fiesta se celebró con todos sus pasos y acciones de siempre: la barca vará fue llevada hasta Risco Verde, donde allí esperaban doce carretas de distintos colectivos y vecinos, acompañados de grupos y agrupaciones folclóricas. Llegó a las 18.40 horas y veinte minutos después comenzó su vuelta a la zona de Los Barqueros, seguida por las carretas y cientos de personas, al tiempo que se entregaban las sardinas ya asadas a todos los que estaban en la avenida.

A las once de la noche fueron los fuegos acuáticos en la playa de Arinaga. Durante toda la fiesta se notó la mayor presencia de efectivos de la Policía Local, Guardia Civil, Policía Canaria y miembros de Protección Civil. Sin embargo, hay que lamentar un percance.

Estado crítico

Mientras se desarrollaba La Vará del Pescao, un chico de 15 años fue traslado en estado crítico al Hospital Materno Infantil de Las Palmas de Gran Canaria por una ambulancia del Servicio de Urgencias Canario (SUC) tras sufrir un accidente. El suceso ocurrió sobre las 19.40 horas en el interior de una vivienda de la avenida de Los Pescadores de Playa de Arinaga.