Los nuevos artesanos

Los nuevos artesanos: el herrerillo hecho de lana

La artesana chilena Mónica Edith Ogalde esculpe la flora y fauna canaria con lana | El fieltro se convirtió en su pasión cuando buscaba un pasatiempo para olvidar el estrés

La artesana Mónica Edith Ogalde trabaja la lana en su taller para realizar una figurilla de un conejo.

La artesana Mónica Edith Ogalde trabaja la lana en su taller para realizar una figurilla de un conejo. / josé carlos guerra

Mónica Edith Ogalde contempla los herrerillos que se posan sobre su ventana, de estas aves juguetonas se inspira la artesana para realizar sus recreaciones de fieltro. Ogalde escoge la flora y fauna canaria para construir una línea de creaciones de lana: "Lo que da sentido a lo que hago es ver que un niño va a identificar un pinzón no porque lo vea en el monte porque será casi imposible pero que pueda verlo a través de mi pieza y que pueda entender que la oveja canaria hay que cuidarla porque está en peligro de extinción".

Ogalde, de origen chileno, se enamoró del fieltro cuando estaba en su país natal buscando un pasatiempo que la distrajera de su estresante trabajo. "Me dedicaba al área de administración de las licitaciones de una empresa", recuerda. Comenzó su aventura pintando pero al acercarse a una feria de artesanía en busca de material se topó con artesanos que trabajaban la lana y se enamoró. No se compró ni un solo pincel de los que había pensado y se acercó a tomar clases. En una hora y media le enseñaron lo básico para comenzar a tratar la lana y a partir de ahí dedicó horas y horas a visualizar vídeos de YouTube para perfeccionar la técnica de forma autodidacta.

Una técnica de otro tiempo

En Chile, según indica la artesana, este tipo de artesanía ha pegado un boom. "Todo el mundo está haciéndolo ahora mismo y como se ha masificado tanto a veces encuentras con piezas horribles", explica. "El fieltro es algo que se conoce desde antes de Cristo, hay estepas mongolas y rusas en las que ya trabajaban el fieltro húmedo", explica Ogalde. "Lo descubrieron porque en las monturas usaban las pieles de algunas cabras y de ovejas rústicas y descubrieron que con la fricción y la humedad entre el caballo y el jinete generaba un paño tejido de la lana", añade. Sin embargo, el fieltro agujado, la técnica que realiza la artesana indica que es más reciente. Comenzó a ponerse de moda en Estados Unidos en la década de los 70 con joyería realizada con este material. Del país norteamericano se transporta hasta el norte de Europa y más tarde a Latinoamérica. 

Un herrerillo como los que se posan en su ventana hecho con lana.

Un herrerillo como los que se posan en su ventana hecho con lana. / josé carlos guerra

La primera vez que Ogalde lo vio en su país fue hace 28 años a través de una finlandesa casada con un chileno, que habían regresado cuando se levantó la prohibición de entrada al país que habían sido exiliados por la dictadura de Pinochet. 

Ogalde convirtió su pasatiempo en oficio en 2015 cuando fue despedida por su empresa. En ese momento participó en un mercado de artesanos donde triunfó. "Conseguí estar en tres ferias pero me llamaron de otra compañía para seguir con las licitaciones y era más rentable que ser artesana", asegura Ogalde que ha intercalado su profesión con su pasión.

"Lo que yo hago no es útil porque son figuras, el sentido es la enseñanza a las nuevas generaciones", indica

La artesana nunca olvidará la fecha en la que viajó hasta su nuevo hogar: el 11 de septiembre, día del golpe de estado en Chile en 1973. Llegó a Gran Canaria en 2020 con una parte de la maleta llena de lana de oveja para seguir haciendo sus creaciones como forma de pasatiempo. Una de sus primeras creaciones fue un belén hecho con fieltro que regaló a un amigo de la Isla. En agradecimiento por el regalo, Ogalde recibió una bolsa de lana de las ovejas canarias que su amistad cría. 

Ogalde tenía la intención de seguir trabajando de administrativa en Canarias pero se topó con una realidad que le hizo replantear sus planes. "Me encuentro con el panorama de que encontrar trabajo después de los 50 años es muy complicado y las licitaciones aquí no se mueven tanto como en Chile", señala. Por esa razón decidió volcarse en la artesanía, de tal forma que ha sido una de los últimos 18 artesanos que han conseguido el carnet de la Fundación para el Estudio y Desarrollo de la Artesanía Canaria (Fedac). "Me ha ayudado mucho haber podido asistir al Womad, de ahí he fidelizado y conocido a muchos clientes", asegura la artesana que además de la línea de flora y fauna canaria también realiza rostros de personas reales, así como de artistas.

A pesar de la diversidad de creaciones, la flora y fauna canaria son su seña de identidad. La artesana considera que en los colegios no se enseña lo suficiente la biodiversidad endémica. Al ser extranjera para realizar las piezas consulta libros de la biblioteca pública y sale a explorar por los barrancos. "Lo que yo hago no es útil porque son figuras, el sentido es la enseñanza a las nuevas generaciones", asegura

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