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Barrios del Sureste, pasado y presente (VIII) | El Puente, El Cuarto, La Palmita y La Pastrana

Un núcleo comercial desaparecido

El Puente, El Cuarto, La Palmita y La Pastrana son de una de las zonas más antiguas del casco de la villa de Ingenio | Tuvo su época dorada y llena de negocios

Una señora camina en El Puente en la década de los años 60. La Provincia

Las poblaciones que forman parte del casco antiguo de Ingenio, El Puente, El Cuarto, La Palmita y La Prastrana, están llenas de historia, con calles estrechas y casas que antes eran tiendas de aceite y vinagre, zapatería, escuelas, carnicería o sombrerería. Ahora, una quincena son viviendas vacacionales y otra un hotel. Los mayores saben dichos e historias del poeta, de los que vivían en la Casa del Cura u otros personajes.

Los núcleos poblacionales El Puente, El Cuarto, La Palmita y La Pastrana, que son pequeños en sí cada uno, son de una de las zonas más antiguas del casco de la villa de Ingenio. Todos están por debajo del Ayuntamiento y de la iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria, y tienen mucha historia y un presente muy distinto a lo que era. La población de hoy en día será de algo más de mil personas. Se conserva un patrimonio y unas casas más que centenarias. Por ejemplo, en El Cuarto se encuentra la casa construida en el siglo XVI en la que nació, en el siglo XX, el poeta popular Juan Manuel Silvestre de la Nuez Vega, conocido como el poeta Juan o Juanito Nuez, con una calle con su nombre.

Los tres primeros núcleos antes comentados tienen algo en común: están en la cara norte del barranquillo del Ingenio, en gran parte soterrado, y que empieza algo más arriba del barrio de El Sequero, pasa por el parque Néstor Álamo y acaba en el barranco El Escobar, cerca de la rotonda de Los Luchadores. El barranquillo del Ingenio cuenta también con otra denominación popular que conocen bien los mayores al ser pequeño y estrecho, y al tener que caer mucha agua de la lluvia para que corra por su cauce: el barranco del culo pesado. Por este segundo nombre hay un dicho: «En ingenio no ha llovido hasta que no corre el culo pesado». El agua corrió en el mencionado barranquillo tras el paso de reciente la tormenta Hermine por el Archipiélago canario.

la calle Nueva, el pasado miércoles, con el inmueble que era la lonja de carne -casa con la puerta-.

En relación a la ubicación, además de estar en la cara norte del barranquillo del Ingenio, las tres primeras poblaciones se encuentran por debajo de la Corporación local y del parque Néstor Álamo, al tiempo que La Pastrana está paralelo y al norte de los otros tres.

Topónimos

La zona denominada El Puente se llama así por la infraestructura que se construyó en varias ocasiones, rodeada de varias casas, sobre el barranquillo del Ingenio, que separa de los antiguos barrios de El Sequero-Almendro y La Banda.

En 1841, el Ayuntamiento de Ingenio determinó que los labradores, acabadas sus labores del día con las cosechas, y vecinos trabajasen en construir la calle real del Puente. Un fuerte temporal que se desató el 18 de abril de 1852 provocó que desapareciera el puente por la gran avenida de agua en el estrello barranquillo del Ingenio. El alcalde Francisco Espino ordenó que se cargasen de todo lo necesario, «sesenta pesos» para la recomposición del puente.

En 1858, el alcalde Juan Navarro ordenó a los expendedores de carne que «no vacíen los mondongos de carne en el puente por el olor pestífero que se origina».

Un grupo de mujeres y niñas en la misma vía, en la década de los años 50 del pasado siglo.

El Cuarto, que está a poca distancia de El Puente, unos 500 metros, es una pequeña plazoleta que es una encrucijada de caminos, los cuales conducen a El Sequero, La Banda, Almendro y Aguatona. Allí, en esa plaza existía una cantonera para distribuir el agua dentro de un cuarto, y de ahí procedió su denominación.

Más abajo de El Cuarto, a menos de medio kilómetro de distancia se halla La Palmita. Este núcleo debe su nombre a una palmera de mediana altura, de entre 15 y 20 metros, y que estaba en el antiguo camino que desde El Ejido llega a la Cumbre.

En este lugar se encuentra la denominada casa del Cura o casa de Ritita la del Cura. Se trata de una casona donde vivieron los párrocos Santiago Sánchez Dávila y Juan Ramírez Sánchez, quienes fueron los propietarios. Uno de los últimos dueños de esta casona fue Justino Pérez Ramírez, siendo en la actualidad una de sus hijas.

La Pastrana tiene un carácter más rural respecto a los otros tres núcleos, así como su mayor dedicación en los últimos siglos a la agricultura, con vacas y burros. Hay referencias históricas de principios del siglo XVI sobre un comerciante judío llamado Juan de Pastrana que hacía negocios con el azúcar de esta zona. La Pastrana, que limita por el norte y poniente con el Valle y por el sur llega a las antiguas casas de El Ejido.

