Artenara vivía ayer, por segunda jornada consecutiva, alejada de Tejeda y La Aldea. Las copiosas lluvias registradas en la Cumbre de Gran Canaria durante el pasado fin de semana con el paso de Hermine provocaron desprendimientos de piedras. Esto hizo que se cerraran las carreteras que conectan estos núcleos poblaciones debido a las rocas de grandes dimensiones que impedía el paso de los vehículos. El alcalde artenarense, Jesús Díaz, esperaba que a última hora del lunes se retomaran las comunicaciones con Tejeda, donde tienen el centro de salud de referencia en horario nocturno, y adelantaba que la vía de Acusa permanecerá, previsiblemente, varios días cerrada por la gran cantidad de material que hay en la calzada.

Hermine, además de los derrumbes y registros en los pluviómetros por encima de los 150 litros por metro cuadrado, dejó una Cumbre desierta. José Antonio Quintana, hijo de los dueños de la histórica Dulcería Nublo, reseñó que durante el sábado y el domingo «no apareció nadie» por su negocio, que decidió cerrar por las tardes porque: «Sólo estábamos los trabajadores y yo». «Estaba todo el mundo con el miedo en el cuerpo y haciendo caso a lo que decía el Gobierno de Canarias», añadió. Una visión que corroboró el alcalde tejedense, Chicho Perera. «La gente ha sido muy respetuosa con todas las indicaciones que se hicieron llegar por parte de las instituciones; se portaron bien en ese sentido», dijo.

Desprendimiento que obligó a cortar la carretera que conecta La Atalaya de Santa Brígida con Telde | | LP/DLP

Con ese panorama, los habitantes de las zonas altas vivieron un fin de semana similar a los de invierno porque se tuvieron que resguardar en sus casas de las precipitaciones, porque el frío ni hizo acto de presencia. Y la lluvia que cayó era «finita», sin viento, como apuntó el comerciante, que gracias a que cayó de manera ininterrumpida durante 48 horas hizo correr los barrancos «un poco», como señaló el regidor. Algo, el que corrieran tan poco el agua por los cauces, que Perera tildó de «extraño» porque «con la mitad de lluvias, en otras ocasiones, corren muchísimo más». En cualquier caso, el alcalde animó a los ciudadanos a visitar en los próximos días algunos puntos del municipio como el charco de Palomas, que ya tiene su icónico caidero para inmortalizarlo con una foto. Ya a mediodía de ayer se comenzaron a ver los primeros turistas y familias, que aprovecharon que no había clases en los colegios para ir de excursión a la Cumbre a ver si llegaban a tiempo para apreciar las escorrentías en las laderas y los cauces llenos de agua.

Quintana y Perera coincidieron en comentar que «nunca llueve a gusto de todos», en referencia a los agricultores que en algunos casos ven el agua como una bendición al llenar sus tanques, y en otros como un perjuicio para sus cosechas que estaban a punto de coger. Aunque, «en líneas generales», dijo Chicho Perera, «la gente está contenta porque los depósitos de los agricultores de Tejeda están llenos». En Artenara, en cambio, las molestias llegan con las carreteras. En concreto con una, la GC-210 que va de Tejeda a La Aldea. Esta vía permanece cerrada entre el kilómetro 1 y el 6, que dificulta a los artenarenses acudir al centro de salud de Tejeda, el único que permanece abierto en la Cumbre durante la noche. Esta incidencia les obliga a ir por Cruz de Tejeda, lo que demora el trayecto de los 13 minutos habituales a los 33 actuales con el cierre de la carretera. El otro tramo cortado va desde el kilómetro 12 hasta el 30, entre Acusa y La Aldea, y que ya Jesús Díaz señaló que permanecerá sin tráfico durante unos días porque son varios los desprendimientos que afectaron a esta estrecha carretera que discurre por alguna de las principales presas de la zona, que si bien vieron entrar agua, no fue tanto como hacían presagiar los datos.

Rocas sobre el asfalto de la vía que va de Artenara y La Aldea. | | LP/DLP

El alcalde de Artenara explicó que la lluvia caída el sábado se quedó en la tierra, «que estaba muy seca», y no fue hasta el domingo cuando las abundantes precipitaciones hicieron que corrieran los barranquillos en dirección a los embalses. En cualquier caso, matizó, la altura del agua en las presas «ha subido muy poco», lejos de lo ocurrido en 2014 cuando un episodio de lluvias continua hizo que la de Lugarejos se llenara por completo.

En San Mateo, el otro municipio cumbrero, la normalidad fue la tónica predominante de todo el fin de semana. No dejó de llover, pero lo hizo de forma tranquila y no provocó ninguna incidencia reseñable, como indicaron desde fuentes del Consorcio de Gran Canaria. Sí que se produjeron derrumbes y caída de árboles en Santa Brígida, uno de los municipios más afectados de la Isla por Hermine. Un muro de la GC-80, que conecta la carretera del Centro con Telde, colapsó cerca del barrio de La Atalaya. Los técnicos de Carreteras del Cabildo de Gran Canaria decidieron proceder al cierre de la principal conexión entre la villa sautateña y la ciudad de los faycanes.

Estado de la presa del Parralillo, entre Artenara y La Aldea, ayer. | | LP/DLP

La otra incidencia se produjo en una casa situada en el kilómetro 3 de la GC-15, en la entrada a Santa Brígida, cuando parte de un eucalipto cayó sobre la terraza de una vivienda. Ocurrió a las tres de la madrugada de ayer y los moradores escucharon el estruendo. El árbol provocó daños en parte de la estructura de la vivienda. Al lugar acudieron los bomberos del Consorcio del parque de San Mateo, que durante la mañana se encargaron de retirar la rama de grandes dimensiones y evaluar los daños en la terraza y en una habitación que había debajo. Junto al técnico municipal, corroboraron que también existía riesgo de que otra parte del eucalipto colapsara y cayera sobre el núcleo del chalé, que en ese caso sí que generaría importantes daños en la estructura del inmueble.