Gran Canaria
El logrado arte del cuchillo canario
El libro ‘Los cuchillos canarios entre 1920 y 2019’, de José Sosa y Juan Zamora, se adentra en la vida de sus protagonistas en el último siglo, y en aspectos menos conocidos como la presencia de la mujer y los artesanos foráneos.

Algunos de los ‘naifes’ expuestos durante la presentación del libro en el Cabildo. / LP / DLP

Hay familias cuchilleras muy reputadas, sobre todo procedentes de Guía y Telde. El libro ‘Los cuchillos canarios entre 1920 y 2019’, de José Sosa y Juan Zamora, se adentra en la vida de sus protagonistas en el último siglo. Pero también en aspectos menos conocidos como la presencia de la mujer y los artesanos foráneos.
La gran enciclopedia del cuchillo canario recopila el nombre de los profesionales de este gremio durante el último siglo, con su perfil personal y sobre todo, profesional, sin faltar anécdotas. El trabajo de investigación José Sosa y Juan Zamora nos lleva a través de sus 256 páginas a los cuchilleros canarios desde 1920 hasta la actualidad, bajo una perspectiva «historiográfica, etnográfica y descriptiva».

Presentación del libro, con Juan Zamora (izq.), Minerva Alonso, Antonio Morales y José Sosa. / LP / DLP
El volumen recoge a las familias más clásicas. Pero también se le da importancia al trabajo de las mujeres. Y, a su vez, surgen nombres como el estadounidense Woodson Gannaway y el venezolano Pedro Slunka, que han puesto su sello a estas piezas de auténtica joyería.
«El cuchillo canario es una variedad de cuchillos única en el mundo, muy apreciada y valorada por su laboriosidad y estética por coleccionistas nacionales e internacionales. Se originó en Gran Canaria aproximadamente a finales del siglo XVIII en el seno de las herrerías que existieron en Guía y Telde».

Las partes del cuchillo. / LP / DLP
Sobre «un cuchillo de los denominados canarios» se constata que Gran Canaria desde el siglo I. a.C. y hasta el siglo XIX fue conocida por “Canaria”, y de ahí el probable nombre de “cuchillo canario” que recibe en el Archipiélago. Otras denominaciones usadas son: cuchillo de cabo piezas, cuchillo de piezas, cuchillos de cabo hueso, cuchillo de hueso, o simplemente cuchillo.
Los cuchillos canarios entre 1920 y 2019. Un estudio historiográfico, etnográfico y descriptivo, escrito por José Sosa y Juan Zamora y publicado por el Fondo para la Etnografía y el Desarrollo de la Artesanía Canaria (Fedac) del Cabildo es la continuidad de un anterior trabajo de 2018 sobre esta temática.
El cuchillo canario se emplea como herramienta agrícola, ganadera y ahora también decorativa. Y está catalogada en los llamados cuchillos de espiga, porque se engarzan las diferentes piezas de la empuñadura. De ahí que la hoja sea intercambiable (“echar una hoja”), cuando esta se gastaba por el uso.
8.000 unidades
Para redactar el libro estudiaron más de 8.000 cuchillos de colecciones particulares y públicas. Y, aunque sobresalen los hombres, uno de los capítulos se centra en el papel de la mujer en la cuchillería. «¿Debemos sentar cátedra y afirmar que la cuchillería canaria es un oficio exclusivo de hombres? Tenemos testimonios directos como el de Carmelo Santana, uno de los hijos de José Santana, más conocido por Cuco el de La Cuesta, en el que nos rememoraba con orgullo las imágenes que tenía grabadas de las multitudes de jornadas en las que veía a su madre, Margarita, ayudar a su marido en la confección de los cuchillos». Entre los ejemplos, citan los casos de Carmen, la hermana de maestro Vicente Batista. De ella se recoge que «tenía un amplio y variado repertorio, es decir, que su labor iba desde la elaboración de cuchillos y plegaderas, hasta miniaturas de cuchillo canario (broches, gemelos y colgantes), demandados por las gentes de más alto abolengo y/o pertenecientes a la clase noble-adinerada».
También existen los testimonios de los hermanos Falcón Castellano, que hablan del proceso de confección de las vainas, en donde las mujeres de la familia intervenían directamente haciendo las plantillas, recortando las pieles y cociendo. Otro caso es el de la hija del afamado Juan del Toro.
Sobre Vanessa Santana, de Guía, escriben que trabajó desde 1998 hasta el 2017 en un taller de cuchilleros. Allí le enseñaron todos los procesos. «Aunque nunca trabajó por cuenta propia ni siguió con el oficio. Vanessa forma parte al igual «que otras mujeres anónimas de la historia de la cuchillería canaria».
No son las últimas. «Haridián Expósito González (también sus hijas Michelle y Melanie han aprendido algunos de los pasos) y Cristina Pérez que ya son capaces de hacer sus propios cuchillos de cabo a rabo y han demostrado que no hay oficios de hombres».
El libro recoge algunos ejemplos de personas foráneas que han trabajado en el gremio. Entre ellos se cita al estadounidense Woodson T. Gannaway, que llegó en 1987 a La Palma, para afincarse luego «en la cuna del cuchillo canario», esto es, Guía, para trabajar con manos de expertos.

