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Renovación turística | La situación de los centros comerciales (VI)

Centro Comercial Oasis, un futuro estrangulado entre el mar y la llegada de Colón a Maspalomas

La infraestructura, que cumple medio siglo de vida, se estanca en un galimatías de ordenación territorial que frena su obligado retranqueo y renovación

Vista de los módulos del Centro Comercial Oasis, con el Faro de Maspalomas al fondo. Juanjo Jiménez

Corre el año 1973 y justo en la cabecera de la playa de Maspalomas, a la vera de su imponente faro, se inaugura un modernísimo centro comercial de nombre Oasis, una hilera de medio centenar de módulos de una única altura plantados sobre la misma arena, formando un contrafuerte del Atlántico.

Su situación es única, con escasos precedentes en la isla de Gran Canaria, el de una infraestructura en la que en épocas de mareas largas el agua llega a inundar sus sótanos, sin cumplir la debida deslinde a la que obliga la Ley de Costas, y que también corta de cuajo el acceso de los usuarios para convertir un potencial paseo marítimo en un obligado transitar entre locales comerciales.

Sin embargo, en el informe del Cabildo de Gran Canaria sobre la situación actual de los centros comerciales en las zonas turísticas de San Bartolomé de Tirajana se subraya que no es hasta 1996, es decir 23 años después, cuando el Oasis aparece como un «punto negro». Un ‘descubrimiento’ que tiene lugar cuando el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana inicia la adaptación de su Plan de Ordenación Urbano a la nueva Ley de Costas, dado que efectivamente, invade el domino público marítimo terrestre.

Expedientes en cadena

A partir de ese momento a la hilera de locales, que abren con vocación de explotar las tiendas de moda, de artículos de playa y la restauración, y que también incluye un balneario gestionado por el Ayuntamiento sureño, así como un puesto de la Cruz Roja, le caen expedientes en cadena, fruto de su difícil encaje en la normativa territorial.

Así, según se expone en el informe realizado por Antonio Garzón, en 2009 el centro comercial fue cuestionado por el Cabildo grancanario a través del Plan de Ordenación del Territorio (PTOTI) y el Plan de Regeneración de Playa del Inglés (PTP8). Además, en el Registro de la Propiedad figuraba una anotación preventiva de deslinde del Estado español que contemplaba que estas construcciones están afectadas por el deslinde marítimo terrestre entre El Veril y el Faro de Maspalomas.

El arreglo llega cuando los empresarios logran que Costa corrija el deslinde, siempre y cuando asumieran el obligado retranqueo de todo el conjunto 20 metros a tierra, lo que implica derribar el centro al completo y recomponer todo el conjunto, lo que supone una factura en el año 2010 de 20 millones de euros, pero que suben a 40 millones apenas tres años después por la obligación de los propietarios de ejecutar un paseo marítimo desde el faro hasta la charca de Maspalomas.

Pero lejos de haber encontrado ahí la solución, aquella luz al final del túnel en vez de acercarse se va alejando paulatinamente, por culpa de una sucesión de decisiones en las que se incluyen hasta el cuarto viaje de Colon a las Indias.

El polémico Sitio Histórico

Que ocurre cuando Riu decide reformar el histórico hotel Oasis, y el Cabildo presidido por Bravo de Laguna decide incoar un expediente de Bien de Interés Cultural, como Sitio Histórico, por la supuesta arribada de Colón a Maspalomas en su cuarto viaje a América, a «la franja de terrenos y edificaciones en la que se sitúa el centro comercial Oasis, así como los hoteles RIU Oasis, Palm Beach, Residencia y otros numerosos complejos y locales comerciales, lo cual puso en marcha procesos judiciales para impedir la expropiación o el pretendido desplazamiento a otra ubicación muy diferente». Esa decisión, relata Garzón, «congeló durante varios años cualquier reforma, hasta que la Ley del Suelo de 2017 delimitó el espacio natural protegido, permitiendo así el proyecto de rehabilitación del RIU Oasis».

A su vez, ese BIC obliga a redactar un Plan Especial de Protección, «que hasta la fecha no ha sido redactado», entre otras porque « no se sabe dónde exactamente desembarcó supuestamente Cristóbal Colón. Es más, en 2020 varios historiadores y expertos canarios de mucho prestigio afirmaron en una publicación que el BIC carece de rigor histórico» .

Mientras, el centro se va degradando, al punto que hay hoteles que han reorientado sus suites para evitar a sus clientes la vista del complejo, ante una dicotomía que divide a sus propietarios por el peligro de ejecutar el retranqueo de 20 metros antes de tener redactado ese Plan Especial de Protección y el consiguiente riesgo de exceder en sus delimitaciones. Y los que consideran, como apuntan algunos juristas, «que en caso de querer iniciar los trámites de la reforma, no habría que esperar al Plan, pues después de tanto tiempo se puede alegar una ‘dejación de la Administración pública’ en la redacción».

Si un día se resolviera el intrincado galimatías legal y normativo del Centro Comercial Oasis, su futuro pasaría, según los conceptos asociados a la reforma que se exponen en el informe de situación, por una apuesta por el lujo, ya que en su entorno «se han extendido hoteles de lujo y gran lujo y, por tanto, una clientela de más poder adquisitivo y unas expectativas más altas» en restauración, «con una oferta para todos los poderes adquisitivos, pero que esté claramente representada la oferta de alta gama», y en el comercio, «con una primera línea de superlujo, acompañados de tiendas de las mejores firmas en moda, perfumes o joyería», como sostienen empresarios como Cristóbal Rodríguez Marichal, sin descartar convertirse en base de nuevos servicios como las bodas en la playa.

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