Mogán

La presa de Soria: medio siglo del mayor coloso hidráulico de Canarias

El embalse cumple 50 años desde su inauguración el 2 de abril de 1973 - Fue impulsado por Fermín Monzón Barber y Alejandro del Castillo

Imagen de la presa de Soria esta misma semana, con un volumen de 54.320 metros cúbicos al cierre de febrero.

Imagen de la presa de Soria esta misma semana, con un volumen de 54.320 metros cúbicos al cierre de febrero. / Juan Castro

«Agradecemos al Ministerio un acto de tanta trascendencia para el futuro de nuestra economía como es la inauguración de este embalse de Soria, cuya capacidad supera la suma de todas las restantes instalaciones insulares, aparte de llevar el sello de lo insuperable, por no habernos dotado la naturaleza de otro vaso de condiciones comparables». Las palabras que el lunes 2 de abril de 1973 pronunció el entonces presidente del Cabildo de Gran Canaria, Juan Pulido Castro, en el acto de inauguración de la presa de Soria, y que reflejaron los periodistas Ángel Tristán y Jesús Montesinos en las páginas de LA PROVINCIA, bien manifiestan la magnitud colosal de una obra hidráulica con capacidad para almacenar 32.300.000 metros cúbicos de agua pero que nunca ha llegado a cubrir ni la mitad, pues el volumen máximo registrado por el Consejo Insular de Aguas ha sido de 12.924.960 metros cúbicos.

Imagen de las obras de la presa a principios de los años 70, procedente del archivo de Fermín Monzón Barber y facilitada por el geógrafo Jaime González.

Imagen de las obras de la presa a principios de los años 70, procedente del archivo de Fermín Monzón Barber y facilitada por el geógrafo Jaime González. / Fermín Monzón Barber

Aquel 2 de abril de hace este domingo 50 años, Gran Canaria inauguró la que se convirtió y sigue siendo la infraestructura hidráulica más grande del Archipiélago, promovida por Fermín Monzón Barber, gerente de la Comunidad de Regantes La Lumbre, y Alejandro del Castillo y del Castillo, conde de la Vega Grande de Guadalupe. Al acto acudió el ministro de Obras Públicas, Gonzalo Fernández de la Mora, en representación de Francisco Franco, quien minutos después de bajarse de un helicóptero y antes de cortar la cinta destacó la necesidad de esta obra. «Si el agua es importante por ser origen y medio de vida, su importancia se aprecia claramente, se ve más intensamente, en regiones como esta en donde el agua es escasa, como en Gran Canaria».

Aquella inauguración fue el culmen de una década de trabajos para levantar el muro de embalse más alto de Canarias, con 122 metros, diez más con cimientos, pero antes de llegar hasta ahí el valle de Soria fue objeto de hasta tres proyectos previos, dos de iniciativa pública y uno privado que sería modificado hasta dos veces. Los primeros proyectos se remontan a los años 30, más de cuatro décadas antes de su inauguración.

Antes del diseño final se presentaron dos proyectos públicos y uno privado que se modificó dos veces

Fue en 1930 cuando el propio Cabildo quiso levantar una presa de gravedad de 90 metros de altura, diseñada por el ingeniero Suárez Galván y con una capacidad de 10.041.250 metros cúbicos -tres veces menos que la actual-, un proyecto que la Corporación presentó al Estado pero que fue rechazado por su «vaguedad» y por basarse en un documento previo elaborado para Artenara, tal y como recuerda el geógrafo y vocal colaborador del Comité Nacional Español de Grandes Presas Jaime J. González en el libro Presa de Soria, historia de la construcción (2010).

La Institución insular se vio obligada a corregir el proyecto y en 1935, en el marco del Plan Provisional de Obras Hidráulicas de la provincia de Las Palmas y firmado por el ingeniero Carlos Morales Lahuerta presenta un nuevo proyecto, en este caso de tipo bóveda más pequeño, de 70 metros de altura, con una capacidad de 5.381.125 metros cúbicos de agua. Con el proyecto en la mano, Simón Benítez Padilla, ayudante de Obras Públicas, marchó a Madrid a buscar una financiación que no consiguió en plena Guerra Civil. Y el proyecto se paralizó.

Juan Ramírez, vigilante de la presa de Soria desde que se construyó hasta 2019.

Juan Ramírez, vigilante de la presa de Soria desde que se construyó hasta 2019. / Juan Castro

Entre medias, sobre la mesa del presidente insular de la época, Matías Vega, cayó una propuesta: la compra de la concesión de la presa de Ayagaures, que había solicitado un particular que falleció, y los herederos la ofrecieron al Cabildo. Esa adquisición, recoge la obra de González, conllevó que Matías Vega y Simón Benítez Padilla viesen la oportunidad de impulsar las presas del sur, y a ella sumarían un depósito superior: nació así la presa de Chira y abandonaron la idea de Soria.

Hasta que llega el tercer proyecto, pero no definitivo. En 1953 Fermín Monzón Barber y Alejandro del Castillo, a través de la Comunidad de Regantes La Lumbre, presentan el proyecto de obra de una presa de 46 metros de altura que se ubicaría a 200 metros aguas arriba de la ubicación del muro actual y al año siguiente comenzaron las obras del Canal La Lumbre, que a través de canales y túneles conduciría el agua hasta los cultivos de El Tablero de Maspalomas.

Con la obra en marcha, las lluvias torrenciales de 1956 llevaron a los promotores a percatarse de que necesitarían más espacio y altura y el 24 de enero de 1958 solicitaron el traslado del muro 200 metros más abajo, a su ubicación actual, donde la cerrada del cauce contaba con paredes de 135 metros de altura.

