Análisis

Rincones históricos de Ingenio: el puente

Al igual que el Guiniguada, el barranquillo que atraviesa la villa estuvo vadeado por un puente de palo y otro de piedra

El Puente, visto desde la Ladera en una imagen fechada en 1927.

El Puente, visto desde la Ladera en una imagen fechada en 1927. / Rafael Sánchez Valerón

Rafael Sánchez Valerón

La situación en el siglo XVI de las distintas dependencias del ingenio azucarero (molino, prensas, casas de calderas, casas de purgar y refinar, casas de aposento y torre) a ambos márgenes del barranquillo de la Vega de Aguatona (posteriormente barranquillo del Ingenio), dio lugar al desarrollo de la trama urbana en torno a este complejo de transformación de la caña de azúcar; que comenzó en la Banda (margen derecho) y se extiende por los pequeños núcleos poblacionales de Almendro-Sequero-Cenicero, en el margen izquierdo, separados por el cauce de dicho barranquillo.

La necesidad de comunicarse ambas ‘bandas’ favorece el trazado de un camino que posteriormente fue la Calle Real desde la vía que en siglos anteriores se llamó calle de Alante (hoy calle Antonio Rodríguez Medina) a conectar con una empinada calle conocida por La Ladera (actual calle Francisco Dávila Ramírez), que facilitaba la llegada a la ermita de Nuestra Señora de Candelaria, hasta el año 1886, cuando para facilitar el tránsito de carruajes se diseñó la llamada Calle Nueva que hoy conserva este mismo nombre y su prolongación por la actual calle José Morales Rodríguez hasta llegar a la plaza y ermita a través de los pequeños núcleos del Mentidero y Magel (toponimia desaparecida). En siglos posteriores el pueblo se extiende a ambos lados de la calle del Ejido (actual Los Palmeros) para empalmar con la carretera Telde-Agüimes, terminada unos años antes, que llevó consigo la construcción del llamado puente de las Mimosas.

Durante los siglos XVI al XVIII no hay noticias documentadas sobre la existencia de algún puente por lo que posiblemente la calle real transitaba por el fondo del cauce, motivo por el cual ambas ‘bandas’ pudieron quedar incomunicadas en los días de lluvias copiosas a causa de las avenidas.

Rincones históricos  de Ingenio: el puente | FEDAC / AURELIO TORRES

El puente en una imagen fechada en la primera mitad de la década de 1940. / Rafael Sánchez Valerón

Según la tradición oral, el primitivo y estrecho puente de apenas unos cuatro metros de ancho fue mandado construir por el potentado oficial de las Milicias Provinciales, Juan Xuárez Alvarado, conocido por Capitán Juárez (1759-1844) sin que se pueda confirmar que fuera en su época de alcalde del Señorío Episcopal de Agüimes (real en 1794 y ordinario de 1795 a 1804), o bien, como una donación posterior, al igual que el regalo que realizó a la parroquia de un hermoso cuadro de Nuestra Señora de los Dolores, del cual hay constancia documental en su testamento otorgado en 1840. La actual calle sobre la cual ha quedado soterrado el puente lleva el nombre del insigne militar, héroe de la Guerra de la Independencia. Este puente abovedado con paredes de sillares y dovelas de toba volcánica, aún se conserva en parte.

Los bordes a uno y otro lado del barranquillo estaban rematados por unos pequeños muros de aproximadamente medio metro de altura por donde se vertía agua sucia y todo tipo de desperdicios, convirtiéndose en una cloaca pestilente, teniendo en cuenta que por la parte izquierda del cauce pasaba la acequia de Algodones de la Heredad Acequia Real de Aguatona. Sin embargo hay constancia documental de una acuerdo de la Corporación municipal de 1872 mediante la cual se determina que la venta de carne y pescado se hiciera en el barranquillo con la condición que los vendedores dejaran limpio el lugar al finalizar sus actividades debajo del puente. En las orillas del cauce se situaban unos pasillos de unos seis metros de ancho que separaban las casas construidas a ambos lados del barranquillo. Una de estas casas situada en el lado derecho era la de don Vicente Rodríguez González (habitada hasta época reciente por Isabel Boada y hoy propiedad de un extranjero) distante unos 15 metros del puente de piedra a quien le fue concedido por el Ayuntamiento, previo informe de la comisión de ornato, permiso el 8 de julio de 1894 para construir un puente de madera que facilitara el tránsito de uno al otro lado del barranco. Este puente de palo tenía una anchura de cinco metros, resguardado de sendas barandillas de protección. Afectado por la riada del temporal ocurrido el 16 de enero de 1926 el puente de palo y sillería fue arrastrado por la corriente y destruidos los muros laterales mientras que el viejo puente de piedra quedó arrasado y devastada una de las casas laterales. La casa, propiedad del sacerdote Julio Boada Rodríguez quedó inundada hasta la altura de un metro teniendo sus moradores que abandonarla saltando por la azotea de varios vecinos. Andrés Quintana Vega (Andresito) que regentaba una tienda de ultramarinos en la casa de dos plantas propiedad de Juanita Díaz en la esquina junto al puente, cuando se encontraba en su exterior fue arrastrado por la riada pero logró salvarse gracias a la ayuda de unos vecinos. Poco después del temporal el puente de palo fue reconstruido con una anchura reducida a dos metros de ancho. Con el paso del tiempo el antiguo puente de piedra dio lugar al nombre del núcleo poblacional construido a sus alrededores, El Puente, convirtiéndose en centro neurálgico de comunicaciones, reuniones y gran actividad artesanal, comercial y recreativa. Se sabe que por la década de 1910, junto al puente, ocupando la calzada solían establecerse con cierta periodicidad vendedores, entre ellos comerciantes de objetos de cerámica construidos artesanalmente por los alfareros de la Atalaya de Santa Brígida, sobre todo tostadores, tallas para depositar el agua para beber y ollas que se utilizaban para hervir la leche y el suero o tabefe, alimentos a los que estas vasijas le transmitían un sabor especial. También solían exponer objetos en miniatura que hacían la delicia de los niños que solían canjear por piñas de millo.

