Honores y distinciones del Cabildo (XII) | Hijo Predilecto

El más sublime exponente del humor

El talento de Manolo Vieira iba más allá de su faceta cómica ya que pertenecía a ese pequeño grupo de genios que surgen cada cierto tiempo en algún lugar del mundo

Manolo Vieira durante una actuación en el teatro Cuyás en el año 2023.

Manolo Vieira durante una actuación en el teatro Cuyás en el año 2023. / ALEJANDRO QUEVEDO

Pocas horas después de ser nombrado Hijo Predilecto por el Cabildo de Gran Canaria, fallecía Manolo Vieira a los 73 años el pasado mes de febrero. El mejor humorista que ha dado el Archipiélago basaba su éxito en un talento innato para abordar con ironía el comportamiento humano y en un carisma aplastante con el que se comía el escenario. Uno de esos genios que surgen cada cien años en algún rincón del mundo.

Con la conmoción aún presente de su reciente fallecimiento, trazar la trayectoria vital y profesional de Manolo Vieira conlleva la complejidad de abordar la trayectoria de uno de los artistas más fascinantes y carismáticos de la historia reciente de Canarias. El cómico de La Isleta fallecía el pasado 8 de febrero a los 73 años, tras una larga enfermedad, y pocas horas después de ser nombrado Hijo Predilecto por el Cabildo de Gran Canaria. Con 42 años de trayectoria en los escenarios a sus espaldas, a los que ponía punto y final hasta sus últimos días al abrigo de la gira de despedida La última y nos vamos, Vieira se consagró por derecho propio como el mayor representante del humor en el Archipiélago, así como el más popular y querido por los canarios galardonado con la medalla de oro de Canarias en 2002.

Una excursión con la familia al campo, la compra en el supermercado, la primera comunión o una cita en el médico marcaban las situaciones hilarantes que narraba a través de los personajes de sus historias, ya fueran Carmelito, Cuco, Fefo, Chanín o Alerxis; eran recursos habituales en sus monólogos que se hicieron populares.

Nacido en 1949 en el barrio capitalino de La Isleta, que tanto reflejó en sus monólogos, Manolo Vieira, fue pionero en el género humorístico en las islas. A mediados de los 80, en el contexto de una sociedad que despertaba de la oscuridad del franquismo, tomó la decisión de lanzarse a la piscina del humor. Corría el año 1984 y las páginas centrales del periódico LA PROVINCIA anunciaba a bombo y platillo la inauguración el jueves 9 de febrero del Pub Chistera (antes Pub Tahití) en el número 108 de la calle Bernardo de la Torre. Allí estarían Juan Luis Calero, el Trío Estelar, el ilusionista Aquilina y el propio Manolo Vieira, en tándem con Daniel Toribio, esperando a que la sala se llenara por primera vez. Poco después cerraron el chiringuito, pero, pronto, a los 18 meses, como si hubiera estado de vacaciones, abrieron «el mismo Chistera» en el número 1 de la calle Juan Manuel Durán González. Fue un 23 de noviembre de 1987, que además tenía a Marisa Naranjo de anfitriona, la cual presentó la sala, al humorista y al público presente mientras en la oficina todavía quedaban escombros porque tras la apertura siguieron las obras de reforma. El local estaba cerca del puerto y de La Isleta, el que sería finalmente su hogar, donde compaginaba sus funciones primigenias con temporadas de 18 meses consecutivos en el Florida Park en Madrid. En la década de los 90, la estela de Manolo Vieira desborda su propia sala capitalina y proyecta su discurso en formato multidisciplinar en radio, en televisión y en directo, seguida de sus primeras incursiones en el mercado latino de Norteamérica, en concreto, en Miami. Para entonces, las historias del «relator del humor isleño» (como lo definió su amigo Alberto Cortez) ya se vendían en discos, álbumes recopilatorios y vídeos que superaban los cientos de millares de copias en Canarias. Sus espectáculos El último en salir que apague la luz, Sal de ahí, Bolero, Manolo Vieira y yo, Manolo Vieira se escribe con ‘b’ chica, Risas y Hoy no es lunes fueron sus números más aclamados por el público en los escenarios.