El embalse tiene una capacidad de 32.300.000 metros cúbicos pero solo llegó a los 12.924.960

Por entonces, a final de 1958, recuerda el geógrafo Jaime González, la Dirección General de Obras Hidráulicas envió al ingeniero José Luis Fernández para que realizase informe geológico de la cerrada de la Cruz de Soria, y en él concluyó que la cerrada presentaba las condiciones óptimas para la presa y planteó además cambiar la presa de gravedad por una de bóveda (de muro en forma de arco). Apenas cinco meses después, los promotores presentaron el nuevo proyecto, firmado por los ingenieros Francisco Pérez Cerdá y Luis Fedriani Isern. Pero tampoco sería el definitivo.

Los trabajos arrancaron en 1961 con las obras complementarias y auxiliares, pero la construcción de la bóveda comenzó en 1962 y se prolongó una década hasta 1972. A tan dilatada fecha contribuyó la paralización de la obra el 11 de diciembre de 1965 por orden del Servicio de Vigilancia de Presas, que observó errores en el diseño cuando el muro alcanzaba ya los 60 de los 132 metros de altura actuales con cimientos, lo que obligó a los promotores a incluir modificados en el proyecto y retomar los trabajos a finales de 1966.

Seis años después, el valle de Soria lucía el mayor embalse de Canarias que hoy forma parte imprescindible del paisaje insular y de la riqueza patrimonial de Gran Canaria. Con una capacidad de 32.300.000 de metros cúbicos y un muro de 122 metros más 10 de cimientos, la cuenca abarca una superficie de 32,5 kilómetros y la superficie del embalse 123,80 hectáreas.

José Sánchez, antiguo obrero de la presa de Soria.

José Sánchez, antiguo obrero de la presa de Soria. / Juan Castro

La presa de Soria nunca se ha llenado. Su volumen máximo lo logró en febrero de 2011 cuando alcanzó los 12.924.960 metros cúbicos y una altura de 89,63 metros, y lo hizo dos décadas después de su máximo registro anterior, cuando en 1991 alcanzó los 12.325.000 metros cúbicos y los 89,29 metros, según datos del Consejo Insular de Aguas. Hoy su volumen es de apenas 54.320 metros cúbicos de los 15.000.000 que el Consejo toma como referencia, poco más de su máximo histórico.

Memoria viva

El embalse de Soria ha sido testigo del paso del tiempo y el trabajo que allí se creó para su construcción sentó las bases de la vida de personas como Juan Ramírez, del barrio de Las Filipinas. Tiene 88 años y desde los 24 estuvo ligado a la presa, primero como obrero y vigilante y luego como guardián hasta que se jubiló en 2019. Juan es capaz de cantar de memoria parte del material empleado para construir el muro. «Cada metro de hormigón llevaba 300 kilos de cemento, 800 de piedra, 400 kilos de gravilla, 600 de picón y 150 kilos de arena», dice sin pensárselo.

Entre sus labores estaba la apertura de las aguas para el riego, y a diario se hacía a pie los 628 escalones de bajada y otros tantos de subida, y en ocasiones hasta dos veces al día. Por entonces hubo reticencias vecinales a la presa. «La gente no quería que se construyera la presa porque les quitaban terrenos y sin embargo ahora están encantados», sostiene.

Se marchó del embalse con 83 años por «problemillas» de salud, porque, si no, ahí seguiría. «¿Que si estoy satisfecho? Me da orgullo saber que participé en la obra de ingeniería más importante de Gran Canaria y de todo el Archipiélago», apunta Juan.

Kilómetros más arriba, en Barranquillo Andrés y Soria, vive José Sánchez, de 88 años. Estuvo más de nueve años trabajando en la obra y, relata, fue el último en salir de la presa porque cuando acabó la obra y se inauguró, él permaneció allí hasta que retiraron la maquinaria. Con este empleo sacó a su familia adelante, aunque no cobraba demasiado. «Empezamos cobrando 480 pesetas al mes, pero negociamos para que todos los turnos cobrásemos 925 pesetas», rememora José. Este antiguo obrero recuerda que la construcción de la presa cambió la vida a la población de la comarca sur de la isla, bien a los que trabajaban en los cultivos de El Tablero como a quienes vivían en el vaso del embalse. «A unos los compensaron con terrenos y a otros con dinero».

Imagen de la presa de Soria de principios de los 90 con un gran volumen de agua.

Imagen de la presa de Soria de principios de los 90 con un gran volumen de agua. / Fedac

José tiene especial recuerdo para los cuatro hombres que murieron durante las obras el 10 de mayo de 1963 sepultados por los silos de arena: Juan Cazorla, Francisco Suárez, Manuel León y Fidel Araña. «Aquello fue una tragedia».

Hoy estos dos vecinos de Mogán y ex trabajadores de la obra y de la presa echan la vista atrás y solo ellos recuerdan el antes y el después del valle sin el embalse; y son conscientes de la importancia de esta infraestructura para el progreso y la cultura del agua en Gran Canaria. Una infraestructura que medio siglo después forma parte del proyecto Salto de Chira para generar energía limpia en la isla.

Aquel 2 de abril de 1973 Gran Canaria sumó un coloso hidráulico de magnitudes nunca vistas en las Islas, con la colaboración del Gobierno central. «Sin la colaboración, ayuda técnica y económica de la Dirección General de Obras Hidráulicas y de los hombres que en sus distintas categorías la integran no hubiera sido posible, estoy seguro, esta obra hidráulica que estáis contemplando desde este panorama sorprendente e impresionante que forma el Valle de Soria y del barranco de Arguineguín», agradeció en su discurso de inauguración el entonces presidente de la Comunidad de Regantes La Lumbre, Pedro del Castillo.

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