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Día de Difuntos | Visita a los cementerios

Mensajes en la memoria por el día de difuntos

Miles de grancanarios acuden a los camposantos de la Isla para honrar a sus seres queridos | Crisantemos, rosas y anturios no faltaron, pese a disparar su precio

Día de los Difuntos en Teror y Arucas

Día de los Difuntos en Teror y Arucas Juan Castro

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Día de los Difuntos en Teror y Arucas Adzubenam Villullas

Los cementerios de Gran Canaria volvieron este martes a vestirse de crisantemos, rosas y anturios. Miles de personas se acercaron en este día de Todos los Santos a honrar a sus seres queridos y mantener una tradición que lucha por mantenerse a flote pese al avance de nuevas costumbres, «esto ya no es lo mismo, pero yo lo veo como algo natural», apunta una vecina en el camposanto de Teror.

Es día de Todos los Santos y el sol cae a plomo sobre el cementerio de Nuestra Señora de los Dolores de Teror. Solange escribe con precisión y con una lágrima rozándole el ojo un nota a sus padres. Unas palabras de recuerdo y esperanza que dejará en el corcho que han habilitado estos días en el camposanto bajo el epígrafe de «mensajes en la memoria». Y es que este no es un día cualquiera para ella, se cumplen 24 años del fallecimiento de su padre, «por eso pensamos y decimos que es un ángel, quince días después perdimos a mi madre».

Miles de personas se acercaron este martes a los cementerios de Gran Canaria a celebrar el día de Todos los Santos. Las flores no faltaron, pese a que su precio se ha disparado por culpa de la inflación. Y es que, aunque el Halloween y otras costumbres llegadas de latitudes lejanas han ido desplazando los tiempos de candelas y castañas, poner un ramo a los muertos en estas fechas sigue siendo algo marcado en el calendario. En definitiva, honrar a esos seres queridos que ya no están entre nosotros.

Quien lo tiene claro, precisamente, es Francisca Soto. «Ya no es lo mismo que antes, pero yo lo vivo como una cosa normal, natural», explica mientras terminar de arrejuntar unos crisantemos, un par de rosas y algún que otro clavel. El precio se ha disparado, reconoce, «pero es un día al año, qué le vamos a hacer». Al final, indica, «estos es lo que uno ha aprendido de siempre, de niña no teníamos las cosas que hay ahora e ir de misa de alba, a las cinco de la mañana, era una diversión». Esta vez ha venido acompañada de su hermano y su cuñada, pero reconoce que lo suyo no es algo puntual de un día al año, «venimos en cumpleaños y durante todo el año».

Honrar a los muertos

Natural del barrio de Quebraderos, al pie del barranco del Álamo, José Soto y Aurora Cabrera eran gente de campo, sencilla, «teníamos vacas y unos terrenitos para plantar», apunta Francisca, quien ríe cuando recuerda aquellos días recogiendo papas y piñas de millo al sol. Otro tiempo, señala una vez más, «cargábamos con el agua porque del chorro no salía nada». Aunque si algo le inculcaron de pequeña, fue precisamente esa tradición de honrar a los muertos en estas fechas.

Con un suave hilo musical de fondo, el goteo de familias es incesante en Teror. Toca limpiar lápidas y nichos y para ello bien vale un trapo que un cepillo de barrer el piso. «El lunes por la noche tocaron góspel y fue precioso», apunta una vecina terorense tras dejarle una nota a sus seres queridos en el tablón. «Mañana [por este miércoles, día de los Fieles Difuntos] habrá una quema de los mensajes para que les llegue allá donde estén», explica Marco Antonio Déniz Roque, sepulturero del cementerio municipal de la Villa Mariana, «estos días tenemos el camposanto con respeto, con todo el amor posible», añade.

La memoria. Qué importante es mantener vivos los recuerdos de los seres queridos, señalan en todos los pasillos. «Es un día de hay que venir», indican los hermanos Suárez Araña, Eva María y Juan Antonio. «Lo que se te hace extraño es ver el nombre de tus padres en una lápida, al final ves el de un vecino y no piensas que llega este momento», apostilla él. Naturales de El Palmar de Teror, Francisco y Nereida permanecieron 50 años casados y tuvieron dos hijos. Fallecieron en 2019, con muy pocos meses de diferencia, cuentan, «de repente la casa se quedó vacía».

«Tenían la voz cantante, se hacían notar cuando algo no les gustaba», indica Eva María. Aunque si hay alguien que recuerda a este matrimonio, ese es el hijo de Juan Antonio, «siempre está nombrándolo, cuando ocurre algo suelta siempre la misma frase: ‘como decía el abuelo...’ y empieza a soltar montón de palabrotas, mi padre decía muchas». Palabras mal sonantes o no, al final son cosas que la familia recuerda con cariño.

