Teror
Carlos Álvarez, el ángel de la guarda del fútbol modesto
El árbitro de Teror ha auxiliado a muchos jugadores lesionados, cuyas vidas en algunos casos corrieron peligro; su última intervención doble ha sido en el Agaete-Atalaya

La Provincia

El árbitro Carlos Álvarez (Teror, 1979) se ha convertido en el ángel de la guarda de los futbolistas de las ligas modestas del fútbol insular. Su formación en primeros auxilios y experiencia en Cruz Roja le han permitido sacar de apuros a jugadores, cuyas vidas llegaron a correr peligro. Su última intervención ha sido en el Agaete-Atalaya, de Primera Regional.
Es el salvador del fútbol modesto de Gran Canaria. El colegiado Carlos Álvarez ha asistido a numerosos futbolistas con graves lesiones mientras disputaban sus partidos. La última de ellas cuando se vivía los minutos finales del partido celebrado el viernes pasado Agaete-La Atalaya, de Primera Regional, con una dislocación en el hombro y otro jugador que quedó conmocionado. Antes, este profesional de Cruz Roja con amplios conocimientos en este tipo de urgencias vivió situaciones incluso de riesgo para la vida de otros deportistas, que logró sacar adelante gracias a su experiencia. «Cuando pasa algo dejo de ser árbitro, para centrarme en ser sanitario», asegura.
Formación
Carlos Álvarez estudió electrónica y es logista de Cruz Roja, una entidad en la que ingresó hace 24 años. En este tiempo ha trabajado en sus ambulancias, en teleasistencia y los últimos tres años atendiendo a inmigrantes acogidos en el acuartelamiento Canarias 50, en La Isleta.
En medio ha realizado numerosos cursos de formación para llevar a cabo primeros auxilios y tratar en primera instancia situaciones de emergencia que permitan salvar vidas, desde la atención en traumas, colocación de vendajes, el uso de desfibriladores y de colchones vacíos para inmovilizaciones.
Sin embargo, su otra gran pasión es el fútbol, a donde llegó hace 20 años. En su caso, su padre era directivo de los árbitros, y lo acompañaba a las reuniones. Y en una de ellas, en 2005, su compañero Paco Vera le animó a hacer un curso que se iba a celebrar a los pocos días. Curiosamente, lo hizo con el actual presidente del Comité en Gran Canaria, Pedro Díaz.
En su trayectoria futbolística estuvo siete años como asistente en Segunda División B, y luego descendió hasta la Primera Regional, donde lleva nueve años.
En este tiempo, se ha convertido en un héroe para muchos jugadores y equipos del fútbol modesto, que no cuentan con médicos, ambulancias y técnicos cualificados a pie de campo para salir corriendo en el caso de que alguno de los jugadores sufra un percance. Nada más lejos de la realidad.
Agaete
Las últimas de sus intervenciones tuvieron lugar hace una semana en Agaete, cuando se disputaba el duelo comarcal entre el equipo local y La Atalaya (Guía). Discurría el minuto 85 cuando el jugador local Sergio se dislocó el hombro, en una caída durante una disputa por el balón. «Al palpar ya vi que tenía una bola en el hombro», recuerda el colegiado de Teror. Al parecer no era la primera vez que sufría esta lesión. Carlos Álvarez pidió entonces una venda elástica, y con la ayuda de otro jugador le realizó un vendaje en ocho, pegándole al máximo el brazo.
Pero no quedaría ahí la situación. Dos minutos después de tiempo real, ya que el árbitro paró el reloj, se produjo otra lesión, más preocupante que la anterior. En un choque entre el portero local, Néstor, y Dani, capitán de la U.D. Atalaya, el primero quedó conmocionado en el suelo por el golpe en la cabeza. Un compañero lo colocó ya en posición lateral. Al explorarlo, el árbitro comprueba que respira. «Ahí me quedo más tranquilo, porque responde a los estímulos, aunque necesita tiempo para recuperarse. Le pregunto su nombre, el día, dónde está, miro sus pupilas. Y, aunque dice que está bien, sigue mareado». Por eso le pide a la directiva que lo lleve al centro de salud para explorarlo, y que no puede seguir.

El árbitro, atendiendo a uno de los afectados. / LP / DLP
Carlos Álvarez señala que para estar más tranquilo en esos momentos de tensión paró el reloj por completo, para no estar pendiente del alargue tenía que dar luego al reanudarse el partido. Serían 13 minutos, según un asistente.
Afortunadamente, un TAC que se le hizo a posteriori descartó una lesión más grave al jugador conmocionado. Más tiempo le llevará al otro jugador lesionado para recuperarse, por el tipo de lesión que sufrió en el hombro.
Agradecido
«El presidente del Agaete, ‘Magú’ Moreno, me agradeció personalmente lo que había hecho».
«Cuando vuelvo al juego les digo a mis compañeros que había que estar centrado porque La Atalaya iba a estar volcado en la otra portería, y puede afectar al resultado».
El Agaete se queda en ese momento con dos jugadores menos, ya que tuvo otra lesión en el minuto 20 y había hecho los cambios. «Aquí no es como en el fútbol profesional en el que se puede hacer un cambio si hay un lesionado, y al explicárselo lo entienden».
No es el único caso, ni el más grave, al que ha tenido que asistir en el fútbol. Hace dos años se encontró en una situación de vida o muerte, cuando el capitán del San Antonio sufrió un golpe en la cabeza, cayó, empezó a convulsionar y casi se traga la lengua. Perdió la memoria, y quería seguir jugando, a pesar de que entró en bucle. «Le dije que ni de broma». Con el tiempo, recuerda que siempre le dice que no le puede protestar porque le salvó su vida.
Hace años también tuvo otro accidente con un portero, y ahí contó con la ayuda de una madre enfermera que estaba en la grada. A esto se suman muchas dislocaciones y otros lesiones. «Me toca bastante», reconoce el árbitro, que destaca que en estos momentos la experiencia le permite tener la cabeza fría para actuar de la mejor forma.
¿Se está preparado?
Carlos Álvarez reconoce que es muy difícil formar a personas que puedan asistir ante esta lesiones deportivas. Entre otras cosas, porque valora la experiencia, y a los pocos meses la formación puede haberse olvidado. Por eso, si tuviera que recomendar una salida, habla de tener una ambulancia en el campo, pero sabe que es difícil que haya una flota tan numerosa, y por el coste que supondría para estos equipos modestos de las ligadas locales.
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