Haridián Expósito González, trabajando con un cuchillo. / J. S. / J. Z.
A su vez, el fallecido joyero venezolano que se afincó en Mogán Pedro Slunka. Y Francisco Calvo Berengena, que llegó para hacer la mili de Córdoba y se quedó, gracias a su pasión por el mundo del pastoreo y la ganadería. Además de cencerros y enseres de campo, se dedicó a confeccionar cuchillos.
El libro se extiende por las familias más representativas y en 60 nombres para conocer parte de su vida y obra, junto a decenas de los que solo cita como ejemplos del arraigo de esta profesión artesana.
Las familias León y Marrero
La primera parte recopila los cuchilleros nacidos antes de 1939. La tradición de la elaboración de cuchillos canarios fue probablemente de la familia de herreros León. Por ello, la costa guiense de San Felipe es la cuna de esta artesanía, que empieza con la familia León y sigue con los Marrero.
Cayetano León fue uno de los seis herreros de Guía que aparece en el padrón 1834, guardado en El Museo Canario. En este manuscrito aparece su mujer e hijos, incluido Mariano, que obtuvo en una exposición de 1862 una doble «mención honorífica por dos cuchillos al uso del país».
Un cuchillo fechado el 17 julio de 1893, elaborado por Bartolomé Marrero en la costa de San Felipe permite a los autores «establecer un paralelismo entre los cuchillos de la época con esas características con los artesanos más afamados del siglo XIX y principios del XX».
Los Marrero pertenece a una saga familiar de gran importancia en la historia del cuchillo canario, siendo los grandes protagonistas desde finales del siglo XIX y gran parte del siglo XX. En particular, los hermanos Marrero Rodríguez fueron los responsables de un «cambio tipológico», ya que producían utensilios de labranza para las zonas agrarias del norte-noroeste, donde se ubicaban las principales vegas de plátano de Arucas, Guía, Gáldar, Moya, Agaete y La Aldea.
Las piezas de Laureano Marrero se caracterizan por los cabos delgados y diseños muy peculiares. A partir de ahí se menciona a siete herederos de la estirpe Marrero.
Luego se cita a la familia de los Batista Sacó Marrero. El primero de esta saga que llega a Guía fue José Batista, natural de Arucas, que fue muy importante en la evolución del cuchillo canario. Su singularidad se encuentra en la elaboración de los casquillos, que son compuestos. Es decir, están formados por dos piezas metálicas con doble acordonado en los extremos y, en la parte central, por una pieza de marfil flanqueada por otras dos piezas de cuerno negro. «No conocemos otro ejemplar con estas características».
La historia de la cuchillería tradicional de Gran Canaria lleva implícito el nombre de ‘maestro Vicente Batista’, que popularizó los dameros dobles grandes, aportando un llamativo ajedrezado totalmente lleno de detalles.

