La Provincia - Diario de Las Palmas

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El Camarín de la Virgen de Guía

Con admiración y profundo respeto hacia el trabajo que por nuestro patrimonio y nuestra cultura lleva décadas laborando, don Pedro González Sosa

Imagen de la Parroquia de Santa María de Guía. LP/DLP

«Eran las seis y cinco de la tarde –en una tarde soleada, tranquila y que nos vino a recordar aquellas domingueras de cuando uno era niño en aquel mismo escenario que hoy contemplamos desde las «graditas» de la iglesia– cuando llegó el cardenal–arzobispo de Sevilla, que procedía de la capital y a cuyo aeropuerto había arribado por vía aérea en la misma tarde del domingo, acompañado por el secretario particular del obispo».

Así rememoraba el ilustre Cronista Oficial de Guía la tarde del domingo 22 de mayo de 1972 cuando la llegada del cardenal José María Bueno Monreal iniciaba la ceremonia de la inauguración del Camarín de la Virgen. Don Bruno Quintana, el párroco de cuyo empeño casi empecinado surgió la idea de hacer un Camarín digno que sustituyese al realizado en el siglo XVIII, dejó constancia en sus memorias publicadas en 1998 de aquel acto, con el que se culminaba más de una década de ilusiones, tareas y alguna que otra controversia, dirigido todo a crear para la Virgen, uno de los espacios artísticos más singulares y hermosos de toda Canarias.

Avisado el obispo Infantes Florido a fines de 1971 –cuando ya las obras estaban solo a espera de los últimos detalles– de la intención de inaugurarlo y bendecirlo en los primeros meses del año siguiente, y de que tal acto revistiese «la mayor solemnidad y brillantez», aceptó la propuesta de que asistiera al mismo el cardenal y arzobispo de Sevilla por entonces. El mismo Infantes realizó las gestiones para llevar adelante la iniciativa. Bueno Monreal aceptó «con todo cariño, prometiendo venir a Las Palmas por este motivo y, aprovechando la coyuntura, tener una asamblea con todos los obispos de la Archidiócesis».

Tras la recepción, entrada al templo, salutaciones y bienvenida del párroco, comenzó la misa con homilía cardenalicia. Luego, subió al Camarín e hizo vivos elogios de la belleza y arte que encierra, admirando la imagen de la Virgen, ante la cual oró unos instantes. Luego recorrió la sala, quedando así inaugurada a los diez años de haberse iniciado. El doctor Bueno Monreal firmó en el Libro de Oro de la Parroquia, con las siguientes palabras: «Mi primer contacto con Gran Canaria ha sido ante la imagen de Santa María de Guía, rodeado del fervor popular en la Pascua de Pentecostés. Pido a la Señora que nos guíe y alcance para nuestra Patria la fidelidad al Señor». 

El Cardenal inauguró el Camarín, pero su bendición correspondió a Infantes Florido que la llevó a cabo el 2 de junio de aquel mismo año, interviniendo como padrinos el presidente del Cabildo Insular de Gran Canaria, Juan Pulido Castro, y el alcalde de Santa María de Guía, Ignacio Arencibia; junto a sus esposas Margarita Navarro –representada por la sobrina de Pulido– y Concepción González, respectivamente.

Proceso del Camarín

Tal como detalla González Sosa en su trabajo sobre la Relación Genealógica de Fray Juan Suárez de Quintana, éste había dirigido las obras del Camarín de la Virgen de Guía em la década de 1730 «con limosnas de los hermanos don Mateo, don Bernardino y doña Juana de Quintana, además de 500 reales entregados por el alférez don José Rodríguez, mayordomo de Fábrica y administrador de los cercados propiedad de la parroquia situados en Pico Viento».

Y éste fue el espacio que, con distintas reformas, se encontró Bruno Quintana cuando llegó a ocuparse de la parroquia el 12 de marzo de 1943. Ese día, acompañado por el sacristán Manuel Díaz Rivero, visitó la iglesia y al subir al camarín, que esperaba pobre, pero «decentito y con vitrinas conteniendo los mejores ornamentos y prendas» lo que encontró fue lo que describió como «un desván, un cuarto de despojos, ocupado por todos los enseres que en ciertos días eran necesarios para la parroquia», por lo que desde que tuvo oportunidad manifestó a los parroquianos de Guía la necesidad de emprender la obra.

La situación bélica de aquellos años y una economía resentida aún por la contienda civil no lo hicieron posible.

Sería doce años más tarde cuando el guíense José Samsó Henríquez, auditor general togado del Consejo Supremo de Justicia Militar; decidió pagar otro proyecto del párroco, un trono de plata para la Virgen de Guía, que fue encargado a la empresa madrileña Talleres de Arte, tal como destacara el propio cronista González Sosa en la presentación de la biografía que sobre Samsó realizara Sergio Aguiar Castellano hace unos años.

