Análisis

Los primeros médicos de Guía y de Gáldar en el siglo XIX

El Dr. De Rosas Baéz fue contratado en la villa guiense en 1856, siendo alcalde Epimaco Romero | En 1857 se iniciaron los trámites para abrir la primera botica

El doctor Blanco Sapera. | | LP/DLP

El doctor Blanco Sapera. | | LP/DLP / Pedro González Sosa

Pedro González Sosa

Del Dr. Miguel de Rosa Báez, de origen portugués, nació en Las Palmas en 1827 como hijo de Francisco de Rosa Rodríguez, estanquero del barrio de Triana y de Luisa Báez Díaz de Alarcón que era natural de Teror. Casó con María de Falcón de Bethencourt que procedía de familias acomodadas.

Se ha divulgado vagamente su faceta de político por la que pasó casi sin pena ni gloria. Fue diputado a Cortes por Guía y alcalde de Las Palmas en el bienio 1872-73, razón por la que se le rotuló una calle en el distrito de Santa Catalina, pero poco se ha escrito de su actividad como doctor en Medicina y Cirugía, título que alcanzó en la Universidad de Montpelier, permaneciendo luego unos años como médico en el hospital de Nimes. Además, fue quien empleó en Las Palmas por primera vez la anestesia en vez del cloroformo y fue médico forense.

El nombre del Dr. De Rosa Báez está íntimamente vinculado a la historia sanitaria de Guía porque después de regresar a Gran Canaria con veintitantos años fue contratado por el ayuntamiento de la entonces villa norteña para convertirse, que sepamos, en el primer licenciado en Medicina ejercía en aquella localidad. Efectivamente, fue el primer médico que se estableció en Guía contratado por aquella corporación que presidía en 1856 el alcalde Epimaco Romero y era secretario Carlos de Grandy, aunque pone como condición que solo atenderá a los vecinos de este municipio y a los de Gáldar cobrando 7.500 y 3.000 reales, respectivamente de dichos ayuntamientos «con una revisión al alza en 1857». Apenas dos años después de ser contratado, concretamente en febrero de 1858, envía un oficio aludiendo a «la enfermedad de su mujer que aconseja cambiar de clima, viéndose obligado a cambiar su residencia a la Península», causas que comprende el ayuntamiento, dejando sin efecto el contrato.

Los indicios apuntan a que el doctor Enrique Blanco Sapera fue el primero en ofrecer asistencia médica en el municipio de Gáldar

En octubre del mismo 1858 se inician las gestiones para buscar un sustituto barajándose el nombre del Dr. Cayetano Sánchez Canet, gestiones que no fructificaron y, por lo tanto, nunca llegó a ejercer. Pero en la misma sesión se da cuenta que «se sabe» que el Dr. De Rosa está dispuesto a volver pero con la condición de recibir anualmente 12.000 reales, y uno supone que la renuncia anterior a su cargo fue una estratagema para quedar libre del compromiso adquirido y, ahora ya libre, hacer un nuevo ofrecimiento exigiendo más dinero. El ayuntamiento consulta con Gáldar y Agaete y se da cuenta de que «las gestiones van muy adelantadas», pero se presume que no llegaron a buen fin pues no se ha encontrado noticia al respecto y porque en 1863 ya ejercía en Las Palmas desde donde envía una nota a Esteban Bethencourt Sánchez-Ochando dándole instrucciones para atajar una enfermedad de su hermana Isabel, la donadora de la casa parroquial y las joyas a la Virgen de Guía.

El Dr. De Rosa Báez, viudo hacía ya algunos años de María del Pino Falcón dejando huérfanos a Miguel (que tiene descendencia en la actualidad), Francisco, María de los Dolores, y José, falleció en julio de 1887 viviendo en la calle Muro número uno, enfermo de «Degeneración grasosa del corazón, con reblandecimiento cerebro-espinal», según el acta de defunción que notificó al juzgado el abogado Ambrosio Hurtado de Mendoza y Pérez con despacho en la calle Pérez Galdós.

El doctor Miguel Rosas Báez. | | LP/DLP

El doctor Miguel Rosas Báez. | | LP/DLP / Pedro González Sosa

Murió pobre, olvidado políticamente por la ciudad y la isla a la que había servido, y abandonado por todos sus amigos. Sus restos reposan en el cementerio de Las Palmas (entrando a mano izquierda), en el mausoleo del que fue en 1854 presidente de la Junta de Gran Canaria Mariano Vázquez y Bustamante, seguramente por algunos lazos de parentesco, en opinión de Miguel Rodríguez Díaz de Quintana, habidos entre el político y la esposa del galeno por el apellido Bethencourt que llevaba aquella.

