Yacimientos arqueológicos | 50 Aniversario de la Declaración de Bien de Interés Cultural

Los antiguos del mar de Tufia

El yacimiento de Tufia, en Telde, es uno de los enclaves costeros más representativos de la isla indígena

Los antiguos del mar de Tufia | JOSÉ CARLOS GUERRA

Los antiguos del mar de Tufia | JOSÉ CARLOS GUERRA / Juanjo Jiménez

Juanjo Jiménez

Juanjo Jiménez

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Es pleno marzo, en teórico invierno, faltan aún 10 días para que irrumpa la primavera pero en Tufia ya amagan con el verano pistoseando de sus 22 grados centígrados, un cielo azul que regaña los ojos y un mar echado que invita a salir caminando hacia la línea del horizonte. En el exactamente el mismo océano del litoral de Telde, el primigenio Faycanato, que disfrutaron unos antiguos canarios asentados en el morro que arropa a las casas que hoy cuelgan de los riscos, formando una deliciosa bahía de juguete.

En esa cocorota peinada por las coladas volcánicas lucen imperturbable los bajos pero contundentes muros de cuatro recintos habitacionales, tres de ellos de planta elíptica y otra cuadrangular, pero que por dimensiones y por su perímetro circular de alguna manera se salen del proyecto estándar indígena.

El complejo se completa, hacia donde cae la muy secreta playa de Aguadulce, con otras estructuras cruciformes, con el contundente protagonismo de un enorme recinto cuadrangular, con idénticas esquinas redondeadas cuya funcionalidad está en veremos, para rematar los indicios más visibles a cargo de dos túmulos funerarios y una serie de muros entrelazados en el interior al que se suma otro más con ánimo perimetral.

Los antiguos del mar de Tufia

Los antiguos del mar de Tufia / Juanjo Jiménez

Cuatro viviendas

En esa cocorota peinada por las coladas volcánicas lucen imperturbable los bajos pero contundentes muros de cuatro recintos habitacionales, tres de ellos de planta elíptica y otra cuadrangular, pero que por dimensiones y por su perímetro circular de alguna manera se salen del proyecto estándar indígena.

El complejo se completa, hacia donde cae la muy secreta playa de Aguadulce, con otras estructuras cruciformes, con el contundente protagonismo de un enorme recinto cuadrangular, con idénticas esquinas redondeadas cuya funcionalidad está en veremos, para rematar los indicios más visibles a cargo de dos túmulos funerarios y una serie de muros entrelazados en el interior al que se suma otro más con ánimo perimetral.

El complejo se completa, hacia donde cae la muy secreta playa de Aguadulce, con otras estructuras cruciformes, con el contundente protagonismo de un enorme recinto cuadrangular, con idénticas esquinas redondeadas cuya funcionalidad está en veremos, para rematar los indicios más visibles a cargo de dos túmulos funerarios y una serie de muros entrelazados en el interior al que se suma otro más con ánimo perimetral.

Calles estrechas y casas de piedra seca

Pero dado que la propia geología se encargó de diseñar en la caprichosa Tufia sus propias cuevas de apartamentos con la materia del aire de las burbujas que dejó el volcán, es de sospechar que todo el morrete, de arriba abajo, era un lugar residencial de alto copete con vistas al salitre.

Ya el geógrafo Leonardo Torriani describía el lugar en el siglo XVI: «Sus calles eran estrechas y las casas hechas con piedra seca (es decir sin argamasa u otra cosa parecida), pequeñas, limpias y bien labradas, pero bajas de techo [...] Dichas casas cubrían con troncos juntados de palmas, y encima de ellos, para defenderse de las aguas de lluvia, hacían una costra de tierra, que todavía se usa hoy en Canaria».

De vuelta a 2023, en pleno mediodía, el trajín que se observa en la Tufia del siglo XXI es probablemente idéntico, salvo por el grupo de buceadores que salen del fondo con sus botellas de oxígeno, gafas y aletas, al de antes de la Conquista, en lo que todo giraba alrededor del agua, nadando, pescando o marisqueando para complementar la dieta. No en balde, Juan de Abréu Galindo ofrece, también en el siglo XVI, un sorprendente relato de las habilidades de los antiguos para hacer zafra en la mar: «Si acaso vían andar en la costa algún bando de sardinas, que hace luego señal en el agua, como eran grandes nadadores, echábanse a nado hombres y mujeres y muchachos, y cercaban el bando de las sardinas, y íbanle careando para la tierra, dando palmadas o con palos en el agua. Y, cuando lo tenían cerca, tomaban unas esteras largas de juncos, con unas piedras atadas a la parte baja: llevándola como red, sacaban a tierra mucha sardina».

