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La Cumbre sufre los mayores efectos de la sequía y el cambio climático

La escasez y el precio del agua amenazan con acelerar la despoblación v Los agricultores y los ecologistas alertan sobre el agotamiento de la reserva hídrica

Estado actual de la presa de La Candelaria, situada en la localidad de Acusa, Artenara, con la antigua ermita a la vista por el descenso del nivel del agua. | | LP/DLP

Despoblación, presas vacías, cultivos abandonados por la carestía de las aguas privadas, acuíferos agotados, incendios forestales, olas de calor cada vez más frecuentes y un menor efecto de los alisios en la cara norte de la Isla. Ese es el cóctel al que se enfrentan los pocos ciudadanos que todavía resisten en las zonas de cumbre y medianías altas de Gran Canaria.

La sequía, agravada por la falta de lluvias en el último invierno y las altas temperaturas de este verano, han llevado a la Unión de Asociaciones de la Reserva de la Biosfera a reclamar la declaración urgente de zona sobreexplotada por la escasez de agua y a la Federación Ecologista Ben Magec a dar la voz de alarma por la crisis hídrica que sufre el Archipiélago y cuyas consecuencias ya son evidentes en la Cumbre grancanaria.

Miguel Hidalgo, consejero de Sector Primario y Soberanía Alimentaria del Cabildo, admite que la situación «es preocupante» y que se agravará si no llueve este próximo invierno, pues los siete embalses públicos ya están agotando las reservas de las precipitaciones caídas durante la borrasca Filomena, en enero de 2021.

La presa de Soria, la de mayor volumen de la isla, está prácticamente vacía y se va aprovechar esta sequía para realizar las obras necesarias para su nuevo uso, el de depósito de agua desalada para la central hidroeléctrica de Chira-Soria. Actualmente está al 1% de su capacidad y esa agua se desviará a otros lugares para iniciar los trabajos de adaptación del embalse, explica Hidalgo.

La mitad sur de la isla es la más afectada, en concreto las cuencas de Tirajana y de Arguineguín, lo que ha obligado al Consejo Insular de Aguas a incrementar los cupos anuales de agua de presas a las comunidades de regantes. En todo caso, la mayor parte de los cultivos se encuentran en las zonas de costa, principalmente de Santa Lucía y San Bartolomé de Tirajana, y se riegan con agua regenerada procedente de la capital.

El Cabildo, desde hace casi una década, proporciona a la agricultura un caudal de aguas depuradas en la estación de Barranco Seco, que ya alcanza los seis millones de metros cúbicos anuales. Esa agua ya se eleva a la altura del pueblo de Santa Lucía y se utiliza en fincas de El Tablero de Maspalomas o El Salobre. «Estamos trabajando para que esa agua llegue a cubrir las necesidades desde Fataga a la costa, para que de Fataga hacia arriba dependan del agua de las presas», apunta.

En la zona norte, según Hidalgo, la situación es diferente, pues en la presas aún existen reservas de agua para un año agrícola. Además, el mismo cultivo que en el sur necesita dos o tres riegos por el fuerte calor, en el norte puede sobrevivir con uno solo.

Respecto al aumento del precio de las aguas de riego privadas –las públicas tienen un precio fijo regulado por el Consejo Insular de Aguas–, el consejero señala que es habitual que al final del verano haya una subida y que se pague la hora de agua a cerca de 25 euros, pero asegura que eso «viene ocurriendo desde hace décadas en las medianías». Niega que el precio se haya duplicado este verano, tal como denuncian los agricultores, y calcula que a partir de septiembre volverán a descender a su precio medio, entre 18 y 20 euros la hora. También sostiene que la administración no puede intervenir porque es un mercado privado.

Antonio Díaz y Cristóbal Sánchez, representantes de la Unión de Asociaciones de la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria, advierten de que el problema ya no es la subida de los precios, sino que ya no hay agua porque, aparte de que llueve menos, en el último medio siglo se han «esquilmado» todos los nacientes.

«En la Cumbre ya no queda agua porque hemos perforado la isla con más de 4.000 pozos, hemos hecho un colador y ahora está a cientos de metros de profundidad, pues el nivel de las aguas subterráneas ha bajado a los 700 metros sobre el nivel del mar y a este ritmo pronto estará a 400 o 500 metros», afirma Sánchez, quien alerta de que «la isla se seca definitivamente» porque el agua que se sacaba de la Cumbre, de Tamadaba a Tirajana, se ha gastado.

Los colectivos vecinales que se agrupan en esta organización de la Reserva de la Biosfera han reclamado al Cabildo la declaración de zona sobreexplotada y también que cumpla la Ley de Aguas de Canarias, que obliga a una planificación de los recursos disponibles y a crear un registro y un catálogo de aguas públicas y privadas.

En la misma línea se pronuncia el informe elaborado por Ben Magec-Ecologistas en Acción, que augura «un colapso hídrico» en Gran Canaria si no recupera de forma urgente el nivel freático que tenía la isla hace 50 años, incluso elevando agua desalada a la cumbre con energías alternativas para recargar el acuífero, según propone Eugenio Reyes, portavoz de la federación ecologista.

Ambas organizaciones llaman la atención sobre la idea extendida de que el campo grancanario se ha despoblado porque la gente tiene más oportunidades en la ciudad o en las zonas turísticas. Al contrario, entienden que desde las décadas de 1960 y 1970 también se empezó a abandonar la agricultura por la falta de agua, un problema que puede extenderse ahora a toda la isla.

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