La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Los anfitriones del turismo (XXI)

Siete vueltas al mundo sin salir del Sur

Juan Cruz González ha realizado más de 30.000 viajes y 300.000 kilómetros durante los 28 años que lleva a los mandos del minitren turístico de Playa del Inglés

Juan Cruz González limpia la maquinaria del minitren antes de salir en su primer viaje de la mañana. Juan Castro

Hace 28 años que llegó, después de andar del tingo al tango por infinidad de puestos de trabajo, a la estación del minitren de Playa del Inglés con el objetivo de ponerse a los mandos de aquella máquina de combustible pero con aires de aparato de vapor. Y lo hizo con toda la prudencia que un joven de por entonces 28 años podía tener ante un vehículo que apenas sabía conducir. Pero Juan Cruz González superó los tres días de prueba que le impuso su padre para permitirle operar un minitren turístico que hoy conduce, más de 30.000 viajes después, con orgullo por las calles y avenidas de una urbanización turística muy distinta a la Playa del Inglés de 1975, cuando el vehículo inició su recorrido. «Yo a los turistas les pongo música de los años 80 y los saco de paseo, y tengo una relación fantástica con ellos porque yo soy muy hablador», confiesa con la calma de quien acaba de parar el tren para hacer un descanso entre viaje y viaje, «muchas veces acabo haciendo recomendaciones para visitar otros lugares de la isla, sobre todo a los turistas nacionales». Juan es una de esas personas que cada día se levanta para ofrecer lo mejor de sí mismo para impulsar al principal sector de la economía canaria.

Juan Cruz González sobre el minitren turístico de Playa del Inglés. Juan Castro

La vida puso a Juan en Gran Canaria por El Doctoral, en Santa Lucía de Tirajana, en 1966 en la casa de una familia vinculada laboralmente con el condado de la Vega Grande de Guadalupe, pero cuyo padre comenzó a trabajar en 1988 como conductor del minitren turístico de Playa del Inglés puesto en marcha 13 años antes por don Luis, un empresario cubano afincado en Miami. Por entonces Juan no tenía intención alguna de ponerse a los mandos de aquel aparato, pues aquel joven de apenas 22 años cuando su padre entró a trabajar en el tren había enfocado su vida profesional por otros derroteros como empresas de distribución alimentaria, como vendedor y hasta en el ámbito de la agricultura en plantaciones de tomate, pero nada de eso le gustaba.

«Estoy muy orgulloso de mi trabajo; es un empleo bonito que me permite estar en contacto con el turista»

decoration

Pero 1994 fue su año, el que Juan tiene marcado en el calendario como el año en que entró a trabajar en una profesión que le gustaba y que «me ha dado de comer, me permitió pagar la hipoteca y poder sacar adelante a mis hijas». Y para allá que fue, de la mano de su padre, que fue el maquinista que lo puso a prueba para determinar si podía o no ponerse a los mandos del aparato. «El primer día de trabajo fue sencillo, porque solo me monté con mi padre para ver cómo se conducía, me pasé todo el rato de pie a su lado», recuerda Juan, «en el segundo viaje me puse yo a conducir el minitren y mi padre fue detrás sentado en un vagón controlando que todo iba bien; y en el tercer viaje mi padre me soltó a mi solo y me dijo que si llegaba sano y salvo a la estación estaría aprobado, y que si no ya veríamos lo que haríamos». Y llegó a la estación, ya suficientemente formado para maquinar con el minitren. Hasta hoy. Además Juan, dice, ostenta el título del chófer que más años ha estado conduciendo el ferrocarril turístico, hoy en manos del empresario José Vicente Alonso.

Emblema turístico

Juan, que coincidió con su padre durante 10 años en la empresa, es hoy el único conductor que opera de forma alternativa los dos minitrenes que la empresa tiene en marcha y que aunque en su estructura general, dice, son las mismas de hace 47 años, sí han sufrido alguna variación en este tiempo porque hace 18 años el Gobierno central obligó a renovar el sistema de frenado y a incorporar dos ruedas giratorias delante de cada vagón.

Con el paso de los años este minitren, que en 1975 arrancó a circular por un destino turístico que apenas estaba empezando a nacer, se ha convertido en todo un emblema de las postales de San Bartolomé de Tirajana. «El minitren es un valor añadido al destino turístico», señala su conductor, «es una actividad diferente que a casi todo el mundo gusta y se pasa una horita entretenida y dando un paseo; es más el entretenimiento que otra cosa, y mucha gente repite».

Minitren turístico de Playa del Inglés. Juan Castro

Juan reconoce que conducir el minitren supone un trabajo muy repetitivo, pero sin embargo allí lleva casi tres décadas por la pasión que tiene. «Estoy muy orgullo de este trabajo, por lo que aporta al turismo, es un empleo muy bonito porque estás en contacto permanente con los turistas y además vas dando paseos por la ciudad, que desde luego es mucho mejor que estar metido ocho horas en una oficina; yo eso no lo soportaría», destaca. El minitren tiene una importante actividad durante todo el año, sobre todo entre junio y septiembre y la época navideña, cuando su recorrido permite a los usuarios disfrutar de toda la decoración e iluminación típica de estas fechas.

El tren guarda la misma estructura de hace 47 años, salvo unos cambios en el sistema de frenado

decoration

Chófer y pasajero

En sus más de 30.000 viajes Juan ha conocido a miles de personas que le han dado mil y una anécdotas para guardar, como la del padre que se lanzó del tren para coger la gorra que se le había volado a su hijo, en vez de pedirle al conductor que parase. «Su instinto de padre hizo que se tirase y salió rodando por el asfalto y luego se levantó lleno de sangre», recuerda Juan ahora con humor. O cuando tuvo que recoger a todos los invitados de una boda para llevarlos al lugar de la ceremonia e incluso recuerda cuando han pasado por el tren deportistas como David Meca.

A pesar de dedicarse profesionalmente a conducir un tren turístico, a Juan también le atrapa visitar otras ciudades a bordo de este medio de transporte cuando va de vacaciones. «Eso sí, jamás critico una ruta», bromea.

El chófer está satisfecho por llevar ya 28 años subido en este aparato y, a sus 56 años, confiesa que le gustaría jubilarse en él. No sabe cuál será su futuro, pero sabe que en su juventud hizo bien en no dejar pasar de largo un tren en el que ha recorrido más de 300.000 kilómetros, el equivalente a más de siete vueltas al mundo, y todo eso sin siquiera salir del Sur.

Compartir el artículo

stats