Recibo de compra de un cuchillo de Vicente Batista. / LP / DLP
Aunque pertenecen a la familia Osorio, «hablar de Rafael Torres es hablar de uno de los máximos exponentes de la historia del arte de la cuchillería canaria». Llevó el nombre de Guía a lo más alto de la artesanía canaria en el último cuarto del siglo pasado.
En la familia García, Cristóbal García Osorio es uno de sus máximos representantes. Su capacidad artística se traduce en los diseños y acabados, que son reconocibles. Destacó por la confección de cabos, y realizaba los casquillos con un gran ángulo de apertura.
Cinco duros
El guiense Antonio García Déniz era hijo, hermano y nieto de herreros. Su escuela fue la fragua y el yunque. Su padre fue el conocido herrero de Rojas (Gáldar), Juan García Osorio (maestro Juan ‘el Manco’). Hizo su primer cuchillo con 14 años (1950) y lo vendió en cinco duros (0,15). El acero de sus hojas lo extraía de raíles de vagonetas de galerías de agua, sobre todo.
Los hermanos Jesús y Carlos García Medina, naturales de Gáldar y exponentes de la cuarta generación de herreros, «han puesto al cuchillo canario a otro nivel desde la década de los 80 del siglo pasado, no solo por sus diseños y buen hacer, sino también por el patrocinio de esta rica artesanía fuera de las fronteras insulares».
De Francisco García Déniz se destaca que «es difícil de encontrar unas hojas tan excelentes como las salidas de las manos de maestro Paco -el herrero de Sardina (Gáldar)-, no en vano surtía de hojas a varios cuchilleros».

Juan del Toro, en su herrería de Guía, con un cuchillo en la mano. / Paco Rivero.
Dentro de la familia Osorio, se menciona entre otros a Juan del Toro Osorio, de Guía, que destaca por sus hojas, «inconfundibles hoy en día, pues presentan una barbilla muy poco pronunciada (los herreros antiguos las definían como una barbilla “esñuncá”).
La familia Brito también ha destacado en este oficio. El más conocido es Manuel Brito Guerra (Fontanales, Moya), que sobresalía por la estética de las hojas.
El libro recoge a la familia de los Rodríguez (La Aldea). El nieto de José Rodríguez Rodríguez recuerda que vendía los cuchillos de su abuelo a 10.000 pesetas (60 euros) en la capital. También a ‘Gregorito’ Vega (San Mateo), José Santana Quintana (Guía), conocido como Cuco el de La Cuesta, el de Adela o el herrero; a Pedro García Montesdeoca (Valleseco), conocido como maestro Pedro el Canario; a Matías Díaz González (Artenara); y Domingo Gil Pérez, cuyo padre procedía de la Solana en Tejeda, que se trasladó a vivir a Quintanilla (Arucas) en los años 20 del siglo XX.
El libro de Juan Zamora y José Sosa dedica un capítulo a la familia de los ‘Vaineros’, de Telde. «Los Llanos de San Gregorio, tuvo una gran importancia en el devenir de la historia de esta herramienta. Los últimos representantes de esta labor artesanal pertenecieron a la familia de los Falcón. Estos últimos herreros cuchilleros fueron los hermanos Miguel, Juan y Tomás Falcón. Castellano y su labor finalizó a comienzos del siglo XXI. Esta saga de herreros y zapateros eran conocidos popularmente como los “Vaineros” de Telde».
El artesano Manuel Gil (Cueva Grande, San Mateo) es «uno de los cuchilleros más completos y mejor formado de todos los tiempos. Y tenemos la suerte de que aun sigue en activo, al pie de su fragua creando una amplia gama de utensilios de acero». Detalla que ha introducido técnicas nuevas, como los grabados al ácido o nuevas secciones en sus cabos, creando cabos de cuatro caras.

Cuchillos, con el nombre de sus autores. / LP / DLP
La última parte se centra en el actual siglo XXI. Aquí aparece José Miguel Martínez, que es «otro de los virtuosos y grandes cuchilleros que ha dado estas islas, bendecido con unas manos hábiles, capaces de realizar unos cuchillos con niveles de acabados al alcance de pocos». Sebastián Torres, Chano Torres (San Bartolomé de Tirajana), con modelos clásicos y tradicionales; José Juan Sosa (Faro de Sardina, Gáldar), tiene «unas grandes dotes artísticas innatas» que le han llevado a la cuchillería; Felipe Ojeda (Teror), «muy conocido dentro y fuera de nuestra isla» y «transmitiendo conocimientos a todo aquel que se acerca hablar con él»; y Daylos Delgado (Telde), cuyos diseños surgen de bocetos a lápiz «para crear piezas con un gran sello personal».
La lista se completa con nombres como Juan Manuel Medina (Lomo Bristol, Telde), Alejandro Santana, Daniel Castro (La Laguna), Antonio Pérez (Teror), Manuel González y el palmero Manuel Villalba.
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