1857: la primera botica en Guía

La primera botica —léase hoy, farmacia— que existió en Guía se debe al debate celebrado por su ayuntamiento en la sesión del 1 de septiembre de 1857 en la que se dice que «al encontrarse como médico el doctor don Miguel De Rosas se había estipulado que si algún vecino no se hacía cargo de establecer por su cuenta una botica, se comprometía a efectuarlo el propio facultativo». Se discute el tema y se aprueba indicar al doctor Rosas la necesidad de que lleve a cabo por su cuenta lo estipulado.

En la sesión del 15 de noviembre del mismo año se lee un escrito del Jefe Civil diciendo que atendida la circunstancia de la Villa de establecer en ella una botica se tome interés toda vez que no hay ninguna ni en Guía ni en los restantes pueblos del Partido. Enterados los concurrentes a la sesión y convencidos de cuan conveniente es lo que reclama el Jefe civil, pero atendiendo a que la población satisface además de las indispensables cargas de su presupuesto, 7.500 reales para sueldo anual de un médico, entiende que la botica no se utilizará sólo por el municipio guiense sino también por los pueblos inmediatos, especialmente Gáldar, Moya y Agaete, por lo que se acuerda comisionar el Dr. Rosas y al concejal Salvador Martín Bento para que el primero se entreviste con las personas influyentes de Gáldar y Agaete y el segundo con las de Moya, y con vistas al resultado se ponga en conocimiento del Jefe civil lo que se pueda adelantar al respecto.

El 20 de diciembre siguiente se dio lectura en la sesión de aquel día a dos oficios del Jefe civil, haciendo ver en el primero la conveniencia o necesidad de que se establezca una botica en la villa de Guía por carecer en todo el Partido «de tan útil como indispensable oficina, máxime existiendo un médico titular, y en el segundo que se ha prevenido a los ayuntamientos de Gáldar, Moya y Agaete nombrar comisiones para estudiar el tema». En la misma sesión se comisionó nuevamente al Dr. Rosas para que «abocara a las personas influyentes de Gáldar, Agaete y Moya y las convenza para cooperar». El ayuntamiento de Galdar señala que «aquel ayuntamiento como ya está gravado con 3.000 reales para la dotación del médico, no está en el caso coadyuvar con ninguna cantidad para el establecimiento de la botica». Se le hizo ver que si Gáldar contribuye al pago de los 3.000 reales, Guía hace por el mismo concepto 7.500, «y que la necesidad merece un sacrificio de todos». El Ayuntamiento de Agaete, señala que si bien su municipio había dicho que contribuiría con 80 pesos anuales, ahora reconociendo la ventaja que traerá la botica, contribuirá con una cantidad proporcional a los demás pueblos conforme a su vecindario. Moya acordó respetar su contribución de 60 duros.

Se ha divulgado la faceta de Miguel de Rosa como político, pero poco se ha escrito sobre su actividad como doctor en Medicina y Cirugía

Se acordó por todos los presentes, menos el comisionado de Gáldar, hacer presente al Jefe político que se señale el sueldo de 6.000 reales de vellón al boticario, para lo que deberá contribuir Guía con 3.000 y los 3.000 restantes entre los pueblos de Gáldar, Agaete y Moya.

El 25 de abril se conoce en la sesión la proposición hecha por la Subdirección de Farmacia en la que manifiesta que «rescindido el contrato con el médico y no renovado con otros y que siendo útil el médico y la botica en todos los pueblos de la comarca, deben contribuir todos los pueblos a la subvención de los profesores de Medicina y Farmacia». En mayo del mismo año se acuerda que el futuro farmacéutico traiga oficina propia, señalándose sólo la subvención anual de 6.000 reales, que se distribuirán de esta forma: Guía, 3.000; Gáldar, 1.200; Moya, 750 y Agaete, 1.000. Y en junio siguiente se da cuenta del oficio del subgobernador fijando el plazo de tres meses para que los vecinos proporcionen boticario a la comarca con el sueldo de 6.000 reales, pagando Guía, 2.300; Gáldar, 1.600; Agaete, 1.100 y Moya 1.000. También se debate la necesidad de contar con un médico cirujano y como el beneficio de éste a los demás pueblos es grande, también deberá pagarse 7.500 reales distribuidos por población en proporción a su población pero el tema quedo sobre la mesa y nada conocemos de su resultado. Como tampoco en que quedó la idea de establecer en la entonces villa una botica porque solo pudimos, hace ya algunos años, seguir la trayectoria de la tramitación burocrático-municipal para hacerla realidad. Esto queda para futuros investigadores.

Blanco Sapera, ¿en Gáldar?

Los indicios lo hacen suponer pues hasta pocos años antes de la fecha de la llegada del Dr. Enrique Blanco Sapera el que ejercía como tal en su vecina villa guiense, el Dr. Miguel Rosas, tuvo conversaciones con los Ayuntamientos de Gáldar y de Agaete para prestar, igualmente, asistencia médica a sus vecinos más pobres si se llegaba a un acuerdo económico que creemos no se alcanzó.

