San Bartolomé de Tirajana, 130 años después de la concesión de «Villa»
El Ayuntamiento del municipio inició el pasado viernes una batería de actividades para conmemorar el otorgamiento del título por la Reina Regente María Cristina en 1894
Pedro José Franco López
Por estos días y, durante todo el mes de octubre, el Área de Cultura y Patrimonio del Iltre. Ayuntamiento de la Villa de San Bartolomé de Tirajana conmemora el 130 Aniversario de la concesión del Título al pueblo de San Bartolomé de Tirajana, iniciándose una batería de actividades con un acto solemne celebrado el pasado viernes en el Centro Cultural Pancho Guerra, de Tunte; día que venía a coincidir con la publicación del Real-Decreto en la Gaceta de Madrid núm. 279, página 42 (el equivalente al BOE -Boletín Oficial del Estado de hoy en día).
El documento, que llevaba fecha del día anterior 3 de octubre de 1894, lo firma el Ministro de la Gobernación Alberto Aguilera y, lo rubrica la Reina Regente María Cristina, madre del Rey Alfonso XIII, bajo el siguiente texto: «Queriendo dar una prueba de Mi real aprecio al pueblo de San Bartolomé de Tirajana, Provincia de Canarias, por el aumento de su población y progreso de su industria y comercio. En nombre de Mi Augusto Hijo el Rey D. Alfonso XIII, y como Reina Regente del Reino, vengo en conceder al expresado pueblo el título de Villa. Dado en San Sebastián a tres de octubre de mil ochocientos noventa y cuatro».
Este Real-Decreto, tan corto y tan lleno de significado, preside en noble placa de bronce, el acceso principal a las Casas Consistoriales del Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana; prueba del exquisito reconocimiento que siempre le ha tenido tanto la institución municipal, como el propio pueblo «tuntuense».
Del significado de tan escueto texto ponemos en valor el hecho de que a quién se le otorga la distinción es al «Pueblo» de San Bartolomé de Tirajana; que si bien «pueblo» es un término relativamente ambiguo, del latín populus y referido a un conjunto de personas de un lugar, región o país; sociológicamente, «pueblo» es un sentimiento de pertenencia a un grupo humano, una cultura, una historia, con tradiciones compartidas.
El título de Villa estuvo considerado por entonces un privilegio honorífico y una especie de pátina de nobleza que recibía una población en concreto. Su significado tiene sus raíces en la época romana como zona de explotación agrícola; con este carácter de distrito rural permaneció durante el periodo visigótico y en la Reconquista en reinos como Castilla, León o en el principado de Cataluña.
Desde los tiempos de la conquista, el pueblo de San Bartolomé de Tirajana fue acrecentando su población gracias a la prosperidad y riqueza del suelo en que se asentaba, dedicándose a las labores agrícolas, entre cuyos cultivos destacaban el trigo, el millo, la cebada, la almendra, el tabaco y la uva.
Tras la conquista destacó el cultivo azucarero, el del vino y, ya en el siglo XVIII, el del tabaco; sin dejar atrás el provecho que le sacaban a sus montes, por ejemplo: a sus tierras para el cultivo y a sus árboles, para el carbón. Es por todo esto, por lo que el motivo que se le concede el título «al Pueblo de San Bartolomé de Tirajana», es, como se dice en el Real-Decreto: «por el aumento de su población y el progreso de su industria y su comercio».
Y es que, cuando la Reina Regente María Cristina otorgó el titulo de Villa al pueblo de San Bartolomé de Tirajana, el Ayuntamiento llevaba funcionando como ente y con facultades administrativas sobre su jurisdicción no más de 50 años, porque hasta 1.836 (coincidiendo con la desamortización de Mendizábal), la administración de la cartilla de los tributos y la relación de los arbitrios se encontraba en manos del entonces Ayuntamiento-Cabildo de Las Palmas de Gran Canaria.
Conmemorar efemérides y fechas importantes y trascendentales de la historia de un pueblo, el darle la importancia debida a momentos de la historia que hicieron que fuera protagonista de acontecimientos especiales o de carácter universal, hace que su ciudadanía se enriquezca social, cultural y políticamente.
Las efemérides representan una serie de hechos histórica y culturalmente significativos en la construcción de la entidad y la identidad de un pueblo y es casi de obligado cumplimiento el que los perpetuemos en la memoria colectiva, para la constancia y el conocimiento de los niños y jóvenes, o bien futuras generaciones.
El conjunto de todos ellos, hace que nuestra sociedad «saque pecho» y presuma de pertenecer al entorno dónde vive, por sus valores sociales, culturales e históricos; máxime cuando, en este caso, San Bartolomé de Tirajana es un destino turístico al que estas referencias la dan un inequívoco valor añadido.
Aprovechamos esta coyuntura para también empoderar y exaltar el topónimo de Tunte, que tan arraigado tiene el pueblo tirajanero. Importancia y trascendencia ganada a pulso, durante siglos, por su carga histórica y por el carácter de los tirajaneros; marcado por su amor a lo propio, por la identidad de pertenencia a la tierra; a la que defienden con uñas y dientes, cuando la ocasión lo requiere.
Los estudios de insignes investigadores vienen en coincidir en que el significado del topónimo «Tunte», sería ‘Lugar de los canarios’, que no es otro que lo que conocemos hoy en día como «La Montaña de los Huesos». En una isla, dónde más vestigios trogloditas existen de toda Canarias, Tunte o ‘El lugar de los canarios’ viene a consistir en toda una «aldea» con más de un centenar de habitáculos dispuestos en cuatro niveles, a veces en grupos de dos, tres y hasta cuatro cuevas comunicadas entre sí por andenes, pasadizos, túneles y escalones también labrados en la roca; o bien por huecos practicados en el techo o suelo de las mismas. Vamos, lo más parecido a un complejo de Apartamentos «trogloditas».
El historiador y antropólogo austriaco Dominik Josef Wölfel, respecto a Tunte afirmaba: «quien se aventure a recorrer esos profundos barrancos encontrará hermosas cuevas construidas por aquellos aborígenes».
Nunca será suficiente lo que se ponga en valor el topónimo «Tunte»; ese santo y seña de clara procedencia prehispánica y aborigen, que define y distingue con respecto a otros pueblos a San Bartolomé de Tirajana; sin olvidar otros topónimos que tanto nos enriquecen histórica y culturalmente, y que tantas referencias tenemos en las crónicas antiguas, como: Ayacata, Taidia, Fataga, Arguineguin, Maspalomas…
Dicho todo esto, reitero lo que decimos cada vez que se nos presenta una oportunidad como ésta: «Al ser el municipio de San Bartolomé de Tirajana-Maspalomas, un destino turístico de primerísimo orden: su atractivo promocional sería mayor y su publicidad sería más efectiva en la misma medida en que se revaloricen sus señas de identidad», como su cultura, historia, patrimonio, identidad, valores y tradiciones. Y de esta manera, diferenciarse cualitativamente de otros destinos turísticos competitivos.
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