La localidad cumbrera de Artenara se volcó ayer como hacia tiempo con su patrona, la Virgen de la Cuevita. En este día grande, que se celebra el último domingo de agosto, con el paréntesis de los dos últimos marcado por la pandemia, vecinos, nacidos en este pago que acuden muchos fines de semana, y residentes de otros municipios se acercaron para acompañar a la Virgen primero al mediodía en la procesión, que tuvo lugar tras la misa por las calles del casco, y luego a la caída de la tarde en el regreso a su santuario. Hasta el tiempo acompañó en Artenara, y aunque lucía el sol como corría un ligero aire hacia más llevadero el calor.

A las seis y media de la tarde comenzaba el camino de vuelta desde el templo de San Matías hasta el santuario. Vecinos y fieles volvían a congregarse para emprender el trayecto hasta la ermita. Se vivieron momentos muy emotivos cuando la soprano Maite Medina interpretó en la plaza de San Matías el Ave María de Franz Schubert. De esta formal se despedía a la patrona hasta el próximo año ya que aunque tradicionalmente una descarga de fuegos artificiales es la que marca el momento.

Lo que echaron en falta en Artenara es que estos actos festivos no se aprovechen también para poner en valor el emblema de las Montañas Sagradas y potenciar su valor etnográfico.