Especiales

Pero también lo serían sus especiales de Fin de Año, siempre para Televisión Canaria, donde rubricó el sello canario en el mapa del humor nacional aupándose como el espacio más visto de todas las televisiones autonómicas de España. «No me gustaría que a Chistera le ocurriera lo mismos que a Cuasquías o al pub La Calle. Creo que toda ciudad tiene que tener sus referentes. Es eso de que si vas a París te dicen ‘no dejes de ira a...’. O si vas a Madrid lo mismo. También quiero aprovechar el material importante que hay aquí», reflexionaba sobre el futuro de su casa y lugar de trabajo. «Quiero que sea cobijo de mucha gente». Lo cierto es que al Juevesniando acudieron muchas caras conocidas de la cultura de las islas. Gente como Víctor Lemes, Matías Alonso, Aarón Gómez, Rosy Barón, José Vélez, y tantos hijos que le salieron como Arístides Moreno, Kike Pérez, Aarón Gómez, Maestro Florido, Delia Santana u Omayra Cazorla.

«Cuando inauguré este local puse un cartel en la entrada que ponía ‘rogamos silencio durante el desarrollo del espectáculo’. Porque parte del público venía a verme y parte venía a ligar, a tomar copas y hablar, porque no había cultura del espectáculo, todo era sainetes en los cabarets», reflexionaba en otra ocasión sobre sus inicios. Era la época en la que pudo ver en el cabaret El Molino Rojo pude a Pajares, o a Juanito Navarro con Lina Morgan en el Britania. En Altavista, que luego se convirtió en la iglesia coreana, pasaron, entre otros, Raphael, Alberto Cortez, Rocío Jurado, Tom Jones. «Ahí iba mi primera mujer, yo no. Pero al humor sí iba», señalaba.

Vieira creó una aproximación humorística a lo cotidiano que era personal e intransferible. Porque, más que la gracia en sí de lo que contaba, cobraba importancia el cómo lo decía, sus movimientos en el escenario, o sus reflexiones previas sobre las relaciones familiares, personales o sentimentales. Era un genio, con una enorme psicología y una capacidad de observación prodigiosa, que inventó una comicidad más saludable y más profunda de lo que muchos imaginan, en la que uno comprobaba lo realmente absurdos que eran gran parte de los comportamientos humanos habituales.

Y, como todos los genios, una de sus características más profundas era su total ausencia de divismo y un perfeccionismo profesional que rozaba lo patológico y que se constataba en que nunca veía ninguno de sus espectáculos de fin de año en la televisión porque siempre encontraba errores de bulto que le incomodaban y le reconcomía por dentro. Pero un claro ejemplo de que su talento era innato se reflejó en las numerosas entrevistas que concedía en las cuales siempre mostraba un ingenio formidable e inteligente para desarmar a su interlocutor.

Todos los humoristas de las Islas, y de todas las generaciones, se mostraron totalmente devastados antes la triste noticia de su fallecimiento. Y todos, unánimemente, lo situaban como su gran maestro y valedor ya que su incombustible humildad y su siempre carácter altruista hizo que a muchos de ellos los acogiera bajo su protección.

Pero a todo esto habría que unir sus participaciones en todo tipo de eventos. Asi, Manolo Vieira fue el encargado de pregonar el Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria en 1997 dedicado al Extremo Oriente y en 2019 con Una noche en Río en el parque Santa Catalina y en la plaza de Santa Ana, respectivamente. En 2011 también se subió al escenario de Santa Catalina para presentar la gala de elección de la Reina del carnaval. Manolo Vieira solía destacar entre sus espectáculos favoritos el de El último en salir que apague la luz, si bien uno de sus CD-DVD más vendidos es el que reúne los sketches de Hoy no es lunes. La gira de despedida, antes de apearse de los escenarios, la título La última y nos vamos, a lo que añadió el apéndice de a saber dónde. Siempre quiso deslizar que no era la última sino la penúltima, la arrancadilla, la que mejor sabe: no tanto en rendir homenaje a su propia trayectoria como en regalar esa última carcajada a su legión de seguidores.

Se fue Manolo Vieira persona, cierto, pero el Manolo Vieira artista seguirá eternamente como uno de los más sublimes exponente del humor que se haya hecho no solo en las Islas, a nivel mundial.

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