Los antiguos del mar de Tufia

Los antiguos del mar de Tufia / Juanjo Jiménez

Relación con el mar

La íntima relación del antiguo canario con el mar se vino a confirmar casi antier, en términos arqueológicos, cuando se detecta en no pocos restos humanos la presencia, como consecuencia de la continua exposición del canal auditivo al agua fría, de la llamada exóstosis auricular, o síndrome del surfero, puesto por escrito ya en 1991 por Dutour y Onrubia sobre unos restos hallados en el yacimiento galdense de El Agujero.

Y todo indica que en Tufia, que debe su nombre al guayre Taufia, cuya muerte se ubica allí mismo, era una suerte de hipermercado del pescado y el marisco, tanto por el abrigo que ofrece hacia tierra, donde muy probablemente sus numerosas cuevas, que hoy siguen siendo habitadas en su versión alicatado, fueran un hervidero de actividad, como por la banda acantilada que se abre al Atlántico, formando unos riscos prácticamente verticales sobre los que es difícil imaginar a unos chiquillos corriendo sin alterar la pachorra de sus padres.

Declarado yacimiento desde 1944

Su estatus de yacimiento se debe al trabajo del comisario provincial de Excavaciones Arqueológicas Sebastián Jiménez Sánchez en 1944, al que sigue su posterior declaración como Monumento Histórico Artístico en 1973, con la denominación Ruinas del Poblado Prehistórico de Tufia.

Y para conmemorar los 50 años de esa efemérides como Bien de Interés Cultural, en su portal se descubría hace unos días una placa que resalta el hito del Gobierno de Canarias, en la que se incluía una visita al bien arqueológico guiada por Javier Velasco Vázquez, arqueólogo e inspector del Servicio insular de Patrimonio Histórico, en un programa cultural que incluía la conferencia, Patrimonio y Contexto, del catedrático de Arquitectura José Antonio Sosa Díaz Saavedra.

La iniciativa abarca a los otros tres yacimientos grancanarios que ‘cumplen’ años, como es el de Arteara, en San Bartolomé de Tirajana; el de los Letreros de Balos, en Agüimes; y el del Maipés, en Agaete, que también han sido objeto del seminario del seminario Espacios arqueológicos y paisaje, dirigido por Juan Sebastián López García, director insular de Patrimonio Histórico del Cabildo, y por la arqueóloga y profesora Rosa María Schlueter Caballero.

Los antiguos del mar de Tufia

Los antiguos del mar de Tufia / Juanjo Jiménez

Protegido por una valla

Velazco en su intervención en Tufia resaltaba precisamente la importancia que representa el yacimiento tanto por sus indicios que hoy permanecen protegidos por una gran valla perimetral, en el hecho de que fuera uno de los primeros de Gran Canaria en ser declarados como Bien de Interés Cultural, ya que solo El Agujero y La Guancha, Cuatro Puertas y Cueva Pintada fueron reconocidos antes, concretamente en el año 1949.

Además aporta que Tufia se eri gen en uno de los más representativos de los numerosos poblados costeros de los antiguos canarios, del que destaca particularidades como su gran recinto amurallado así como el que forma una considerable espiral.

Por su parte Sebastián López considera que la potencialidad del yacimiento teldense, del que subraya su posición en altura y en un lugar estratégico por su cercanía a la Bahía de Gando, punto recurrente de las sucesivas invasiones europeas, es mucho mayor de la que hasta ahora ha ofrecido a pesar de las distintas campañas de prospección que se han realizado a lo largo del tiempo, por lo que augura «novedades importantes en futuras excavaciones que pueden ampliar los conocimientos sobre la cultura prehispánica grancanaria»

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Las primeras descripciones del poblado costero de Tufia se deben al geógrafo y cartógrafo militar Leonardo Torriani, que detalla ya en el siglo XVI las dimensiones y los materiales de las casas levantadas con piedra seca y «troncos de palma» de aquellos antiguos canarios.

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El recinto aborigen de Tufia fue declarado como yacimiento por el comisario provincial de Excavaciones Arqueológicas, Sebastián Jiménez Sánchez, en el año 1944. Y en 1973 el Gobierno de Canaria le otorga su protección como Bien de Interés Cultural

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Las estructuras de Tufia destacan por sus dimensiones, con una especie de plaza de la que aún no se conoce su función.

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El yacimiento está cerrado al público, con una valla y no cuenta con centro de interpretación propio, por lo que hay que ponerse en contacto con el Servicio de Patrimonio del Cabildo para coordinar las visitas.

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