La Aldea

Caserones, residencial indígena

El mayor poblado costero prehispánico se convertirá en un gran parque arqueólogico

Restos arqueológicos hallados en Caserones durante la última excavación. | |

Restos arqueológicos hallados en Caserones durante la última excavación. | | / DAVID DELFOUR

Juanjo Jiménez

Juanjo Jiménez

Residencial Caserones. Urbanización de una sola planta con 800 viviendas unifamiliares, ubicada en la desembocadura de la mayor cuenca hidrográfica del Archipiélago, junto al mar y en pleno barranco de La Aldea y con vistas al cardonal de El Roque, los acantilados de Guguy y colindante al humedal de La Marciega. Con una de las áreas de tarahal más extensas de las islas, aliñado con tabaibas mansas y plantas crasas. Un espacio natural refugio de aves endémicas y migratorias, bañado con el mar del Atlántico, con feraces tierras de cultivo, cumbres para la explotación forestal, una gran charca para el embarbascado del pescado, y tan conectado con el resto del mundo que desde unos pocos años es foco de atención internacional del comercio, donde ya incluso residen franciscanos mallorquines desde el 1340 en el lado oeste de la playa.

De existir inmobiliarias en el siglo XIV este podría el anuncio para residir en Caserones, hoy un yacimiento indígena que ha recuperado las prospecciones arqueológicas y cuyos hallazgos, sobre todo el de una pequeña muestra de hierro, han vuelto a confirmar la importancia del que es considerado como el poblamiento costero prehispánico más poblado de Canarias.

La última excavación saca a la luz un trozo de hierro que habla de la convivencia entre indígenas y europeos

Este potente Caserones fue descrito por el antropólogo y etnógrafo Víctor Grau-Bassas, quién tras una visita a La Aldea describe el peculiar paisaje, ante el que se encontraba la evidencia de «un pueblo muy numeroso: allí aparecen las construcciones que he venido llamando goros, pero de mayor tamaño (10 y 12 metros) y en un número que yo estimo de 800 a 1.000».

Sin embargo, y a pesar de su importancia, el yacimiento arqueológico de Caserones ha sufrido a lo largo de su historia la merma propia de encontrarse en un lugar tan estratégico como privilegiado, entre otras enmedio del trazado de la antigua carretera que une a La Aldea con el resto de la isla por el norte, de forma que mucho después de Grau-Bassas, Sebastián Jiménez Sánchez, el que fuera Comisario de Excavaciones Arqueológicas desde 1941, solo contabilizara 300 construcciones, de las que en la actualidad quedan apenas unas decenas, a falta de nuevas campañas de investigación.

Por ese mismo motivo, Teodoro Sosa, como vicepresidente del Cabildo, y Naira Navarro, primera teniente alcalde de La Aldea, presentaban este martes en el centro de interpretación de Caserones, inaugurado hace dos años y ubicado en la Playa, el nuevo futuro que le aguarda al arcano prehispánico, con un plan de cinco años de actuaciones que, con un presupuesto de 600.000 euros, pretende culminar con la dotación de un ecomuseo y un parque arqueológico para convertirlo en seña de la identidad de Gran Canaria, en un lugar de difusión de los valores históricos y etnográficos y punto de interés cultural y turístico de la localidad.

Los representantes del Cabildo, del Ayuntamiento de La Aldea y de la empresa Prored, durante su visita este martes al yacimiento de Caserones. | | DAVID DELFOUR

Los representantes del Cabildo, del Ayuntamiento de La Aldea y de la empresa Prored, durante su visita este martes al yacimiento de Caserones. | | DAVID DELFOUR / Juanjo Jiménez

En este sentido, Teodoro Sosa, asegura que «estamos de enhorabuena», tanto por la implementación del citado plan como «por retomar después de diez años una campaña de excavación que pone en valor a la zona», la de una de los poblamientos costeros prehispánicos más importantes de las islas, «por la sucesión de estructuras habitacionales y de enterramientos» que denotan la importancia de un lugar «que además se encuentra dentro de la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria, y que por lo tanto permite actuar dentro de las estrategias del nuevo Instituto de Gestión Integral del Patrimonio Mundial y la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria».

Sosa entiende que la Reserva de la Biosfera «ha pasado por momentos que no han sido entendidos por la población», y esta es una oportunidad para relanzar su contenido, con actuaciones como la de Caserones, «pero tenemos que creerlo, y no solo establecer un simple plan, sino incidir en la exploración, la restauración y la ejecución de campañas divulgativas» dirigidas tanto a la población local como a los turistas.

