Su amor a la docencia y a Canarias son los dos aspectos que me vienen a la mente cuando recuerdo a Carmen Alemán, religiosa de la Institución Javeriana que nos dejó el pasado día 9 de septiembre por la noche después de una larga y complicada enfermedad.

Se fue en silencio, sin hacer ruido, como vivió su última década en la que, lentamente, se iba perdiendo en las lagunas de su memoria y olvidando, poco a poco, una existencia de gran actividad al servicio de la Iglesia diocesana.

Su implicación en el estudio sociopastoral de los años 60 -que supuso un episodio destacado en la reciente historia de la Iglesia en Canarias- nos da testimonio del entusiasmo y entrega que motivó siempre a Carmen.

Su participación en el Sínodo diocesano de 1992 ocupando cargos de gran responsabilidad y su aportación en las comisiones sinodales donde estuvo presente, reafirmaron años más tarde esa disponibilidad eclesial.

Su preocupación social fue latente. De una forma especial, durante su estancia en el sur de Gran Canaria y en la labor que allí realizó, junto a otras javerianas, durante el período que se denominó durante muchos años el triángulo de la pobreza (1969-1970) y que afectaba a los municipios de Santa Lucía de Tirajana, Ingenio y Agüimes. En aquella época, Carmen dirigió los cursos de INEM en el Doctoral (1972).

Licenciada en Pedagogía por la Universidad Complutense de Madrid ejerció la docencia con dedicación y entusiasmo en diversos centros educativos: en el Colegio de La Salle de Arucas, en el Instituto de Formación Profesional de Las Javerianas en Vegueta., en Las Palmas de Gran Canaria, donde impartió Historia de Canarias y tuve mi primer encuentro con ella, como profesora. Sus clases, llenas de ingenio, transmitían con amenidad el pasado de nuestras islas, el origen de nuestra cultura y, conocedora de nuestra poca edad y facilidad para el despiste, nos alegraba la mañana con los cuentos de Pepe Monagas que, con tanta gracia, contaba.

Nos volvimos a encontrar durante la etapa del Sínodo de 1992 y, más tarde, en 1994, comenzó sus colaboraciones mensuales en la revista diocesana Iglesia al Día.

Dejó huella en el Colegio de San Ignacio de Loyola, - el Colegio de Los Jesuitas, como le conocemos-, en la capital grancanaria. Allí fue jefa de estudios en EGB e impartió clase a los jóvenes de BUP hasta que se jubiló el 15 de enero del año 2000.

A Carmen Alemán, amante de la identidad canaria y del paisaje isleño le gustaba organizar visitas culturales por el barrio de Vegueta y por el barrio de San Francisco, en la ciudad de Telde, y actuó como guía en la Exposición La huella y la senda (2004) que se mostró en la Catedral de Santa Ana.

En definitiva, es muy difícil resumir una vida tan rica e intensa como la de Carmen Alemán, por lo que únicamente me queda agradecer el haberla conocido y lo que su testimonio y nuestras conversaciones, aportaron a mi vida.