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Medioambiente

El declive del drago grancanario

La especie endémica, que en 2023 cumplirá 25 años de su descubrimiento,

presenta un peligro crítico de desaparición

Un ejemplar de drago de Gran Canaria, en el jardín botánico canario Viera y Clavijo. | | SANTI BLANCO

Dracaena Tamaranae fue descubierta en 1998 después de una recogida de semillas. Debido a su preferencia de situarse entre riscos altos e inaccesibles, unido a su dificultad reproductora, las estimaciones sitúan que en menos de 100 años habrá desaparecido. En la actualidad, hay 76 especies en Gran Canaria. La población adulta es reducida, 11, mientras que hay 63 juveniles sin florecer.

Dracaena Tamaranae se ha convertido en una de las plantas más especiales y exclusivas de Gran Canaria. Popularmente conocida como drago de Gran Canaria, fue descrita y nombrada hace tan sólo 25 años. Sin embargo, esta especie se encuentra en peligro de extinción. Los 76 ejemplares registrados en el último censo y su elevada mortalidad, 16 ejemplares entre las últimas tres décadas, certifican el riesgo crítico que acecha a esta especie de planta perenne de porte arbóreo. En el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas, su descripción está incluida en la máxima categoría de amenaza.

El Drago escondía uno de los secretos botánicos más raros de la botánica: su propia identidad taxonómica

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El drago de Gran Canaria crece en la franja cálida de la isla, principalmente entre los 300 y los 1.000 metros de altitud. Prefiere zonas sombrías y húmedas, y se instala en escarpes, cantiles, andenes y grietas o fisuras en riscos altos y prácticamente inaccesibles. Debido a estas peculiaridades, tardó en ser descubierta por la dificultad para extraer muestras o recoger semillas. Vive con sabinas, acebuches y matorrales de jaras y, a veces, con otras especies del cardonal-tabaibal y el pinar. Uno de sus codescubridores, Rafael Almeida, ha sido uno de los ponentes de las XXIX Jornadas forestales de Gran Canaria, celebradas esta semana, para explicar y reflexionar sobre el estado actual de conservación de este endemismo. Almeida cuenta con una experiencia académica y profesional notable en este ámbito: geógrafo y máster en Gestión de las Áreas Protegidas por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y la Universidad de La Laguna, es colaborador del Jardín Canario y descubridor de otras especies de la flora insular.

De manera presencial, los expertos supervisan la población de Dracaena Tamaranae con el objetivo de encontrar un mayor número de ejemplares y promover su reproducción.

Rafael Almeida, durante su conferencia en las Jornadas Forestales de Gran Canaria. | | ANDRÉS CRUZ

Según Rafael Almeida, el declive de esta planta se debe a su escasez de población y los efectos del cambio climático. En palabras del ponente, «debido a la sequía probablemente producida por el cambio climático y su incapacidad de reproducción, la estimación es que en un tiempo inferior a los 100 años habrá desaparecido». En los últimos tres años, el estrés hídrico ha acentuado esta situación y no hay evidencias de una posible regeneración. De acuerdo con las estimaciones, desde 1970 el 50% del número de adultos del drago ha desaparecido. En la actualidad, el número de ejemplares adultos se eleva a once, de los cuales dos están en deterioro y cercanos a la desaparición.

En el pasado se intentó una replantación con las semillas extraídas, pero únicamente obtuvo un 29% de porcentaje de éxito. Alguno de los errores cometidos, según el investigador, fueron la falta de previsión de material técnico y medioambiental, los efectos causados por las sequías entre 2019 y 2021, la mala elección de la superficie y las características del terreno. Todo esto generó una reducción de la masa floral considerable y dejó una vegetación marchita.

Para evitar su desaparición, hay en marcha un proyecto de plantación de estos ejemplares en otras islas. Entre Tenerife y Fuerteventura, 116 dragos han conseguido sobrevivir e, incluso, de algunos se ha podido extraer semillas. Además, en el ámbito internacional, varias instituciones han recibido semillas preparadas para su plantación, de las cuales tres germinaron y lograron convertirse en dragos.

«La estimación sitúa que en menos de 100 años, el Drago de Gran Canaria habrá desaparecido»

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La importancia de este tipo de ponencias, más allá de su exposición y de dar a conocer el problema, reside en promover lo que Rafael Almeida denomina una guía de buenas prácticas para el cultivo. Entre ellas, se encuentran evitar el exceso de riego y humedad, porque posee mucho riesgo y genera consecuencias graves a la planta. En este sentido, la recomendación para el regado es que sea localizado y periódico; una vez al mes y empleando una técnica llamada ‘a manta’, salvo si la planta ha sufrido un período de sequía.

Otras prácticas se basan en evitar las plantaciones masivas, abstenerse de usar mallas antihierbas y la recomendación de no plantar césped a su alrededor. Lo recomendable para estas situaciones es el uso de mallas amplias y con capacidad protectora para que la planta pueda crecer bien.

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