Las lluvias caídas en Gran Canaria durante el paso de la tormenta tropical Hermine permitirán finalizar con antelación la campaña contra incendios forestales de este año 2022, que «técnicamente ya se da por cerrada» porque los bosques están hidratados y se reduce de forma drástica el riesgo de conatos en los meses de septiembre y octubre, uno de los principales temores de los responsables de la lucha contra el fuego porque es el periodo en que la vegetación está más seca por el calor del verano.  

La consejera de Medio Ambiente del Cabildo de Gran Canaria, Inés Jiménez, ha explicado que las  precipitaciones han sido «muy beneficiosas» para la prevención de incendios forestales y que, en la práctica, ya se considera concluida la fase de mayor riesgo. La próxima semana se celebrarán reuniones técnicas para evaluar la incidencia de las lluvias y decidir la fecha oficial del cierre de la campaña, que se reduce o se amplía en función de la climatología y las condiciones del terreno. 

Durante la presentación del dispositivo se anunció que el periodo de alto riesgo comprendía desde del 1 de julio hasta el 30 de septiembre y que después comenzaría un segundo periodo de medio riesgo que se extendería hasta el 30 de octubre, fecha en la que oficialmente concluiría la campaña. En cualquier caso, el contrato de los helicópteros obliga a mantener un aparato todo el año en la base de Artenara y otro desde 1 de junio al 1 de diciembre. 

Además de atenuar la sequía agrícola por la entrada de 2,7 millones de metros cúbicos en las presas de la isla, lo que aumenta las reservas para el riego hasta el verano de 2024, «las lluvias han sido buenas para la vegetación, la fauna, los acuíferos, los espacios protegidos y la naturaleza en general», resaltó Jiménez, quien detalló que «han sido unas precipitaciones muy persistentes en el tiempo pero de baja intensidad, a lo que hay que sumar que no hubo viento que es el que causa más destrozos». 

Cuando ambos agentes meteorológicos actúan juntos, la lluvia va ablandando el terreno y el viento va moviendo árboles y piedras, con los consiguientes daños. Las condiciones que se dieron durante el paso del ciclón Hermine maximizaron la infiltración, por lo que gran cantidad de agua se introduce en el acuífero y se evitan los torrentes.  

Hidratación

«No hubo grandes escorrentías para todo lo que llovió en esos tres días; si esa cantidad hubiese caído en seis horas hubiese generado muchos más daños», relató la consejera. Según los técnicos de Medio Ambiente consultados, las zonas con más problemas están en La Aldea y en algunos cauces de barrancos que hay que limpiar, pero «son daños mínimos para la cantidad de agua que cayó». 

Por tanto, según los mismos responsables de la lucha contra el fuego, es posible cerrar la campaña de 2022 porque la vegetación ha recibido una lluvia serena y constante. «Si hubiese un incendio dentro de un mes, cogerá a toda la vegetación hidratada y arderá de otra forma», explicó uno de los técnicos, quien comentó que la reducción del riesgo permite al personal de Medio Ambiente redirigir sus esfuerzos a las repoblaciones, selvicultura o las quemas prescritas.  

Una vez que el terreno está empapado, empezará a crecer la hierba y eso hará que las próximas lluvias sean menos peligrosas, pues la vegetación protege el suelo de las escorrentías, que en caso de producirse serán de aguas más limpias. Los meses de septiembre y octubre son «peligrosos» por la sequedad del terreno. Un ejemplo de incendio en esta época fue el de 2017 en Gran Canaria, el que destruyó el Parador de Tejeda.