La leucemia felina azota la salud de los gatos callejeros de Gran Canaria

El virus se contagia mediante la respiración y las relaciones entre los felinos

Los humanos y otros animales no portan la enfermedad

Gato en el parque urbano de San Juan en Telde

Gato en el parque urbano de San Juan en Telde / Yaiza Socorro

Las Palmas de Gran Canaria

Los gatos callejeros de Gran Canaria sufren una epidemia de leucemia que los está mermando. Producida por un virus, «la leucemia felina es una enfermedad con la que conviven prácticamente todos los gatos callejeros de la Isla», explica Soraya Déniz, veterinaria en el Hospital Clínico Veterinario de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y profesora titular en el Área de Sanidad Animal, concretamente en la asignatura de enfermedades infecciosas. En los últimos años, tanto la leucemia como el virus de la inmunodeficiencia felina han azotado a los gatos que frecuentan las calles y son dos de las enfermedades «más críticas»que sufren diariamente.

La enfermedad de los amigos o leucemia felina se transmite de una forma «demasiado fácil». «Muchos de los gatos se contagian mediante la respiración, por beber del mismo cuenco de agua o, incluso, la propia madre les porta la enfermedad en el vientre a sus crías», argumenta. Sin embargo, es «imposible» que otros animales que no sean felinos se contagien de leucemia. «No se transmite ni de gatos a perros, ni tampoco a humanos», asegura Déniz. Por el contrario, el virus de la inmunodeficiencia felina o enfermedad del sida en esta especie únicamente se puede traspasar mediante una mordedura «muy profunda», porque la vía de infección directa es la sangre.

¿Cuáles son los síntomas de la leucemia felina?

Los síntomas del virus de la leucemia son «bastante inespecíficos». «Algunas de las primeras señales de que tu gato la padece es una simple conjuntivitis o poco apetito», manifiesta. «También, en casos más avanzados, pueden mostrar un tumor externo o, incluso, interno y que nadie lo perciba a simple vista», aclara. La veterinaria explica que la enfermedad «mata» las defensas de estos animales. «Al final, los gatos no fallecen por el virus, sino por otras bacterias y virus que contraen debido a la bajada de defensas», justifica. 

«La leucemia está catalogada como una enfermedad crónica que, a día de hoy, no tiene cura», resalta Déniz. La veterinaria insiste en que es «muy importante» una buena prevención para que los gatos no sufran los síntomas. «El método más efectivo para no contraerla es la vacunación, aunque también es importante mantener un cuidado posterior», subraya. Es «imprescindible» realizarles una prueba a los gatos antes de adoptarlos y clasificarlos como positivos o negativos. «Para que el resultado sea verídico, es necesario mantener a los animales en cuarentena durante aproximadamente seis semanas», recomienda la especialista.

La prueba que diagnostica la enfermedad es «muy sensible y complicada». La leucemia se integra en el ADN de las células de los gatos, y «es como si se escondiera para que no lo veamos». «Por eso, hay muchas veces que se le hace la prueba de la leucemia a un felino y da negativo, cuando en realidad es un portador», insiste la veterinaria. «Por este motivo», continúa, «yo siempre digo a todas las personas que quieren adoptar a un gato, que lo aísle varias semanas hasta que tenga un resultado claro de la prueba de la leucemia». La esterilización es otra de las tácticas «más comunes», para prevenir la transmisión sexual del virus. 

Tratamiento

El tratamiento que emplean los especialistas para tratar el virus es sintomático. «Esto significa que si el gato se encuentra mal del estómago por la bajada de defensas, el medicamento que se recetará tratará esta zona», aclara. Para alargar la vida de los animales se recomienda suministrarles «estimulantes para las defensas». «Este fármaco únicamente será efectivo si la anemia que tiene el gato es regenerativa, es decir, que aún puede producir glóbulos rojos», insiste. «Por el contrario, si no es regenerativa, ya no hay nada que hacer», lamenta. 

La dedicación y el cariño por parte de los dueños es «crucial», cuando un gato tiene el virus, reconoce Pascual Calabuig, biólogo y veterinario. «Hay que estar muy atentos y ser muy cuidadosos con ellos», exclama. Sin embargo, también es un esfuerzo económico «algo sacrificado». «Un antiviral que puede durarle a un gato, como máximo, dos meses, cuesta alrededor de doscientos euros», confirma. «Por ello», retoma, «hay que ser constante con la prevención desde el minuto uno». 

Déniz apoya la acogida de gatos pero «siempre con cabeza». «Es importantísimo no mezclar un gato que acoges en la calle con otros que tengas ya en casa, porque al final, vas a enfermar a todos», persiste. La responsabilidad de los ciudadanos de la Isla con la adopción de los animales puede reducir la leucemia. «Vivimos en un lugar muy pequeño y todos podemos cumplir con una serie de compromisos para erradicar la enfermedad», remata. Ahora, tener gatos fuertes y saludables es una obligación de todos los ciudadanos de la Isla. 

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