José Rodríguez Sánchez prepara una cesta grande para la carroza y la ofrenda a la virgen del Pino de Teror, en los 70 Marcos Álvarez Morice

Hoy en día hay edificios de tres plantas y más espacio para construir y aparcar. Allí se encuentra el Colegio de Educación Infantil y Primaria (CEIP) La Pastrana.

La Ladera

El acceso a la zona de El Puente, por el sur y por arriba, según se baja por la plazoleta San Blas junto a la iglesia de la Candelaria, es la calle Francisco Dávila Ramírez, conocida como La Ladera, en la cual estaba al final el despacho de José, el practicante. Esta calle conecta con la vía Antonio Rodríguez Medina, que hace esquina con la calle Nueva. En ese lugar, por el otro lado del inmueble del despacho del practicante estaba la escuela de niñas de Felicitas. Esta maestra tiene otra calle cercana con su nombre, exactamente denominada Profesora Felicitas Rodríguez.

La calle Nueva, que está por arriba del puente, es el ejemplo de que esta zona del casco de Ingenio fue un centro neurálgico, comercial y social. En esta vía estaba la lonja, en la cual se vendía y distribuía la carne, y era el único sitio en toda la villa. También se hallaba la escuela de párvulos, es decir, la de los niños, que después se convirtió en un instituto de Formación Profesional (FP). También otra vivienda se ha transformó en taller municipal de artesanía.

La barbería de Bartolomé Cabrera, en El Puente, en 1956

Existe la documentación que acredita que la oficina de farmacia de Faustino Isaac Risueño Rivón fue inaugurada en 1913 en esta calle, aunque se desconoce en qué número de la misma, y que estuvo operativa no más de siete años. Fue la primera farmacia que existió al sur de Telde.

Prosperidad

Esta zona del casco de Ingenio, con cuatro poblaciones, tuvo la época más próspera entre los años 60 y casi 90 del pasado siglo, al haber un gran movimiento comercial.

Eso sí, sus calles son estrechas y en la actualidad con poco espacio para aparcar, y sin suelo para construir más inmuebles. En El Puente, además de la carnicería, estaban unas seis tiendas de aceite y vinagre, y al menos tres panaderías, de las que quedan hoy en día dos, la de Amaro y la de El Puente, que había abierto en la década de los años 20 Florentina Suárez. También se hallaba el edificio y la cancha de la Organización Juvenil Española  (OJE), que se conservan, y allí surgió el club de balonmano Ingenio OJE.

En El cuarto, donde hubo dedicación a la compra y venta de cochinilla, había cuatro comercios y la herrería del maestro Pepe Medina, que tenía maquinaria pesada. Sus nietos siguen con la profesión en otros lugares de la Isla.

El horno de leña centenario de la panadería El Puente.

En La Palmita estaban seis panaderías, la zapatería de Paquito y la sombrerería de Francisco García, además de varias familias dedicadas a la cestería, profesión ya desaparecida. Miguel Rodríguez Romero, de 60 años y natural de La Palmita, es el segundo hijo de los cuatro de José Rodríguez Sánchez, que falleció a los 89, y de Encarnación Romero Romero, que tiene 85 años. Sus hermanos son Catalina, Nina; Francisco José; y Encarna Rodríguez Romero.

Una quincena de casas antiguas son ahora viviendas vacacionales y un hotel, siendo la tranquilidad un atractivo

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«Mi padre, abuelo y tíos fueron cesteros. Yo lo aprendí, pero no tuve el talento que tenían ellos. La cestería era una industria de la que vivían familias enteras. Todo se hacía con hojas de palma, como esteras, escobas, cestas de agricultura, cestas para pan o cestas pedreras», recuerda Miguel, quien optó por estudiar FP, administrativo, para después trabajar en el Sur, en supermercados, y luego en una ferretería de Ingenio, donde lleva 27 años. Se casó en 1988 con María Jesús, Susi, Estupiñán López, natural del barrio de La Bagacera. Sus pasiones son la lectura, en especial la historia, y la lucha canaria, sobre todo el club Maninidra.

Miguel Rodríguez Romero.

«Pienso que la desaparición de esos comercios y la cestería fue en torno a los años 90 por la falta del relevo generacional, y porque muchos optaron por trabajar en el Sur. Se ganaba más trabajar en un hotel que haciendo cestas», opina Rodríguez Romero.

En la actualidad, muchas casas antiguas, bien conservadas, se han convertido en viviendas vacacionales, unas quince. Quedan dos panaderías y hay un supermercado, pero cerró el restaurante Juventud. Una pareja natural de los Países Bajos convirtió en 2019 en hotel, Villa Néstor, el inmueble que había sido la tienda de Antoñito Marcial, y luego de su hija, así como casino y salón de fiestas. «Se ha convertido en un barrio dormitorio, siendo la tranquilidad uno de sus atractivos», concluye.

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