Aún no llega la raya del mediodía en Pico Rayo, la suave degollada que abre la banda norte de la finca de Osorio a una panorámica que abarca del Pico Teide a El Confital. Como días atrás, sigue cayendo garuja. El aire es líquido y se presenta con gotas microscópicas que van calando hasta el interior de cosas y personas.

Paco Báez está al filo de los 84 años, cuando los cumpla el 28 de febrero, y también a la vera de una ruidosa acequia por la que bajan casi 14 metros cúbicos de agua en una hora. En doce horas serán 116.000 litros, que a día de hoy tiene un precio de 110 euros.

El caudal es sonoro, oxigenado y transparente. Parece de cristal si se fuera capaz de congelar su imagen un segundo. Está vivo, envalentonado tras enchumbar las tierras de las medianías del norte en lo que va de semana con un acumulado de más de 60 litros de agua por metro cuadrado.

«Los nacientes han aumentado», ilustra el señor Báez imperturbable ante las brumas, indicando que lo que ahora empapa tuvo su gran entrante en el último fin de semana de septiembre, sin precedente en su memoria para ese mes, cuando en apenas unas horas arramblaron desde las nubes más de 200 litros cuadrados justo cuando tiene lugar la primera cosecha de invierno.

Pero para Báez, con unos mil sacos de papas plantados con precisión de delineante hasta donde la vista alcanza, «toda lluvia es poca..., viniendo en orden».

Sobre todo porque la estación ha resultado desigual. Y es que tras aquellos históricos 200 litros por metro cuadrado llegaron tres meses muy complicados, demasiado secos y con temperaturas altas para la estación, anomalía que ocurre en 2022 por segunda vez consecutiva. Uno de los hijos de Báez explica que ese trance es especialmente delicado, porque permite que las plagas del verano permanezcan en los cultivos.

El cambio de tiempo con el que se inauguró el 2023 volvió a poner las cosas en su sitio. Y las lluvias que caen desde el pasado martes, serenas pero sin tregua en las medianías del norte, están siendo recibidas cuando ya se encuentran plantados el 80 por ciento de los cultivos de la zona, justo en su primer estadio vegetativo.

Es una regada de fondo que perdurará varias semanas, en un momento en el que muchos agricultores, «desesperados», con cultivos nacidos en la segunda quincena de diciembre habían comenzado a regar, adelantando las instalaciones de riego, recurriendo a sistemas como el ‘paraguas’ o la nueva microaspersión.

Además, la bajada de las temperaturas, rondando por las noches los 11 grados centígrados ahora resultan el mejor profiláctico contra esas plagas que persisten cuando el calor. El mixturado de todos estos factores «auguran una buena cosecha, una primavera muy productiva», sobre todo teniendo en cuanta que aún quedan varias meses lluviosos por llegar, al menos hasta abril. De hecho, son febrero y marzo los más generosos a esa cota de la vertiente norte.

Este zaguán de agua con el que se abre el año, como apunta Báez, «además de contribuir a mejorar los niveles freáticos, ahorra la compra de agua y encima, cuando no riegas también te ahorras ese tiempo para otras labores».

En Pico Rayo continúa el agua de la acequia bullendo mientras cae más agua de la atmósfera, con los nacientes rezumando. Cuando un agricultor capta en día de lluvias el agua que compra, «recibe el doble del agua que paga. En seco no llegas ni a la mitad por las pérdidas, pero con el campo mojado acumulas hasta un 75 por ciento más, sobre todo en las acequias de cielo abierto», explica mientras afirma que en cuestión de campo en norte de Gran Canaria se está viviendo «un enero de película».

Con un guión que incluía lo recibido ayer en Cruz de Tejeda, el mayor registro del día en Canarias, con casi 30 litros por metro cuadrado, o seis litros por metro cuadrado en Valleseco, lo que viene de puntería a las repoblaciones que está ejecutando Gesplan en puntos como Camaretas, donde ya han plantado 7.700 pinos en los últimos meses, y que se suman a los 8.000 matos de laurisilva que desde octubre están plantando justo por donde el señor Báez trajina con la acequia, según la contabilidad que lleva el técnico Miguel Albero, este viernes al frente de una cuadrilla de 14 trabajadores.

Esos riegos continuarán previsiblemente a partir del domingo, con un sábado en el que según la Aemet se esperan en las islas de la provincia de Las Palmas una cierta tregua, incluso con cielos algo más despejados en las horas centrales del día, para dar paso 24 horas después a las lluvias débiles en Gran Canaria, sin descartar que puedan ser de carácter moderado y acompañadas de rachas de viento muy fuerte en las cumbres y en las vertientes del sureste y el noroeste. Y para el lunes más agua para la primera mitad del día.