«Se te hace extraño ver el nombre de tus padres en una lápida», apunta Juan Antonio, vecino de Teror

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Porque el recuerdo mueve montañas y si hay una montaña icónica en el Norte grancanario, esa es la de Arucas. Al pie de la misma, en el cementerio de la ciudad, las tres hermanas Isabel, Laura y Alejandra Melián Macías hablan entre ellas, junto al nicho donde están sus padres, Alejandro Melián e Isabel Macías. «Venimos con asiduidad, durante todo el año», apunta Laura; «al final lo hacemos más bien por ellos, por seguir la tradición», añade Isabel.

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Cementerios en el día de difuntos Juan Castro

Ruta de los cementerios

«De niña hacíamos la ruta de los cementerios el día de Todos los Santos», apuntan las hermanas Melián Macías. «Por la mañana íbamos al Trapiche, de allí era la familia de mi padre», cuenta Alejandra, «y por la tarde tocaba ir a San Juan de Telde, que de allí era la de mi madre». Tal y era la devoción de sus padres, relatan, que cada año no podían faltar las candelas por los difuntos, «eran otros tiempos, tenían las velas siempre en aceite para que duraran, la noche de finados hacíamos castañas». Ahora toca seguir, de otra manera eso sí, todo aquello, indican las tres junto al nicho.

«Mi madre falleció primero», comenta Isabel, «entonces él venía todos los domingos». Así durante prácticamente diez años, precisan estas hermanas aruquenses. «Ya cuando estaba más delicado de salud nos decía ‘ve a ponerle unas floritas a mamá’, y que ibas a hacer sino». «Es un respeto a los nuestros», recalcan.

"Mi madre falleció primero y mi padre durante 10 años venía todos los domingos a ponerle flores"

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Respeto y tradición. Una vez más. A pocos metros de allí una señora ya mayor y quejándose de la espalda, «me va a dar una lipotimia», exclama, lava con el trapo hasta el último rincón del nicho de su madre. Sobre el muro tiene una serie de figuritas de la Virgen recién lavadas. Desgastadas por el sol pero guardadas con mimo tras una puertita de cristal para proteger la lápida, «ten cuidado que me las rompe, que no tengo más».

Lo cierto es que hay quien sigue haciendo a su manera esa ruta para honrar a sus seres queridos. Efraín Macías Falcón visitó a primera hora de la mañana a varios familiares en el cementerio de Firgas y ahora le toca hacer lo mismo en Arucas. «Mi padre está ya mayor y no le conviene este tipo de sitios», indica tijera y rosa en mano mientras prepara el ramo que le pondrá a sus abuelos paternos, «sinceramente, no los conocí, solo por fotos y anécdotas».

A quién sí conoció cuando todavía vivían fue a sus tres tíos-abuelos. Un ramo de grandes rosas rojas y matizadas adorna ahora el nicho familiar. Eso sí, en su caso la inflación galopante no se ha dejado sentir en su bolsillo, al menos en este día de Todos los Santos. «Mi padre se dedica a plantar rosales en la finca que tenemos en Firgas», aclara, al tiempo que aparta las flores de plástico que tenían puestas de otra ocasión.

Una señora lava con mimo unas figuritas de la Virgen desgastados por el sol y que guarda en un nicho

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Una suerte la de Efraín que por desgracia no todos los asiduos a los cementerios se pueden permitir. «Por las nubes se han puesto», exclama Gloria Pérez tras ponerle unos anturios a los familiares de su marido, «20 euros me he gastado y he puesto menos que otros años». Y es que según el sector floricultor, el coste de los fletes y de la energía han disparado el precio de las flores hasta un 50% en las más demandadas.

«Son caras», reconoce otra vecina de Arucas, después de que una vecina la ayudara a sostener y bajarse de la escalera para subir al nicho de su prima, «pero aunque sea quería ponerle un manojito». No obstante, en su caso la mayoría de las flores las trae del patio de su casa, aclara. Y es que, al final todos concluyen que lo importante es que los difuntos tengan en este día un mensaje en su memoria.

Música para los difuntos en los camposantos

La música recorre estos días los cementerios de la Isla. Con motivo de la celebración del Día de Todos los Santos los dos camposantos de Guía han contado este año por primera vez con ambientación musical. En el camposanto de Montaña Alta actuó la guitarrista Helena Hernández, profesora de las Escuelas Artísticas Municipales Ciudad de Guía; y en el de La Atalaya hizo lo propio el pianista Josué Santana.

También en el Norte, en la noche del 31 de octubre el cuarteto Arsis dio un concierto de cuerda, acompañados de la vocalista Marieme Abdoulaye, en el cementerio de Moya; Teror acogió esa misma noche un concierto de góspel. En Las Palmas de Gran Canaria, un trío de cuerda amenizó el día 31 en el cementerio de San Lázaro y ayer, 1 de noviembre, hizo lo propio en el de Vegueta.

Para este miércoles, 2 de noviembre, varios municipios mantienen los horarios ampliados en sus camposantos; además, algunos han programado momentos especiales con motivo del día de los Difuntos. En Teror, por ejemplo, la eucaristía será a las 12 del mediodía, y en el de Agaete será a las nueve de la mañana. Por otro lado, el cementerio municipal de Arucas acogerá un concierto de Nauzet Mederos al piano y Gilberto Hernández como vocalista. | LP/DLP

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