Los nuevos artesanos

Los nuevos artesanos: las matemáticas del ganchillo

Fayzullina transformó los calcetines y guantes tejidos de su abuela en bikinis y tops v La artesana recaló en la Isla desde Rusia después de años dedicada al arte

Regina Fayzullina pasó su infancia entre los hilos y agujas de ganchillo de su abuela, de niña se quedaba maravillada observando cómo sus manos convertían el tejido en calcetines, gorros o guantes. La artesana de origen ruso tomó de referencia las clases que le dio su abuela y convirtió la ropa para afrontar el frío en bikinis y tops más acordes al cálido clima de Gran Canaria, isla en la que se ha asentado desde hace cinco años.

Regina Fayzullina observaba detenidamente cómo las manos de su abuela tejían la lana para hacer suéteres, calcetines, gorros y guantes con el objetivo de hacer frente al frío invierno ruso. Años después Fayzullina realiza cálculos matemáticos en una vieja libreta para estimar el número de puntos que necesitan las prendas de sus clientes. El escenario, sin embargo, cambia un poco, la artesana teje en el cálido clima de San Bartolomé de Tirajana en un hotel con vistas al mar.

Fayzullina se trasladó a Italia con 23 años para cambiar de aires y vivió junto a su hermana. En el país se casó y se reencontró con su pasión: el ganchillo. Cuando conoció a su suegra y cuñada le enseñaron la forma particular en la que hacían ganchillo y recordó el arte que le había enseñado su abuela. 

La artesana tiene una aguja e hilo entre las manos en todo momento, en el coche, en la casa, en la playa, cualquier sitio es bueno para tejer. "Es como una especie de meditación", asegura. "Si tengo un mal día hago ganchillo y ya se me pasa", añade. 

En 2017 la pareja se trasladó de Italia a Gran Canaria para viajar y vivir en un lugar cálido. En esa época realizaba sus prendas para disfrute propio y por afición hasta que en una visita al Mogán Mall encontró el empujón que necesitaba. 

En el centro comercial una artesana hacía una demostración de productos canarios. Fayzullina pidió información y se presentó a los exámenes de la Fundación para el Estudio y Desarrollo de la Artesanía Canaria (Fedac), que finalmente aprobó. De esta forma, se convirtió en una de los 18 nuevos artesanos que han obtenido el carnet recientemente. "Fue una gran satisfacción pero me gustaría prosperar aún más y también contar con la aprobación de los clientes porque también les guste el producto", explica Fayzullina que todavía no ha podido asistir a ningún feria de artesanía excepto una realizada durante su estancia en Italia. Estos meses los está dedicando a coser la colección de verano para asistir a este tipo de eventos.

"Utilizo productos sostenibles como por ejemplo hilos hechos de botellas de plástico reciclado", explica

Durante la pandemia fue el momento en el que asentó la idea de crear su propia marca de ropa y comenzar a dedicar más tiempo a su proyecto. "En el confinamiento me puse a pensar las cosas de forma más profunda porque había más tiempo y así empecé a darle forma", explica. Aunque en la actualidad trabaja de forma profesional en su marca también es recepcionista en un hotel del sur de la Isla en el que también reside. Mientras vivía en Rusia trabajó en diferentes roles relacionados con el arte. Fue redactora en una revista de moda y trabajó como fotógrafa. 

La artesana realiza el ganchillo con una sola aguja, el método tradicional aunque más costoso: "La técnica con una aguja es imposible de repetir, en cambio, cuando lo haces con dos agujas puedes también imitarlo con una máquinas de tejido de punto pero el ganchillo es solo a mano", explica mientras saca una decena de agujas de diferentes tamaños. "Cada hilo pide su aguja", señala. 

Inspiración en la naturaleza

Fayzullina se inspira en la naturaleza para hacer las prendas y busca crear productos que sea positivos para el medioambiente: "Me gusta utilizar los productos eco sostenibles como por ejemplo hilos hechos de la botella de plástico reciclado", indica.

"La artesanía está resurgiendo y espero que la gente vuelva a desear la ropa hecha a mano", comenta. Aunque considera que cada vez más este tipo de técnica está calando entre la gente lamenta que ser un artesano en Canarias puede ser complicado por la geografía. "Para encontrar proveedores es difícil porque si los encuentro en otro país europeo es raro que envíen a Canarias o los gastos de envío son muy elevados", asegura. Fayzullina se encuentra con el mismo problema cuando quiere vender sus productos a clientes fuera del Archipiélago. 

Durante el confinamiento por el Covid-19 decidió dedicarse de forma profesional a su pasión

"Siempre me ha gustado el arte, me encantaba este tipo de artesanía pero también la pintura y la fotografía, al final he logrado trabajar mi parte más artística", comenta. Fayzullina asegura que a pesar de que le gusta trabajar con otro tipo de modalidades, el ganchillo sigue siendo su pasión. "Trabajar con las manos es lo que más me gusta, siempre tengo que tener algo que hacer", asegura.

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