Sergio Aguiar, asimismo en otros varios textos que ha escrito sobre el mismo nos informa sobre detalles de su vida, como que fue hijo del catalán Clemente Samsó Farrés y la canaria Felipa Henríquez Suárez; que nació en la ciudad de Guía de Gran Canaria el 3 de octubre de 1890; y al que definió como «el pionero del cooperativismo en Gran Canaria, que cambió radicalmente la agricultura insular de exportación frente al casi monopolio de empresas extranjeras». Con raíces en Caldes de Montbui (Barcelona), Guía, Gáldar y Teror, Samsó fue un personaje importante en la historia de toda la comarca a mediados del pasado siglo y a raíz de haber pagado el mencionado trono y ante el mismo, en los días previos a su bendición dijo al párroco, que acababa de visitar Teror, y había visitado el Camarín de la Basílica terorense. Don Bruno escribió que las palabras de Samsó fueron «hay que hacer aquí otro igual, o mejor, para la Virgen de Guía. Encargue lo antes posible el proyecto a un arquitecto, que yo le entregaré cien mil pesetas como primera aportación. Abra una suscripción en la ciudad para que todos los hijos de Guía contribuyan a esta magna obra en honor de nuestra Patrona, pues debe ser obra de todos». La aportación de Samsó vino a unirse a la de Eugenio Sosa Suárez, residente en Cuba, que envió la cantidad de 8200 pesetas y a la de Carmen Mauricio Sosa, que entregó 500 pesetas.

Ante el ofrecimiento, el párroco con presteza encargó el proyecto al arquitecto José Luis Jiménez Domínguez, con el que ultimando el mes de marzo de 1961 se pudo dar inicio, previa licencia del obispo Pildain, al camino del Camarín de la Virgen de Guía.

El propio cura, el alcalde Rafael Velázquez García, Fortunato Estévez Galván, Francisco León Mauricio, Francisco Miranda Santiago, y por sugerencia del alcalde Néstor Álamo Hernández como director artístico, conformaron el grupo Amigos del Camarín al que se sumaron o apearon algunos en la década que duraron las obras.

Los fondos y las obras

Y esa «obra de todos» dio comienzo. 

El 12 de agosto de aquel mismo año de 1961, Pedro González Sosa entrevistaba al alcalde de su ciudad natal y haciéndose eco de la necesidad de difundir el proyecto, le preguntaba por la obra, a lo que el edil expresaba la ilusión ante el comienzo «del nuevo, el decoroso, el necesario camarín de la Virgen, donde se recoja toda la riqueza y tesoro artístico de la patrona y embellezca adecuadamente su hornacina interior». Y el 17 de agosto, con motivo de la festividad de San Roque, en el Teatro Hespérides, el ballet de Trini Borrull en colaboración con las Madres Dominicas organizaba un festival de arte a beneficio del Camarín de la Virgen. En 1969, el Cabildo de Gran Canaria, dentro del concurso de embellecimiento artístico turístico, concedía a Guía un premio de diez mil pesetas en metálico por las obras del Camarín, que fueron entregadas al párroco. El 31 de enero de 1970, a beneficio de las obras, se celebraba en el Casino una gala artística, con pase de atracciones, desfile de modelos. Finalmente, en 1972, ya con las obras prácticamente concluidas, el Cabildo donaba la cantidad de 72.000 pesetas.

Las obras de mampostería; el reforzamiento y revestimiento de pisos, techos y paredes encargados al maestro de obras José Bolaños; la renovación del techo de la sacristía, que habría de ser el piso del Camarín; la colocación de jambas y dinteles de cantería rosa sacada del Barranco de Valerón y trabajada por labrantes de Arucas; la ornamentación y decoración de todas las dependencias del Camarín encomendada a Néstor Álamo Hernández, independientemente de otras cuestiones; la encomiable y artística labor de Juan Serrano Moreno, tallista; Pedro Mendoza, maestro ebanista; y Juana López Moreno, autora de la policromía, hicieron posible hace medio siglo el Camarín de Guía-.

Tea, caoba, morera, pan de oro, plata, vitrinas, imágenes, la hermosa cantería de nuestra tierra…, pero sobre todo, la extraordinaria imagen para la que el fervor y el entusiasmo del pueblo de Guía empujó todo este empeño, fueron el motor de lo que Santiago Betancor Brito dijo que era «la joya más valiosa que posee el templo. Construido en los últimos años, dada su configuración, parece como si en realidad tuviera siglos de existencia».

Los años siguientes han sido de permanente avance en las fiestas y el patrimonio que rodea la devoción a Nuestra Señora de Guía. La tan solicitada coronación canónica llegó con toda justicia el año 2012. Ese mismo año, el Ayuntamiento reconocía con la concesión del escudo de oro a Mercedes Barea, Ana Márquez y Esther Estévez, como Camareras de la Virgen, su labor de «velar por la imagen, de su cuidado, pero también de otras muchas tareas relacionadas con la Iglesia parroquial, como el cuidado del trono y del camarín de la Virgen». 

Pedro González Sosa fue nombrado en 1980, primer Cronista Oficial de Guía y no ha dejado en todos estos años de hacer lo que ya hacía desde antes con toda la fuerza que aporta el saber y la vehemencia de luchar por lo justo: la crónica y la historia de Guía. Como su lucha para que el procesionar de la imagen volviera a su aspecto anterior a la llegada del trono en 1955.

Por eso van los pueblos hacía delante. Porque tienen personas que como las que aquí he relacionado, que aman el lugar donde han nacido y por ello merecen todos los honores.

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