Y no se trata precisamente de un borrador, sino de un trabajo que lleva años de gestiones, según resalta Naira Navarro, tanto en la tramitación de la compra de los terrenos con tesoros arqueológicos, y las consecuentes negociaciones con sus propietarios, como para el desarrollo de las actuaciones que se deben ejecutar con ese presupuesto de 600.000 euros, en cuyo diseño han participado, según la corporación insular, la empresa Arquemetra, bajo la dirección de la investigadora Sandra Cancel, con el asesoramiento de «una gran cantidad de especialistas de las dos universidades canarias y profesionales independientes, así como expertas y expertos locales, como el cronista de La Aldea, Francisco Suárez Moreno. A ellos se suman aquellas personas que iniciaron los trabajos arqueológicos en el pasado siglo, como María de la Cruz Jiménez».

Los arqueólogos hallan restos de obsidiana extraída de la mina ubicada en la Montaña de Hogarzales

Como objetivo inmediato para este 2023 y 2024, el plan establece la continuidad de «la investigación arqueológica y la delimitación del poblado, junto a los trabajos paleontológicos, la puesta en marcha de los estudios sobre el aprovechamiento del humedal y la difusión y la divulgación entre la población escolar».

Así, a este elenco de acciones se añaden otras impulsadas por el citado instituto, como la restauración ambiental del humedal de la Marciega y la sustitución de flora exótica por flora autóctona en los alrededores del centro de interpretación, en colaboración con la paisajista del Área de Medio Ambiente del Cabildo, además del acondicionamiento, restauración ambiental y comunicación del barranco de la Aldea entre el pueblo y la playa, algo ya contemplado en el Segundo Plan de Sostenibilidad Turística.

Todo ello, como indica, la teniente de alcalde de La Aldea, permite la configuración de un corredor turístico en la zona, basado en el patrimonio natural arqueológico. De su potencial éxito pone como ejemplo el ya existente centro de interpretación de Caserones, puesto en marcha hace dos años, «y que poco a poco ha ido cogiendo un gran protagonismo, realimentando un modelo de desarrollo», y de hecho ya es uno de los punto de referencia de la localidad, donde se ubican exposiciones, charlas y encuentros.

Un arqueólogo de Prored trabajando en una de las estructuras del poblado. | | D. DELFOUR

Un arqueólogo de Prored trabajando en una de las estructuras del poblado. | | D. DELFOUR / Juanjo Jiménez

Y no solo ello, porque todo su sentido se muestra justo con los indicios rescatados del propio yacimiento al que da nombre, y que con el reinicio de las excavaciones a buen seguro incrementará sus fondos, haciéndolo más atractivo.

Porque con tan solo esta última campaña, que ha durado en torno a unas tres semanas, según destaca el arqueólogo inspector de Patrimonio Histórico del Cabildo  se han hallado restos de una gran importancia, los que permiten vincular a los primeros europeos con los antiguos canarios.

El también arqueólogo Efraín Marrero, de la empresa Prored, encargada de la más reciente excavación, enseñaba, entre otros objetos, un pequeño trozo de hierro, hallado entre los restos de un fuego doméstico, a su vez encontrado bajo un techo desmoronado de una estructura, y que apunta directamente a ese apasionante momento de las dos culturas, y que afianzaría así a La Aldea, al igual que a Arguineguín, como el primer ‘puerto’ de asentamiento de los europeos en la isla de Gran Canaria, algo que podría denotar un trasiego e intercambio comercial más importante del que hasta ahora se estimaba.

A esa pequeña pieza, cuya importancia es inversamente proporcional a su ínfimo tamaño, hay que añadir un pequeño idolillo y abundante material cerámico y lítico, elaborado este último con basalto y también con obsidiana como la que se extraía de la mina de Montaña Hogarzales, todo ello extraído de una vivienda de planta semicircular, cuya estructura, según explica, ha sufrido una serie de transformaciones a lo largo de su ocupación, algo que también es objeto de estudio.

El complejo recibirá 600.000 euros en un plan de cinco años para potenciar y preservar sus tesoros

Todo ello dibuja un lugar habitado que, para José de León, «plantea un complejo sistema de ocupación del territorio, en el que coexiste un modelo habitacional de superficie con una zona de alto rendimiento económico», para añadir que «a este conjunto habitacional, como sucede con otros de sus mismas características, se asocia una zona de necrópolis».

En definitiva, como detalla el Cabildo de Gran Canaria, «la excavación arqueológica ahora en curso empieza por lo tanto a arrojar nueva luz sobre un asentamiento que contó con centenares de casas, enterramientos, zonas de culto y otras manifestaciones culturales vinculadas a un ecosistema excepcional caracterizado por el agua que traía el barranco, el humedal, los abundantes recursos marinos o los buenos pastos para el ganado en las zonas limítrofes, junto a otros recursos como la avifauna, la flora o la madera».

Caserones, residencial indígena

Caserones, residencial indígena / DELFOUR_PHOTOGRAPHER

Todo ello enmarcado en un oeste insular con una magia excepcional, y del que partía desde los primeros años de la población de la isla, materia prima como la citada obsidiana de Hogarzales, una rareza de enorme importancia utilizada para las herramientas de los primeros canarios en arribar a Gran Canaria, y que se encuentra en numerosos yacimientos repartidos por toda su geografía.

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