Honores y Distinciones del Cabildo (XXII) | Hija Adoptiva

La perenne letra de Campos-Herrero

La nueva hija adoptiva de Gran Canaria imprimió un impulso decisivo a la literatura y el periodismo femenino de las islas - Su obra abarca todos los géneros y edades

Dolores Campos-Herrero.

Dolores Campos-Herrero. / Yaiza Socorro

Juanjo Jiménez

Juanjo Jiménez

El Cabildo de Gran Canaria nombra a título póstumo a la escritora y periodista Dolores Campos Herrera como hija adoptiva de la isla. Nacida en Tenerife, la autora dejó una inmensa obra en la que abarcó desde guiones a cuentos, pasando por la poesía y la ficción narrativa, imprimiendo a la literatura femenina del Archipiélago un enorme impulso a partir de los años 80 del siglo pasado. 

El Cabildo de Gran Canaria nombra a la escritora y periodista Dolores Campos-Herrero Navas hija adoptiva de la isla «por su profusa obra como guionista de televisión, dramaturga, periodista, bloguera, activista cultural y formadora», que ha contribuido «a enriquecer el panorama literario femenino en Canarias».

Campos-Herrero nace en la isla de Tenerife, en Abona, Los Cristianos, en el año 1954. Fallecida en la capital grancanaria en 2007, reside durante sus primeras años de vida en Lanzarote, pero será en Gran Canaria donde asienta su residencia y desarrolla su densa y sustanciosa trayectoria profesional, en la que toca casi todos los géneros, dejando su impronta en los principales medios de comunicación y en el mundo de la cultura de la segunda mitad del siglo XX e inicios del XXI, sin olvidar el indudable impulso al periodismo como la literatura femenina del archipiélago. 

Su formación académica la culmina en la Universidad Complutense de Madrid, con una licenciatura en Ciencias de la Información que completa con estudios en Filología Hispánica y en Archivos y Bibliotecas, para regresar a la isla redonda, donde entre 1982 y 1987 entra en la primera plantilla del periódico Canarias 7 como jefa de la sección de Cultura

Su camino laboral continuaba como corresponsal de El País en las islas durante tres años, entre 1987 y 1989, lo que compaginaba con su trabajo en Televisión Española en Canarias, donde entra también a partir de 1987, para luego formar parte del equipo con el que llega a la jefatura de los informativos Telecanarias en los años 2004 y 2005, tras pasar por la redacción de espacios culturales como Tamarco, Paralelo 28, El Patio, así como Cultura con Ñ. 

Incansable

Pero la capacidad de trabajo de la incansable Dolores Campos-Herrero aún daba para mucho más y, así, firma los guiones de los documentales Atlantes, de Televisión Española en Canarias y el de la productora La Sal dedicado a la figura de Trini Borrull, todo ello mientras colaboraba con cabeceras de rotativos locales como Diario de Las Palmas, La Gaceta de Canarias, o revistas nacionales como Interviú y Tiempo, así como en programas radiofónicos de Radio Popular y Cadena Española

Su otra gran faceta, la literaria, muestra la incasable letra de la nueva hija adoptiva de Gran Canaria con una ingente obra que el Cabildo califica como «enorme y variada, desde sus cuentos, pasando por la poesía, la literatura infantil y juvenil, hasta el microrrelato, del que fue una de sus mayores precursoras y que bautizó como Breverías»

A eso hay que añadir una obra de teatro, Abre tus ojos, así como infinidad de artículos literarios publicados, entre otras, en las revistas Quimera, El Urogallo, Liminar, LC, Azul, La Fábrica, Cuadernos del Ateneo o La Plazuela de Las Letras. 

Campos-Herrero publica una quincena de libros, un primero de poesía, en 1985, con el título Chanel Número 5, al que se añaden otros tres del mismo ámbito: Siete Lunas, Otros Domingos y Noticias del Paraíso

A la ficción narrativa dedica las obras Daiquiri y Otros Cuentos; Basora; Fieras y Ángeles. Un Bestiario Doméstico; Veranos Mortales; Santos y Pecadores; y Eva, El Paraíso y Otros Territorios

De literatura infantil otros cuatro volúmenes, Azalea, premiada en 1995 con el Atlántico de Literatura Infantil; Arajelbén, Rasaura y Los Autómatas, y El Viaje de Almamayé

Fructífera y luchadora

Dolores fue tan fructífera en la obra literaria como en su lucha por ubicar a la mujer en el lugar de las letras que por mérito le corresponde, y su crítica sin ambages a los estereotipos anclados en el pleistoceno. En una entrevista firmada por Cecilia Sarleno para el número 48 de la revista Cyber Humanitatis de la Universidad de Chile, la autora afirma que «las mujeres que escribimos podemos ocupar espacios en los medios de comunicación, tener presencia en congresos, publicar. Sin embargo, en el territorio académico, en el del prestigio que no se discute nunca, nuestra posición siempre es secundaria. Se nos considera más mediáticas que figuras ‘imprescindibles’ para entender momentos culturales. Como, en cambio, si ocurre con nuestros compañeros varones. Se nos lee mal e insuficientemente. Yo he visto algún estudio literario en el que se habla de mi obra de una manera que no consigo reconocer. Es como si el estudioso de turno se hubiese conformado con leer al azar dos cuentos -y seguramente no los mejores-, de algún libro y reducir mi trabajo a conceptos tan vagos y difusos como ‘moderna y minimalista’. Es decir, existe una tendencia a reducir nuestra obra a determinados clichés», para rematar intuyendo un futuro algo más diáfano, en el que «veo que cada vez se habla más en términos de buena y mala literatura, que de escritores y escritoras».

Ubicada en la llamada generación del silencio, de los autores de la década de los 80, si bien aceptaba la clasificación, «como esa circunstancia externa que nos afectaba a quienes deseábamos dar salida a nuestro trabajo y no teníamos dónde hacerlo», y que se mostraba «muy cerca de lo que escribe Alexis Ravelo», prefería apostar por el cambio de siglo: el de «una autora», señalaba, «de la generación del siglo XXI, porque es a partir del 2000 cuando tengo la impresión de que mi obra puede parecer más elaborada, más rigurosa, más interesante y rica». 

Reguero de amor

Todo ese bagaje, sí, elaborado, riguroso, interesante y rico, queda bordado por una personalidad cuya estela deja un reguero de amor y cariño por parte de todos los que compartieron tanto el espacio personal como el profesional con la nueva hija adoptiva de Gran Canaria, por su sencillez y cercanía en el trato. 

El periodista Juan Cruz, tras su fallecimiento, recordaba en El País las últimas letras de Dolores Campos-Herrero escritas apenas cinco días antes del deceso: «Arrimó la escalera al árbol, empeñado como estaba en bajar de aquella copa un nido. Siguió y siguió y rebasó la altura de todo el parque e, incluso, el nivel de algunas nubes. Pero aquello no tenía fin. Ni la escalera. Ni sus ganas de subir»

«Como si arañara en la infancia, y el final del futuro», rubrica Cruz. 

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