Entrevista |

Amalia López: "Me vine a Tanzania tras impactarme la situación en la que viven las mujeres"

La presidenta de la Asociación Kutembea explica que las ayudan a que monten sus negocios, que sus hijos vayan a la escuela y reciban atención médica"

Amalia López,  presidenta y fundadora de la Asociación Kutembea Na Tanzania

Amalia López, presidenta y fundadora de la Asociación Kutembea Na Tanzania / LP/DLP

Amalia López Méndez (Talavera de la Reina, 1963) es presidenta y fundadora de la Asociación Kutembea Na Tanzania que ha sido galardonada con el premio Roque Nublo en el ámbito de Solidaridad Internacional por parte del Cabildo de Gran Canaria. Tras conocer el país como turista, la situación en la que viven las mujeres en este país africano le lleva hace ocho años a dejarlo todo y volver. Hoy, esta onegé les brinda apoyo para que emprendan un negocio, puedan escolarizar a sus hijos, accedan a la atención sanitaria y sepan también cuidarse.

¿Cómo recibe el premio Roque Nublo que le concede el Cabildo a la Asociación Kutembea por las acciones humanitarias que realizan en Tanzania?

Lo recibo con un profundo agradecimiento porque reconoce la labor que estamos haciendo en Tanzania y la verdad es que todo lo que hacemos es muy positivo. Creo que hay que agradecer que la sociedad en la que se inicia esta organización valore este trabajo y se haga visible para que la gente lo conozca.

¿Qué acciones lleva a cabo Kutembea en Tanzania?

Trabajamos en varias vías, la principal es el apoyo a las mujeres. Cuando hablo de las mujeres es todo lo que les puede afectar como apoyo para que pongan en marchan sus negocios y para que sus hijos accedan a la escuela. Aquí la escolarización no es gratuita, y si tienen que empezar con negocios y los niños están en casa no pueden. Intentamos apoyar la escolarización de las niñas porque cuando una familia puede escolarizar a sus hijos lleva al niño y a la niña la dejan en casa. Damos apoyo en sanidad, que tampoco es gratuita. Atendemos a las mujeres con VIH, diabetes, para que tengan acceso a hospitales y medicación, e incluso a operaciones ginecológicas. Intentamos incluir actividades de apoyo sicológico porque hay mucho maltrato y violencia de género, y damos cursos de formación, yoga y meditación para que aprendan a cuidarse, que va unido a la educación. El pasado año empezamos con proyectos de apoyo a la comunidad con la canalización de agua hasta una aldea donde vive una tribu masái; y también con proyectos de reciclaje de plástico.

Ayudamos a escolarizar a las niñas, hay mucho maltrato y violencia machista

¿Qué es lo que le ha llamado la atención de la forma de vida comunitaria de las tribus masáis?

En Tanzania hay 120 tribus diferentes, cada tribu tiene sus tradiciones, y no todas son iguales. Cada tribu tiene una cultura diferente y de hecho tienen lenguas diferentes en el norte y en el sur distintas, que no se entienden entre ellos. Nosotros estamos en la zona de los suajili, una cultura en las que existe mucho apoyo, y si a una familia le fallece un pariente van a ayudar y cocinar para que puedan descansar durante el velatorio, y si hay una boda también colaboran llevando arroz o con lo que pueden, y también cuando alguien está enfermo. Siempre ayudan en la medida de lo que pueden porque es un país con un índice de pobreza muy alto.

Parece increíble que en un país como Tanzania tengan ya problemas con el plástico. ¿Apenas tienen agua y tiene que reciclar botellas?

Si que es un país que se inicia en el camino de la gestión de los residuos. Es un pueblo con mucho turismo que consume agua de botella, y eso ha generado una cantidad de plástico que es impresionante. Están intentando empezar y por eso he pensado en un proyecto de sensibilización para que sepan porqué hay que reciclar. Queremos hacer junto al gobierno lo que es la gestión del vertedero, y ver cómo se puede recoger el plástico y dar trabajo a las mujeres. Hay un proyecto en Kenia de una mujer que fabrica ladrillos con plástico y tierra. El proyecto todavía está pendiente de la financiación pero tenemos mucha esperanza de que lo apoye el Cabildo de Gran Canaria.

