I Jornadas sobre hidrología e hidroterapias en la Universidad Fernando Pessoa en Guía

San Roque, la histórica agua mineral de dos valles que secó su deuda millonaria

La embotelladora cerró hace 25 años, pero existe interés en rescatarla

Fernando Ojeda, este miércoles, durante su charla sobre el agua de San Roque, en la Universidad Fernando Pessoa Canarias en Guía.

Fernando Ojeda, este miércoles, durante su charla sobre el agua de San Roque, en la Universidad Fernando Pessoa Canarias en Guía. / LP / DLP

Javier Bolaños

El agua embotellada San Roque cerró el grifo en 1998, tras arrastrar una deuda millonaria que le condujo a la ruina. La imagen de esa agua mineral natural ferruginosa que nació de dos valles y que fue famosa durante tres siglos en Gran Canaria sigue todavía viva entre muchas generaciones. El investigador Fernando Ojeda, miembro de la Asociación Cultural El Bloque, expuso ayer algunas de sus singularidades, dentro de las I Jornadas Autonómicas sobre el agua: aguas minerales de Canarias, celebradas en la Universidad Fernando Pessoa Canarias en Guía.

La empresa entró en crisis en 1991, que se convirtió en una suspensión de pagos en 1996 por una deuda de 1.500 millones de pesetas (nueve millones de euros de aquel momento), de la que no se recupera y termina echando el cierre definitivo dos años después. Existen intentos por volver a rescatar la producción y volver a colocar sus botellas en el mercado. Pero, de momento, es parte de la historia de las aguas embotelladas de Gran Canaria.

El experto expuso durante su charla algunos datos curiosos, como que cada caja antigua tenía dos senos que llevaba 28 botellas, cuatro de las cuales iban tendidas, con un peso de unos 30 kilos, hasta que llegaron las cajas de plásticos. Cada camión llevaba hasta 240 cajas para su venta.

La compañía disponía de una flota de 70 camiones, que reparaban con su propio taller en San Cristóbal (Las Palmas de Gran Canaria), pero la falta de recursos hizo que al final por las averías solo tuviera 14 en uso.

Los vendedores recibían 10 botellas diarias para su consumo, pero con la etiqueta cambiada

Se da la circunstancia de que los repartidores tenían derecho a 10 botellas diarias en el camión para su propio consumo. Pero, para evitar la picaresca, se presentaba con un color distinto, para que no se comercializara. Si se vendía con la etiqueta impresa en azul, rojo y amarilla al público, en su caso se hacía en blanco.

A su vez, sus familiares podían comprar el agua a cinco pesetas, tres menos que lo que le costaba a sus clientes.

Los trabajadores tenían que acudir a las tres de la madrugada a la fábrica, aunque abría a las cinco, para hacer la cola antes de cargar y salir al reparto.

El agua mineral San Roque nace de dos valles: Casares (al norte) y San Roque (sur), en Valsequillo. Y, aunque es conocida desde hace siglos, sería en el siglo XVIII cuando José Viera y Clavijo realiza un primer análisis cualitativo, que presenta en la Real Sociedad Económica de Amigos del País en noviembre de 1786. Viera y Clavijo manifiesta entonces tener unas nociones de química adquiridas en su estancia en París (Francia).

Este análisis despierta el interés de otros estudiosos isleños, que se preocuparon por conocer los componentes de las aguas de las distintas fuentes y manantiales isleñas.

Nace de dos valles: el de Casares y el que da nombre a la marca, y se conoce desde el siglo XVIII

En 1843 Orfila y Lehieu hablan del agua ferruginosa del Valle de San Roque, con bicarbonato de sosa en cantidad considerable, carbonato de hierro en abundancia, carbonato de calcio en pequeña cantidad, al igual que el carbonato de magnesio, y el cloruro de sodio, entre otros elementos. Pero, sobre todo, destaca por su abundancia de hierro, que le dan su relevancia como aguas ferruginosas.

Los manantiales de Las Palmas llegaron a vender 2,1 millones de botellas de agua envasada en el año 1932, y en vísperas de la Guerra Civil superaron los cinco millones. Entre ellos, además de Teror, y las distintas fuentes de Firgas, destacaba San Roque.

Fernando Ojeda detalla que en la Guía oficial de balnearios y aguas minero-medicinales de España (1946-1947) figura clasificada como aciduoladas, bicarbonatado-sódicas, variedad sulfo-cloruradas. A su vez, se especifica que emergen a 27 grados centígrados y con aforo de 53 litros por minuto. Y está indicado para estreñimientos, catarros gastro-intestinales, diuréticas y congestiones hepáticas, y es un agua de mesa.

Las botellas de San Roque se secaron hace 25 años, pero conservó durante años muchos recuerdos, como sus cajas y botellas amarillentas en la planta del Valle de Agaete, y en el antiguo almacén de San Cristóbal, en Las Palmas de Gran Canaria.

Desde hace unos años existe interés en rescatar esa marca que dejó huella entre muchas familias grancanarias, aunque todavía sigue sin ser una realidad.

El Pozo de la Salud, El Rincón y la práctica deportiva.

Las jornadas organizadas por el Instituto de Hidrología y Climatología Médicas de la Universidad Fernando Pessoa, celebrada ayer con motivo del Día Mundial del Agua, contó con la presencia del catedrático de la Universidad Complutense de Madrid y presidente de la Sociedad Española de Hidrología Médica, Francisco Maraver, quien expuso las bondades del agua, sobre todo en las aguas minerales naturales, que son el 95% de las aguas que se envasan en nuestro país y la segunda más restrictiva, después de los alimentos infantiles, y las aguas mineromedicinales. El programa se complementó con Fabián Hernández, que expuso sus trabajos sobre el Pozo de la Salud (El Hierro); al igual que se trató sobre el Charco Verde de La Palma, con más de 400 años de historia, por Luis Sarbelio Fernández. La charla sobre las técnicas de tratamiento de la balneoterapia estuvo a cargo del médico José Luis Pérez, y sobre el manantial de La Mina de Tejeda por el también médico Iván Duque; mientras el profesor de educación física Cristóbal Navarro se encargó de explicar las tomas de agua en la cultura deportiva; y Juan Santana disertó sobre la fuente pública de Telde. Y, por último, el promotor de estas jornadas y director del Instituto de Hidrología, Eduardo Navarro, se centró en el balneario de El Rincón, en Las Palmas de Gran Canaria.

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