Los anfitriones del turismo (XXV)

Rocío Araña, del charco al dragón

La informadora turística de La Aldea lleva 15 años guiando a los visitantes por los parajes más espectaculares de su pueblo, desde la playa al casco histórico

Rocío Araña Medina, informadora turística de La Aldea de San Nicolás.

Rocío Araña Medina, informadora turística de La Aldea de San Nicolás. / LP/DLP

Cuando habla de su pueblo, La Aldea de San Nicolás, sus palabras transmiten el entusiasmo y la ilusión de una mujer que ama una tierra que la vio nacer y a cuyo desarrollo social, económico y cultural contribuye desde su profesión como informadora turística. «Recuerdo que desde chica me gustaban los idiomas y mi madre siempre me ha dicho que yo era muy zalamera, muy dada, que nací con el don de ayudar a la gente y con muchas ganas de relacionarme con las personas», relata Rocío Araña Medina, una mujer que durante los últimos 15 años se ha encargado de trasladar a los visitantes las bondades de su pueblo con tres imprescindibles: la playa y su charco, el corredor paisajístico y una ruta por el casco histórico. Sin dejar atrás las espectaculares panorámicas de la conocida como ‘cola de dragón’ desde el mirador de El Balcón del Andén Verde. Rocío es una de esas personas que cada día se levanta para ofrecer lo mejor de sí mismo para impulsar al principal sector de la economía canaria.

Rocío Araña Medina, informadora turística de La Aldea de San Nicolás.

Rocío Araña Medina, informadora turística de La Aldea de San Nicolás. / LP/DLP

Rocío pisó la isla por La Aldea en 1967 en una familia que se dedicaba al transporte de áridos para construir viviendas y a la agricultura, pero desde muy pequeña supo que ella quería aprender idiomas, así que cuando cumplió la mayoría de edad se marchó para Las Palmas de Gran Canaria a estudiar en la Escuela de Turismo de La Caja de Ahorros. Cosas del azar, durante ese tiempo conoció en verano a una pareja británica que recorría la isla de norte a sur y paró en La Aldea para pedirle a su padre un poco de gasolina para poder llegar a Mogán, y la animaron a marcharse a Inglaterra. Hizo la maleta y se marchó el primer verano un mes y al siguiente dos meses. «Era mi primera inmersión lingüística pura y dura», cuenta. Pero le supo a poco porque tiempo después de embarcó en otra aventura como au pair - cuidadora de niños- en Hannover, Alemania. «Llegó a La Aldea una familia de alemanes a encargar unos servicios a mi padre y les dije que me rondaba la idea de ir a Alemania porque iba a terminar turismo y sentía que no hablaba fluido, y terminaron de animarme», recuerda.

Rocío supo desde que era una niña que le gustaban los idiomas y relacionarse, de ahí que estudiase turismo

Aquellas primeras experiencias idiomáticas bien valieron a Rocío para ganar mayor soltura con las lenguas extranjeras, lo que le permitió que al regresar a Gran Canaria pudiese marcharse a trabajar al sur de la isla. Primero como animadora en Anfi del Mar y luego en el hotel La Canaria, en Patalavaca, como animadora infantil, en una guagua turística y hasta estuvo vinculada al submarino de Playa de Mogán.

Turismo rural

Hasta que echó el currículum en el Ayuntamiento de La Aldea para unas convocatorias que ofrecían plazas para animadores socioculturales y turísticos. Y entró, primero en el área de Cultura y luego saltó de concejalía y accedió a la de Turismo, que poco tiempo atrás había abierto la primera oficina de información turística en el parque de La Ladera. Hoy, su puesto de trabajo está en el Centro de Visitantes ubicado en un antiguo almacén de tomates en la playa.

El tipo de turista que llega hasta La Aldea es aquel que se aleja un poco del tradicional destino de sol y playa y busca experiencias de interior, cuenta la informadora. «Maspalomas está muy bien, por supuesto, pero en los últimos años hemos notado cómo los turistas están buscando planes alternativos y más tranquilos; buscan el entorno rural y el contacto con la naturaleza, alejados de los entornos masificados», señala, «quienes llegan aquí coinciden con que son personas procedentes de pueblos como el nuestro que quieren involucrarse con el entorno y se interesan por cómo vivimos y hasta por la agricultura y la ganadería de La Aldea».

Rocío Araña Medina, informadora turística de La Aldea de San Nicolás.

Rocío Araña Medina, informadora turística de La Aldea de San Nicolás. / LP/DLP

Y como informadora, Rocío tiene en su cartera tres o cuatro espacios de obligada visita si el tiempo de paso por el municipio es muy corto. «Primero que nada tienen que conocer la playa, la zona de La Caletilla, las barquillas, el Parque Rubén Díaz y el charco; luego el corredor paisajístico habilitado en la antigua carretera y si el sendero de dos kilómetros que parte desde el centro de visitantes hasta el puerto. «Y si les queda una horita los mando a pasear por el pueblo para que visiten a nuestro santo patrón, San Nicolás, y también los mando al mirador de El Balcón, porque la imagen de la ‘cola de dragón’ es maravillosa y nadie se la puede perder», cuenta una apasionada Rocío. No obstante, si pasan más de un día en la localidad los manda a una ruta por Guguy o Inagua.

La informadora destaca además que el municipio se ha posicionado como destino referente para la observación de estrellas, una modalidad de turismo que crece cada vez más en la isla, de ahí que se hayan habilitado tres miradores astronómicos: el de El Balcón, el mirador de Cruz del Siglo y el mirador de La Sabinilla.

En sus 15 años al frente del punto de información turística Rocío ha notado un cambio absoluto en La Aldea como destino turístico. «Hoy tenemos dos hoteles, un albergue rural y ya vamos por las 80 viviendas vacacionales entre los barrios de Tasarte, Tasartico y La Aldea; se ha crecido mucho». En ese tiempo atesora además decenas de anécdotas con los turistas, como la de una mujer alemana de alto poder adquisitivo que llegó preguntando dónde estaba el centro comercial de Guguy. «Eso es una reserva natural; casi me da algo», recuerda con humor.

Su relación con los visitantes, cuenta, es muy cercana. «Como si los conociera de toda la vida de Dios, soy muy directa, campechana, me encanta el trato con ellos». Rocío es una enamorada de su profesión y así será hasta que se jubile. «Acerté al 100% porque tenía una vocación, no me veo en otro lado». Así que allí seguirá, en un centro de visitantes ubicado con vistas al mar, a la espera de que cualquier turista con interés por La Aldea se le acerque para ella ofrecerle las bondades de su pueblo.

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