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Medio Ambiente

La caída del pino insigne

El Cabildo emprende en Montaña Codeso la tercera acometida para sustituir la especie foránea por ‘Pinus Canariensis’ y laurisilva

Vista de los pinares de Montaña Codeso entre el mar de nubes. La Provincia

El pino canario no tiene rival, ni siquiera el pino insigne, la especie foránea con la que se reforestaron a mitad del siglo pasado los cortijos privados por su mayor crecimiento. El Cabildo emprende la tercera campaña para sustituirlo por laurisilva y la especie autóctona, y lo hace en la difícil Montaña Codeso.

La consejería de Medio Ambiente del Cabildo de Gran Canaria, en coordinación con la Facultad Forestal de la Escuela Superior de Ciencias Aplicadas y Arte, ha iniciado su tercera campaña para la erradicación del pino insigne que queda en el interior de la isla, para su sustitución por el pino de la tierra y laurisilva.

Pinus radiata también conocido como de Monterrey o de California, llega para formar parte de la reforestación de las islas a mitad del siglo pasado. La cumbre grancanaria, tras cinco siglos de extracción maderera, es en aquellos momentos un paisaje tan abierto como degradado, y para garantizar el éxito de la repoblación las especies elegidas se circunscribían casi exclusivamente a los pinos.

Una de las normas obligatorias que se establece en aquél momento es de la repoblación obligatoria de todos los cortijos de más de 50 hectáreas de superficie, lo que creó un fuerte malestar entre los pastores, que aún hoy en ocasiones sigue presente, por tener que desalojar sus ganados. De hecho fue el detonante de su éxodo.

Y una de las formas de compensar el agravio fue la de plantar en esos cortijos privados el pino insigne, de crecimiento más rápido que el autóctono, cuyo turno de corte es a los cien años, frente a los 35 del primero.

Sin resistencia al fuego

Los 35 años ya llegaron con creces, pero lo hizo cuando la visión del mundo forestal ya había cambiado. El insigne se encuentra frecuentemente en laderas de muy difícil acceso, la calidad de su madera no es competitiva y sale muy caro cortarla y extraerla, lo que anula su beneficio. A ello se suma otro factor determinante: no resiste el fuego.

Esto provoca que tras un incendio el suelo quede prácticamente pelado, al punto que si se producen precipitaciones de entidad a partir de noviembre, cuando aún no hay suficiente pasto, se produce una erosión considerable, «por lo que es una especie que ya no tiene ningún sentido que crezca y se desarrolle en el interior isleño», apuntan los técnicos de la consejería de Medio Ambiente.

Por este motivo se han propuesto «transformar los pinares de insigne que aún no han ardido para evitar el grave problema de la erosión». Y en ello están desde hace tres años, con sucesivas campañas como la iniciada este octubre en Montaña Codeso, sobre Vega de San Mateo y Tenteniguada.

Especies de laurisilva

Estas actuaciones son auténticos zafarranchos de combate por la dificultad que ofrece la orografía, en un proceso que comienza con el corte de algunos ejemplares de insigne para ir intercalando en medio especies propias de la laurisilva, como la faya, y pino canario, con la intención de que si se produce un incendio forestal dentro de quince o veinte años ya se encuentre la vegetación de sustitución. Hay que señalar que la faya, ya a partir de los tres o cuatro años, tiene una gran capacidad de brote por lo que aguanta muy bien el fuego, y además es más húmeda de tal forma que cuando se desarrolla plenamente actúa como una eficaz barrera verde.

Esta línea de actuación se enmarca dentro de distintos proyectos financiados con fondos propios del Cabildo y los europeos del PostLife del Pinzón Azul, además de con el proyecto Treemac, en el que participa Canarias con Cabo Verde, Mauritania y Senegal para la conservación y protección del medio ambiente, así como la mejora de los mecanismos de gestión de los espacios naturales.

El difícil acceso obliga a los trabajadores forestales a plantar en modo zafarrancho de combate

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Sobre el terreno en concreto, los operarios de la empresa Plántate acometen estos días la reforestación en un punto que se encuentra a entre tres y cuatro kilómetros de la pista más cercana, en la que ejecutarán la plantación de casi 30.000 matos.

Repoblación de otoño

Además lo deben hacer muy rápido, aprovechando el otoño. Esto se debe a la imposibilidad de poder regar todos esos plantones por el alto costo que representaría, y de ahí que se realice con una alta densidad de forma que aunque se produzca un porcentaje de pérdidas importante, se garantice al final una suficiente distribución de pinos y fayas.

Un porcentaje del 30 por ciento de supervivientes ya se podría considerar un éxito. Con esos condicionantes un equipo de entre diez y quince personas van a todo gas para abrir un agujero con un pico, espichar y cerrar, algo muy diferente al proceso convencional. A culminar este ataque relámpago contribuyen las recientes lluvias del Hermine, con la tierra aún con centro de agua, lo que facilitará que las raíces contacten los más rápidamente posible con la tierra húmeda para comenzar a crecer e ir poco a poco sustituyendo las 200 hectáreas aproximadamente que aún existen en la isla de la especie foránea, frente a las alrededor de 15.000 en las que reina el gigante canario.

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