Rincones históricos  de Ingenio: el puente

Grupo de vecinos en el borde de la plataforma de madera entre el puente de piedra y el de palo, en la década de 1950. / Rafael Sánchez Valerón

En sesión plenaria del 8 de diciembre de 1935 se acordó cubrir con un entramado de madera el tramo de barranco comprendido entre el puente de piedra y el de palo. Las quejas de los vecinos ante el temor que sus viviendas se vieran afectadas fueron desestimadas por acuerdo municipal 14 días después, si bien, se aumentó la anchura del cauce en este tramo para evitar un posible desborde y se procedió a subir los bordes de las paredes laterales con una altura superior a la rasante de las dos calles laterales para lo cual se la tuvo que dotar de dos escaleras de acceso para facilitar la subida a una especie de tarima, así como algunos estrechos respiraderos, obras contratadas por el maestro albañil Bartolomé Acosta Santana con un presupuesto de 1.100 pesetas. Con el paso del tiempo el techo de madera fue cediendo de los lados y hundiéndose por el centro. Ante el peligro que podría representar su desplome, por parte de las autoridades municipales se acordó en 1954 elaborar un proyecto para su arreglo. Aprobado el proyecto el 21 de febrero de 1961, los trabajos que se iban a llevar a cabo se definían como cubierta del barranquillo de Ingenio junto al puente del Capitán Juárez, que incluía el pavimentado y enrase de la calle y lecho del barranquillo, siendo aprobado por la corporación municipal con un valor de 117.071,15 pesetas que fue adjudicado por el contratista Manuel González Castro. Por el mes de mayo de 1961 se habían ejecutado obras por un total 50.739,60 pesetas, desglosadas de la siguiente forma: desmonte, 8.235,00 pts.; terraplén, 140,75; Alcantarilla, 38.197,80; encintado basáltico de la acera, 2.396,50; pavimento de acera, 1.229,55. Faltando por ejecutar el resto de las obras, que tenían un plazo de ejecución de seis meses. Las obras, tanto paredes laterales como techo arqueado se realizaron con hormigón armado compactado a la misma altura que la rasante de las calles laterales y aceras. Previamente se había demolido la parte antigua techada con cemento y hierro, así como el puente y plataforma de madera. El lecho del barranco fue dinamitado para lograr una altura holgada con respecto al enrase con la calle. El sonido de las explosiones hacía que muchos vecinos, entre el miedo y la curiosidad, se congregaran en las calles adyacentes vigilados por operarios y por los guardias Loreto y Pérez. Al poco tiempo y de la misma forma se continuó un nuevo tramo hasta la Cruz de la Torre gracias a una subvención del Gobierno Civil de 100.000 pesetas, obras ejecutadas por el contratista Zenón Sánchez Pérez.

La histórica explanada que hizo desaparecer el puente del Capitán Juárez luce hoy remozada como una amplia calle que sirve de acceso al Parque Néstor, el histórico molino de Antoñico Bordón y la emblemática palma de Paquesito, así como la subida por la Cruz de la Torre hacia la calle de Atrás y barrio del Sequero.

Rincones históricos  de Ingenio: el puente

El puente en la actualidad. / Rafael Sánchez Valerón

Atrás quedaron el pequeño mercadillo que se formaba donde destacaban las vendedoras de pescado con su cesta y voz chillona y sobre todo la figura de Tomasita la Joyeta, vendiendo hielo picado aderezado con una especie de brebaje rojo azucarado que hacía las delicias de los niños. También los cantos patrióticos junto a la Cruz de los Caídos y los paseos domingueros que dieron al lugar un aire cosmopolita, alegre y bullicioso. Desaparecieron los cafetines de Agustinito Espino, Angelito y Manolico Díaz, la tienda de ultramarinos de Higinio, Juanito Marcial y Matilde, el bazar de Salvadorito ‘el árabe’ y la barbería de Pepe, también la institución de instrucción y recreo La Juventud o los personajes públicos: Ricardo Boada, Angel Caballero y Antonio Hernández que fueron alcaldes, además de personajes populares como Isabel Boada, Valentina y Aurelia, Eusebita, Severo, Miguelito Gil y Lupe, los hermanos Boada, Díaz, Ramírez, Hernández y otros. Los pilares laterales del primitivo puente de piedra perdieron su primitiva fisonomía al desaparecer los remates de la parte superior. También desapareció la antigua valla metálica que daba al barranco, sustituida por un muro y posteriormente por una nueva valla de corte más moderno.

El vetusto y estrecho puente de piedra del Capitán Juárez unido a su prolongación en unos cincuenta metros forma parte en la actualidad de una pequeña y recoleta avenida que con el nombre del Ilustre militar enseñorea el casco antiguo de Ingenio.

La Villa se desarrolló desde el siglo XVI a partir de las dependencias del ingenio azucarero a ambos márgenes del barranquillo de la Vega de Aguatona. La necesidad de comunicación entre las dos ‘bandas’ favoreció el trazado de un camino que fue posteriormente la Calle Real, pero al menos hasta el siglo XVIII no hay noticias de ningún puente que sorteara el agua. La tradición oral habla de una primera estructura primitiva y estrecha, de apenas cuatro metros de ancho, mandado construir por Juan Xuárez Alvarado a finales de esa centuria. En la imagen superior, el puente en una imagen fechada en la primera mitad de la década de 1940. Junto a estas líneas, la misma infraestructura en la actualidad. |

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