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Agaete

Las dos caras de la crisis de la música en Agaete

El alcalde lamenta que el centro adoleciera de un plan para tener más alumnos y bajar el alto coste

El director defiende que nunca tuvieron la opción de buscar una solución para continuar con las actividades

Vista del centro de música de Agaete. LP / DLP

La crisis de la música colea en Agaete, después de que el grupo de gobierno decidiera el martes de la semana pasada echar el cierre a la escuela municipal, despidiendo a sus seis trabajadores (cuatro a jornada completa), y dejar sin clase a 95 alumnos. Iba a ser el año académico número 28. Estas son las dos caras de la polémica.

El alcalde de Agaete, Jesús González, defiende que intentaron hasta última hora salvar su continuidad, pero que tomaron la decisión porque era «inviable a nuestro pesar», y no querían hacerlo a mitad del curso. Por eso justifica que se llegara a cobrar la matrícula, explicando a su vez que «es normal» en estos casos que se cambiaran las cerraduras del inmueble por ser municipal.

Jesús González: «Al club Guayarmina se le dan 5.000 euros, y aquí eran 310.000 al año; era inviable»

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El principal argumento es económico. Detalla que el presupuesto era de 320.000 euros y las tasas, que son las mismas desde hace dos décadas, aportan 15.000 euros. Señala que si bien la cultura es «prioritaria» para su equipo, esta situación podría llevar al Ayuntamiento de Agaete a una situación económica crítica. Y, por ejemplo, señala que al igual que hay barrios todavía sin agua de abasto que atender, hay equipos deportivos como el Guayarmina con 80 niños que apenas percibe de ayudas municipales 5.000 euros, o los 1.500 euros a la natación. En cambio, el coste de la escuela era subvencionada en un 95%, y el 98% del dinero se iba a pagar a los profesores de música. Señala que, pese a todo, «no se me planteó por su parte un plan para subir las matrículas, por ejemplo, dando curso en verano, ya que la escuela se queda sin actividad tres meses en verano (julio a septiembre)». En tres años, añade, el déficit era de 900.000 euros.

El alcalde habla de una decisión «muy desagradable, pero por encima está el pueblo de Agaete». Y apunta que municipios como Moya, equiparable en población, puede duplicar su alumnado con un coste mucho menor.

«No era sostenible, cuando el personal del Ayuntamiento supera la mitad del presupuesto, y sin contar la empresa municipal de deportes Acude. Nos duele el cierre, pero a veces hay que dar un pequeño paso atrás para avanzar, por el beneficio común».

González aclara que tanto él como su concejala del Área, Sara Perdomo, tenían familiares directos matriculados. Pero, añade, «no puedo mirar para otro lado», sustentando la decisión en informes de sus más altos funcionarios.

El alcalde defiende también que suplir las bajas y las plazas es un problema para la Administración, que era precisamente una de las reivindicaciones de la plantilla. A esto se le sumaba las deficiencias en el inmueble, que tiene hasta el ascensor averiado.

El alcalde manifiesta que los profesores estaban comenzando a llevar medidas de presión. Y señala, como muestra, que dejaron de acudir a un acto en Bañaderos (Arucas), porque su convenio habla de tres tocatas al año y ya la habían cumplido. «Nadie hizo nada durante muchos años por la repercusión que tiene, pero nosotros solo intentamos ayudar al pueblo y no tenemos fines políticos». Y habla de una decisión unánime de los dos socios (BNR-PSOE).

Antonio Auyanet: «Han roto un equipo que era la envidia, y que se formó desde 1997 a pico y pala»

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Por su parte, el hasta ahora director, Antonio G. Auyanet, recuerda que llevaba en el centro desde sus inicios y tenía, al igual que el jefe de estudios, la plaza ganada por oposición, y que ni siquiera se les buscó una reubicación. Ante el cierre, piensa que «se podrían haber buscado otras posibilidades, pero no nos dio la oportunidad de dialogar; la única vez que me senté con el alcalde el 2 de agosto no nos dijo la verdad, ni nos plantearon la gravedad del problemas, de lo contrario se hubiesen podido buscar salidas: bajarnos el sueldo, buscar dinero y subvenciones», detalla. En esa cita, rememora, defendió la incorporación de tres trabajadores para incrementar las inscripciones.

"No me lo creo"

Antonio Auyanet lamenta que se haya roto un equipo de trabajo construido a «pico y pala» desde 1997, «que era envidiable». Reconoce que la escuela vivió épocas mejores, pero que faltaban profesores, y que la cultura es deficitaria, pero que cumple con unos fines sociales que no se han valorado. «Todavía estoy que no me lo creo, es una pesadilla que se ha hecho realidad», añade.

Lamenta las formas, porque se enteraron al llegarles a sus cuentas bancarias el finiquito. «Y todo lo paga el contribuyente».

García Auyanet defiende ante las manifestaciones sobre sus altos sueldos, que durante muchos años percibían nóminas como auxiliares administrativos, y solo se han recuperado en los últimos cinco años por sentencias judiciales que reconocen sus estudios superiores. Además, aclara, «los sueldos los ponen los políticos».

El profesor defiende que el precio de las tasas es una responsabilidad del ayuntamiento, por lo que si no se ha actualizado no es culpa del centro. Y recuerda que, con una plantilla con once profesores, llegaron a 400 alumnos, lo que suponía el 4,6% respecto a la población. «Eso supuso el ratio más elevado de toda España en su momento».

En cuanto a los horarios, defiende que se les exigía hacer un horario lectivo de 7 horas y media, cuando pedían también no presénciales para prepararse en sus casas. De ahí que se limitaran a cumplir el convenio. 


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