Emergencias

Los nuevos bomberos del Consorcio se preparan para los riesgos en altura

El síndrome del arnés, el cálculo de la caída libre y la conciencia del peligro de muerte son parte del curso de prevención

El síndrome del arnés, que ante una caída al vacío hace que la persona no pueda estar inmóvil y en suspensión más de 30 minutos porque ese salvavidas ejerce entonces de torniquete y puede provocar la muerte; el cálculo de la distancia de caída libre para garantizar el margen de seguridad hasta el suelo; o la necesidad de usar las anillas, conexiones y anclajes con exquisita precisión porque el riesgo en las emergencias de altura es de muerte, son parte de la formación de prevención en trabajos en altura recibida por los bomberos recién incorporados al Consorcio de Emergencias de Gran Canaria.

El Consorcio, según recuerda en una nota emitida este domingo, es un sistema de respuesta multirriesgo, así que aparte de incendios en inmuebles, atiende accidentes de tráfico o rescates acuáticos -el único cuerpo de bomberos de Canarias junto al de Lanzarote-. Y también trabajos en altura, desde incidencias deportivas como los sexagenarios rescatados de una pared de San Bartolomé de Tirajana tras horas para alcanzar su posición ya de madrugada en 2020, a multitud de senderistas que caen por escarpados de difícil acceso o accidentes de trabajo en el sector de la construcción.

Este curso básico, que se suma a la formación realizada durante el año anterior a los bomberos de nueva incorporación, forma parte del programa de formación continua del Consorcio y da cumplimiento al precepto legal para obtener autorización para estas intervenciones. A la asistencia de los nuevos bomberos se sumaron la de quienes no pudieron asistir a la anterior edición, de modo que la cobertura alcanza al 98 por ciento del personal.

Los nuevos agentes reciben un curso para abordar el ‘síndrome del arnés’ o el autosocorro

El bombero César Martínez explicó que las técnicas deportivas inspiraron hace décadas los inicios de la atención de emergencias en alturas hasta que la legislación comunitaria y estatal en materia laboral diferenciaron claramente el ámbito deportivo y el profesional con sustanciales diferencias como que la seguridad y la formación en el mundo deportivo es voluntaria y en el profesional obligatoria, de una cuerda se pasa a dos, la de trabajo y la de seguridad, y del criterio de ligereza y comodidad de los equipos se pasa a priorizar la seguridad, con la comodidad como criterio secundario.

Asimismo cobra mayor importancia el autosocorro, pues en la planificación del trabajo hay que prever el rescate de los rescatadores con especial atención al síndrome del arnés, pues además de estar sujeto de forma adecuada para evitar lesiones al caer, es esencial proceder a descolgar al compañero caído al vacío en el menor tiempo posible porque el arnés pasa a ejercer de torniquete y la suspensión y la inmovilización generan el peligro de colapso cardiaco. Por ello, entre tanto, si la persona caída está consciente debe forzar el movimiento de las piernas.

Especial hincapié hizo el instructor en la necesidad de conectar los dispositivos anticaídas a la anilla situada en el esternón o del dorsal, la denominada anilla A, para que el cuerpo quede en una postura más adecuada para la respiración y la circulación, y jamás debe conectarse a ninguna otra porque incrementa el riesgo de lesiones a pesar de estar provistos de sistemas de absorción de energía, es decir, son “elásticos” para evitar que el impacto sobre el cuerpo supere los 6 kilonewton establecidos por normativa como máximo soportable.

Así, los bomberos trabajan con seis Sistemas de Protección Individual Contra Caídas (SPICC) diseñados para las diversas situaciones de trabajo. La primera norma es respetar “siempre” los usos, pesos y combinaciones marcadas por el fabricante. De hecho, todos los Equipamientos de Protección Individual (EPI) son de categoría 3 según normativa europea (CE), que establece que la categoría 1 es para riesgos leves, la 2 para moderados y la tercera es para riesgos de muerte o lesiones permanentes.

La retención es el primer sistema de protección y consiste en el agarre para trabajar en plataformas horizontales, se trata de una cuerda que no está en tensión pero con un largo inferior a la distancia hasta el borde, de manera que sea imposible que caer fuera de la superficie. Este sistema también se emplea cuando los bomberos están en la cesta de un camión de altura, pues ante cualquier latigazo del brazo, impide que se salga y caiga.

La sujeción, por su parte, es un amarre en tensión para trabajar en una plataforma inclinada con las manos liberadas, mientras que para trabajar sin superficie alguna de apoyo, en completa suspensión en el aire o en paredes verticales, entra en juego el denominado acceso mediante cuerda, el más completo de todos por el sistema de anillas, conectores, bloqueadores y descensores, entre otros mecanismos que el bombero debe conocer y manejar al dedillo.

Clave es estar anclado a dos puntos distintos, el nudo de final de cuerda y el de un metro antes de que se acabe para tener margen de maniobra, no perder de vista que el roce en cuerdas tensas conlleva riesgo de rotura y precisan los protectores que lo evitan, y que toda comprobación es poca, “no hay que fiarse” nunca, porque el riesgo en altura se incrementa con respecto al trabajo en horizontal.

La legislación de la UE obliga a reforzar la seguridad respecto a las técnicas deportivas

Fundamental es el sistema de salvamento, las maniobras de rescate del propio compañero de trabajo deben ser entrenadas en los parques en sus cuatro fases: alcanzar la posición del compañero caído, sea descendiendo o ascendiendo hasta el punto en el que se encuentre, realizar una doble conexión a su arnés, desconectarlo de sus elementos de seguridad y descender siempre con mosquetón de freno.

Finalmente se encuentra el aseguramiento dinámico por el que el bombero progresa al tiempo que genera sus propios anclajes, se trata de la profesionalización de las técnicas de escalada. Estas técnicas se han puesto en práctica, por ejemplo, en el descenso a la Sima de Jinámar para recuperar los restos de los represaliados de la dictadura franquista.

La conformación del equipo material, desde las eslingas que preparadas para “aguantar la vida”, a cintas, chapas con tensor, el juego de conectores, absorbedores de energía y las cuerdas, formadas por funda y alma, así como la importancia de tener en cuenta la situación meteorológica del momento, pues lluvia y viento afectan a la seguridad y maniobrabilidad, complementaron la formación para la seguridad del personal operativo del Consorcio de Gran Canaria en trabajos de altura.