¿Cómo es su día a día?

Aquí anochece a las seis de la tarde y amanece a las seis de la mañana, y la vida comienza cuando amanece. Desde las siete de la mañana voy a la oficina que está en el pueblo Mto Wa Mbu donde se lleva toda la organización, y allí recibimos a las mujeres hasta las cinco o seis de la tarde. Después ya tengo mi tiempo personal, en el que también intento convivir con la comunidad, y otros días voy a la ciudad donde recibimos a muchos voluntarios. Es un día a día tranquilo. Se camina sin reloj.

¿A qué carencias se enfrenta a diario? 

No siento que tenga carencias porque me he habituado a la vida aquí. Es verdad que cuando viene alguien de fuera me lo pregunta. Es cierto que el agua no es potable y antes de Navidad tuve hepatitis A , porque al agua no es buena. La electricidad muchas veces se corta. Internet a veces falla y no puedes trabajar y estar en contacto con la sede que está en España. Pero no lo veo como carencias. Hasta todo lo referente a la alimentación lo vivo como una adaptación. No echo de menos que me falte esto o lo otro, además es un país que si tienes dinero tienes de todo. Puedes comprar hasta aceite de oliva que vale 10 euros. Pero me he adaptado bien.

¿Porqué decide dejar su vida y marcharse a África?

Todo viene por un viaje personal. Deseaba visitar países como Kenia y Tanzania. No hay una razón concreta, simplemente fue como un sentir. Me gustó el país, el trato de la gente, lo que vi, las necesidades que había aquí. Lo que más me impactó fue la situación de muchas mujeres con las que hablé y conecté en ese viaje, y eso me hizo decidir volver. No fue para montar una oenegé para ayudar sino que empecé a dejar la vida que tenía porque algo me hizo volver, no hay una razón más. Sí que es verdad que a medida que volvía veía lo que hacia falta y lo que podía hacer por ayudarles. 

No siento carencias aquí, me habituado a la vida aunque el agua no es buena y la electricidad se corte

¿Cómo reciben esas mujeres y niños la ayuda que reciben?

Agradecen todo de una manera exagerada que a veces te desborda. Hay mucho vínculo con la Iglesia, y me dicen constantemente que le piden a Dios que me dé una vida larga, que no enferme, que a mi familia le vaya bien. Recibo siempre su apoyo y su cariño. Las mujeres me dicen que si necesito algo que cuente con ellas. Eso lo vivo de manera personal porque la comunidad me apoya, agradece con mucha alegría la ayuda, y lo celebran muchísimo. Ríen, bailan, y gritan cuando reciben algo. Es una celebración recibir cualquier ayuda para ellos.

¿Y cómo financian la atención médica, la escolarización y proyectos como la canalización de agua a las aldeas?

Los ingresos que recibimos llegan de diferentes vías, una parte importante procede del Cabildo de Gran Canaria, también hay diferentes fundaciones privadas, y socios que nos apoyan y luego las madrinas. Siempre se dice apadrinar y nosotros decimos amadrinar. Son personas que apoyan a los niños de manera particular, y luego también hay personas que hacen donaciones. Además la organización ofrece eventos de solidaridad, por ejemplo hicimos uno en Arucas, donde vendimos artículos de artesanía para obtener unos ingresos.

¿Hay algún proyecto que quieran poner en marcha en este momento?

Nos gustaría iniciar un proyecto para la acogida de ancianos y ancianas en el pueblo de Mbo Va Mbu con el fin de poder darles asistencia sanitaria y atender sus necesidades básicas. Muchos de los ancianos viven en el abandono total y están enfermos.

Suscríbete para seguir leyendo