Enrique Blanco Sapera llegó a Gáldar arribado a la isla en 1876 junto con su hermano Joaquín, igualmente galeno que decidió establecerse en Arúcas donde incluso tiene rotulada una calle y del que procedía, entre otros, el que fue director del Archivo Histórico Provincial Joaquín Blanco Montesdeoca. Unos indicios hacen suponer que vinieron llamados o advertidos por quien se le supone su tío, presumiblemente hermano de su madre, Manuel Sapera, uno de los primeros fotógrafos profesionales que ejercieron en la Ciudad y del que se conservan numerosas placas. Manuel Sapera llegó a Canarias en 1857 procedente de su Cádiz natal, primero a Tenerife y después se traslado a Las Palmas donde aparece empadronado ese mismo año en la calle de Triana en una casa señalada en aquella época con el numero 138 de gobierno y abrió un estudio en la calle San Francisco número 34 como fotógrafo-retratista.

Enrique Blanco Sapera recién terminada su carrera de médico en su Cádiz natal llegó a Galdar el 23 de marzo de 1876 «llevando en el bolsillo escasos siete reales y medio», según dejó escrito en unas notas autobiográficas que nos ha facilitado su nieto el farmacéutico Enrique Blanco Torrent quien, incluso, nos obsequió hace unos años un curioso documento del que se hablará. Cierto que el Ayuntamiento que presidía José Batllori Perera actuando se secretario Francisco Ramos Rodriguez, había tomado el acuerdo de su contratación en febrero anterior y el mismo día de su arribada toma se le contrata por el plazo de dos años «medico-cirujano de la villa y su distrito con un sueldo anual de 2.500 pesetas» de las entonces. En el acuerdo se hace mención a la obligación para «la asistencia de los enfermos pobres» y le adjunta una lista de 251 familias que se acogerían a este beneficio que, con el correr del tiempo fue conocido en los pueblos popularmente como la «Beneficencia». En la relación, obsequiada para nuestro archivo, aparecen familias no solo del casco de la localidad especificando el domicilio, sino de los barrios de la periferia como los de Toscas, Audiencia, Barranquillo, Hospital, Calvario, Rojas, Cabucos, Canteras, Coruña, San Antón, Pico Viento, Barranco Hondo, Cherinos, Juncalillo, Caideros y otros.

La primera botica -léase hoy, farmacia- que existió en Guía se debe al debate celebrado por su ayuntamiento en la sesión del 1 de septiembre del año 1857

Cumplido el plazo del primer contrato, en mayo de 1878, el médico pide su renovación y, a ser posible, con un aumento de su sueldo pero el ayuntamiento señala que «aunque el expresado doctor ha venido desempeñando su destino con beneplácito del vecindario, con honradez y a satisfacción de todos», no es posible acceder a su petición de aumento de salario «por el estado excepcional en que se encuentra en la actualidad los ingresos del presupuesto, aunque se le amplía hasta 1884 con un sueldo de dos mil pesetas», quinientas menos de lo que cobraba.

El ya flamante medico municipal casó en su iglesia de Santiago el 19 de marzo de 1879 con Josefa Hernández Suárez y en junio del siguiente año nacería su primera hija María de los Dolores.. La esposa del médico Blanco Sapera falleció en Gáldar en noviembre de 1900 cuando todavía éste ejercía en la localidad viviendo en el número uno de la llamada calle Enmedio «a causa de un estado tífico, consecutivo a un catarro gastrointestinal», señala su esposo. En marzo de 1904 fue trasladado a Las Palmas como medico titular en el Puerto de La Luz con un sueldo de 1.500 pesetas y fijando su residencia «en el barrio del Refugio por cuya casa pago 87,50 pesetas mensuales», escribió, donde seguiría viviendo hasta su fallecimiento en mayo de 1918.

Entre las curiosidades que ofrece las «memorias» dejadas por el Dr. Blanco Sapera figura la noticia del fallecimiento de un personaje que tanto destacó en el mundo de la cultura de la ciudad y de la isla. Escribe don Enrique: «el 12 de agosto de 1916 a las once y media de la noche falleció en su casa del paseo de San José mi hijo político don Santiago Tejera y Quesada, esposo de mi hija María Petra y se le dio sepultura en el cementerio católico de Las Palmas al siguiente día a las seis y media de la tarde. Entierro concurridísimo, y su cadáver fue llevado a hombros por sus amigos desde la casa mortuoria hasta la sepultura». Santiago Tejera fue el autor de la que se considera primera biografía-estudio crítico de su obra del imaginero José Luján Pérez.

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