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Agaete

Guayedra se convierte en un laboratorio experimental para frenar el rabogato

El Cabildo y Gesplan prueban en Agaete métodos innovadores contra la planta exótica invasora africana, que amenaza a las especies endémicos

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Planta invasora del rabogato JC Guerra

El Paraje Natural de Guayedra, en Agaete, se ha convertido en un laboratorio experimental para combatir la propagación del rabogato (Cenchrus setaceum), una planta exótica invasora africana que está poniendo en peligro a especies endémicas de Gran Canaria y de otras islas. La Cabildo lleva a cabo de la mano de la empresa pública Gesplan un plan de actuaciones que se extenderá ahora a Juncalillo del Sur (San Bartolome de Tirajana), siguiendo las líneas de investigación desarrolladas en La Universidad de La Laguna, que tiene firmado un acuerdo con el Gobierno de Canarias.

Canarias concentra una rica y variada biodiversidad con casi 15.000 especies. Pero, dentro de esta diversidad de especies vivas, los endemismos llevan a cabo una lucha sorda de supervivencia contra otras invasoras. Y el rabogato es una de estas variedades que más daño ha causado en poco tiempo, gracias a su gran resistencia y eficacia colonizadora. Se encuentra presente en toda Canarias desde los años 40 del siglo pasado, siendo introducida como una especie ornamental de jardinería. Pero este florero de belleza, supo abrirse camino hasta lograr arraigarse en Gran Canaria, La Palma y Tenerife.

El rabogato es una especie declarada como exótica invasora, por lo que las Administraciones están haciendo un gran esfuerzo para tratar de pararle los pies, aunque a costa de un gran coste económico y de medios humanos.

En 2019 se firmó un convenio de colaboración entre el Gobierno de Canarias y la Universidad de La Laguna para investigar nuevas técnicas de control, con el fin de minimizar sus efectos negativos sobre la biodiversidad y el medio ambiente.

«La expansión actual del rabogato se ve favorecida por sus propias características como especie y por la alteración del territorio, bien por movimientos de tierras, bien por malas prácticas en el desbroce de hierbas al borde de carreteras, bien por el ganado asilvestrado, que altera el suelo con su pisoteo y se alimenta preferentemente de otras especies vegetales, generalmente endémicas, que le resultan más apetecibles», según los técnicos de Medio Ambiente del Cabildo.

La planta en forma de plumas se puede ver subiendo la costa de Guía hacia las medianías al borde de carreteras rurales. Pero, no es el único lugar donde ha echado raíces. Es en las faldas de Tamadaba, junto a la carretera de La Aldea, donde se ha hecho fuerte, sobre todo en los meses de calor, cuando desaparece la vegetación local.

Los estudios realizados han abierto pautas de control efectivo y permanente del rabogato. Como muestra se detalla que las parcelas agrícolas recientemente abandonadas en Canarias son colonizadas por hierbas no endémicas, pero, a medida que aumenta el tiempo de abandono (sin alteraciones), estas se van sustituyendo por matorrales de especies nativas canarias, que resultan dominantes a largo plazo.

A esta dinámica, según los expertos, hay que unirle las dificultades de germinación de sus semillas cuando la planta se encuentra a la sombra de otros vegetales. Por ello, se considera más rentable en términos económicos y de esfuerzo a medio plazo la conservación y la recuperación de los ecosistemas nativos, así como la reducción de las alteraciones, que la simple eliminación de la especie, ya que en una intervención que está condenada a repetirse indefinidamente.

En los últimos seis años se realizaron otros tratamientos en zonas del Norte y Tafira, en la capital

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Las primeras acciones se llevaron a cabo entre 2017 y2018, con la eliminación de poblaciones en la parte alta del Monumento Natural de Amagro, en Gáldar.

A su vez, el Cabildo actuó en 2017 sobre el rabogato en una superficie de 1,1 hectáreas de la finca de la Tornera, dentro de un Paisaje Protegido de Tafira. Se retiraron las espigas y se pusieron a pudrir en bidones de agua, se desenraizaron las plantas con herramientas manuales, amontonando los restos y extendiéndolos luego por la superficie de la zona de actuación, como mantillo, para dificultar la germinación de las plántulas y limitar la pérdida de humedad del suelo.

