Agaete .

El máster en samas de los Suárez

La cuarta generación de una familia de pescadores de Agaete mantiene la tradición | El buen tiempo moviliza a bañistas y turistas a la localidad del norte

Primer domingo de enero sin los alborotos de las celebraciones navideñas, sin la obligación de recorrer tiendas sin tino para encontrar los regalos. En Agaete, con una temperatura casi veraniega, el muelle y la playa brindaban ayer el mejor alivio para combatir el estrés generado después de tanta fiesta encadenada entre los amigos y los familiares a lo largo de las últimas semanas. La localidad del norte de la isla siempre ha sido un recurrido remanso de tranquilidad donde el mar, ayer muy en calma, animaba a disfrutar de un baño, del paddle surf, aunque algunos se conformaban con sentarse a contemplar la fantástica estampa marina con Tamadaba expectante al otro lado.

Son las once de la mañana y Juan Carlos Suárez Miranda ya va camino de llevar la pesca del día a uno de los restaurantes de la playa. Una sama de unos cuatro o cinco kilos sobresale entre jureles, seifias, sargos breados, un peje perro, y una morena, que está en el fondo del balde agazapada. «Se está cogiendo poco, es invierno y siempre pasa que cuando el mar está más en calma menos se recoge de las nasas», explica. Este pescador de Agaete se adentró en el mar desde los doce años. Recuerda que en este momento estudiaba sexto de Educación General Básica.

En realidad, lo que hizo fue seguir los pasos de su padre Graciliano, que en su momento le ocurrió lo mismo con su progenitor Ramón, y éste parece que tampoco tuvo elección porque el mar les viene en los genes,del primer marinero de los Suárez, también bautizado como Graciliano. Todo un máster en samas han realizado las cuatro generaciones de esta familia, y ya apunta maneras el pequeño Yenedey, que con tan solo un año y tres meses ya sabe lo que es una sama, y se deleita chupando un hielo de los que su tío Juan Carlos ha sacado para llevar en la carretilla al restaurante al que siempre lleva las capturas. Su hermana, Marta Suárez, y madre del pequeño, también se dedica a la pesca, y sonríe cuando relata como Yenedey se lo pasa en grande en remojo dentro de uno de los baldes de pesca.

El máster en samas de los Suárez

El máster en samas de los Suárez / M. Pino Pérez

Para faenar este pescador dispone de dos barcos: el Bencomo y el Pepita María, heredados de su padre. Ayer había salido a las siete con el Bencomo de la mañana a unas cuatro millas donde tiene las nasas, pero durante la zafra del atún se acerca hasta más allá de las costas de Mogán.

En el restaurante Angor donde habían llegado las capturas de Juan Carlos, su propietario, Agustín Bermúdez, espera con ciertas dudas la llegada de mucha clientela local porque, como sospecha, que «aunque se acabaron las fiestas hay rebajas, siempre la gente se lía en las tiendas». Pese a todo, se muestra entusiasmado de cómo está marchando el negocio gracias a la afluencia de extranjeros, con una mayoría de franceses, y también de turistas peninsulares a lo largo de las fiestas de Navidad. Pese a este aluvión de clientela, remarca, que «ha sido un año complicado porque ha subido los precios de la luz, del aceite, de todo, y las ganancias no son las mismas». Poco a poco la cosa se va animando, y en la cocina le tienen preparado el destino a la sama.

El máster en samas de los Suárez

El máster en samas de los Suárez / M. Pino Pérez

En una mesa de la terraza, un grupo de amigos, que se hacen llamar ‘la colmena guasapera’ -por whatsapp- celebra, como lleva haciendo a lo largo de los diez últimos años, su encuentro de fin de fiestas . Nacho González fue quien ideó este encuentro en Agaete al que se han ido sumando poco a poco más amigos. Ayer tras el convite se marchaban a ver el partido de la Unión Deportiva.

Sin prisas, y con las sillas de plegables de playa juntas, pero orientadas en distinta orientación, Yazmina y Manolo, disfrutan de la jornada del domingo en la playa. «Es como estar en una burbuja, lo único que rompe esta paz es el ruido del motor del barco», asegura Yazmina. «Es maravilloso porque el noventa por ciento de los días hace sol», añade. Todos los fines de semana repiten este plan desde hace cuatro años porque se compraron una casa animada por una amiga que hizo lo mismo, una decisión que valoran cada vez más que ha sido muy acertada.

Y hay quienes se quedaron con las ganas de darse un remojón. Arrepentidas de no haber cogido el bañador, Toñi y Tita, que decidieron acercarse junto a Domingo a pasar la mañana del domingo a Agaete se conforman con saborear un helado, y evitan echar mucho la mirada hacia la playa aunque han estado paseando junto al mar todo el tiempo. «Es un sitio increíble para desconectar del bullicio», dice Toñi.

En el antiguo muelle, la animación está en el mar. A nado, en paddle surf, en kayak o lanzándose desde las escaleras. También fuera hay quienes disfrutan de unas cervezas bien frías entre tanto se broncean.

El máster en samas de los Suárez

El máster en samas de los Suárez / M. Pino Pérez

Un concierto mágico

«Esto se ha vuelto habitual porque ha hecho un tiempo espectacular. Desayunar, recoger un poco la casa y venir a la playa ha sido el plan de estas semanas de vacaciones», cuenta Moisés Plasencia, que reside en Agaete, aunque sus orígenes están en La Gomera. Aprovecha uno de los muros del muelle para que sus hijos Moisés de 6 años, y Sofía de 4 años, se tomen el picnic de media mañana: una pieza de fruta y un yogur. Luego les espera el helado en la tienda de Loli. En este mismo ambiente, asegura que pudo disfrutar el pasado uno de enero, el pasado domingo, del concierto de Mestisay. «Fue magnífico, inédito, aquí junto al mar. La verdad es que mereció la pena disfrutar de esas voces en directo aquí», subraya.

A eso de la una y media de la tarde las terrazas se van llenando, pero no es el reboso del verano. Dimitri que tiene un restaurante en cuya carta combina el pescado con la comida italiana asegura que en realidad aunque el domingo es el día que se acercan más los clientes locales son los extranjeros, y en Navidad también los peninsulares los que más tiran del negocio hostelero.

Y mientras que Agaete moviliza por la playa, el entorno, y la oferta gastronómica, también hay quienes arriban a este puerto para trasladarse a Tenerife. Un ir y venir que es habitual . Es lo que le sucede a Claudia Lainati y a Óscar Pérez que vienen y van de Tenerife a Gran Canaria con frecuencia. Ayer tocaba la vuelta a Tenerife con sus pequeños, Óliver y Alexandra, después de recibir a los Reyes Magos junto a la familia grancanaria. «Para nosotros el barco es como la guagua, no estamos pensando en preparar un viaje. Cogemos lo necesario, lo ponemos en el coche, y ya está», expone Claudia. Mari Carmen, su suegra, añade que se han pasado muchos años así, y se han acostumbrado. Aunque a las dos de la tarde eran muchos los pasajeros que esperaban para embarcar con destino a Tenerife hubo otros que apuraron el momento de regresar a la isla vecina para retomar la jornadas de trabajo o los estudios y, esperaron al último trayecto del buque.

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