Posteriormente se plantaron casi 600 ejemplares de guaydil, sabina, almácigo, faya y tajinaste blanco. Como resultado, la zona antes ocupada por el rabogato se encuentra cubierta por un rebrote de tederas (Bituminaria bituminosa) y se espera a medio plazo que las especies arbóreas y arbustivas plantadas frenen la expansión invasora.

A pesar de todo, se ha observado la germinación de nuevos ejemplares de rabogato, pero sin que vuelva a dominar todo el territorio.

Se habilitaron 23 parcelas con 1.150 plantas en seguimiento

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Y a principios de 2021 se realizaron nuevos trabajos, que permitieron la obtención de una cartografía de las poblaciones de rabogato de Gran Canaria, con síntomas aparentes de afección por patógenos. Se sectorizaron seis ámbitos, en función de la situación fitosanitaria de las poblaciones de rabogato.

De forma paralela, se llevó a cabo el primer muestreo de seguimiento ecológico y de la sintomatología de las poblaciones de rabogato afectadas por patógenos en Gran Canaria. Se habilitaron 23 parcelas con 50 individuos en cada parcela, lo que supone un total 1.150 plantas en seguimiento.

El estudio científico y técnico permitirá observar cómo afectan los distintos tratamientos

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Al mismo tiempo, se llevó a cabo el primer contraste de tratamientos mecánicos de control del rabogato, con 36 parcelas establecidas en Guayedra, con unas dimensiones de 100 metros cuadrados por parcela, lo que supone 3.600 metros cuadrados en seguimiento.

Este plan de intervención incluyó la planificación y valoración económica de los trabajos de campo, requeridos para la realización de un proyecto de nuevas actuaciones, consistentes en: un muestreo de la totalidad de las cuadrículas, para elaborar un mapa de distribución del rabogato en la Isla; el muestreo de las 23 parcelas de seguimiento de poblaciones afectadas por patógenos que han sido ubicadas en la Isla; el diseño de actuaciones, control de ejecución y seguimiento de parcelas de contraste de tratamientos mecánicos de control del rabogato en Guayedra; la aplicación de tratamientos en condiciones de campo, con los productos obtenidos en laboratorio y contrastados en vivero; y, por último, la transferencia de resultados, a través de procesos de asesoramiento y formación continua a técnicos de Medio Ambiente.

Un nuevo programa a ejecutar durante este próximo año ampliará los trabajos a Juncalillo del Sur

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En estos trabajos previos realizados se han localizado dos emplazamientos válidos como laboratorio experimental, como es Guayedra, que es el único en el que se han realizado los trabajos previos, y al que se sumará Juncalillo del Sur, en cuyas parcelas experimentales se testarán distintas metodologías de trabajo alternativas a los procedimientos tradicionales de control de la planta invasora. La finalidad es evaluar la incidencia de la herbivoría, las técnicas de control y el favorecimiento de las especies silvestres.

Para ello se está ahora tramitando una nuevo convenio dentro del plan de control de especies exóticas en Gran Canaria de Medio

Ambiente con Gesplan, con un coste de 122.620,63 euros hasta finales del próximo año.

El objetivo de este nuevo programa es la realización del estudio científico-técnico con informes periódicos de análisis para el seguimiento de la evolución sintomatológica de las poblaciones de rabogato, y realizar una comparativa de tratamientos alternativos.

El proyecto incluye la aplicación de los tratamientos en campo con los productos obtenidos en laboratorio y testados en vivero; el control de parcelas de seguimiento de la sintomatología de las poblaciones de rabogato, en las que se recabará información de carácter biótico y abiótico; el asesoramiento de las cuadrillas de control del rabogato; y disponer de parcelas de contraste de tratamientos, como las de Guayedra y Juncalillo del Sur.

Se fugó de los jardines.

El rabogato es una hierba perenne del noroeste de África, y llegó a Canarias en los años 40 del siglo XX como planta ornamental, pero se escapó de los jardines. Desde entonces no ha dejado de colonizar espacios, algunos de gran valor ecológico, hasta desplazar a los endemismos. Tiene gran facilidad para colonizar nuevos territorios, porque es capaz de vivir en zonas de poca precipitación, es tolerante al fuego, sus semilla se dispersan con el viento, agua, animales y ser humano, y una vez en el suelo, conservan su capacidad de germinación durante, al menos, seis años. También muestra capacidad de reproducción vegetativa, y es escasamente apetecida por el ganado. En cambio, su expansión se frena con las bajas temperaturas, el exceso de humedad, la sequía extrema y la sombra de otras especies vegetales.

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