Desde la ciudad arzobispal … (LXIX)
El reverendo don Antonio María Collado Alonso
Llegó a Telde para ayudar, en el día a día, a una de las parroquias más amplias, territorialmente hablando, de la Diócesis, nos referimos a la de San Gregorio Taumaturgo de Los Llanos

Procesion de la imagen de San Gregorio Taumaturgo, en una foto de archivo. / La Provincia
Hay quien defiende que las casualidades históricas no existen, no así las causalidades. Cuando empezamos a investigar sobre la vida y obra del archiconocido Padre Collado, como popularmente se le conoce en nuestra comarca (Valsequillo-Telde), pero sobre todo en el pago teldense de Lomo Magullo y en los limítrofes de Tecén (Tesen), Arenales, Valle de los Nueve, La Breña-Cazadores…Todo nos llevó a definirlo como un ser especial, hay quien dice que tocado por la Divinidad, a través de su Ángel de la Guarda, en el que tanto creía. Su vida estaba avocada al servicio de Dios, su Iglesia y por ende al de todos los seres humanos.
Don Antonio María, nombre que le impusieron en la pila bautismal porque sus padres recordaban con cariño a aquel futuro Santo que misionó la Diócesis de Canarias, llamado Antonio María Claret, nació en la Calle de La Peregrina de Las Palmas de Gran Canaria el 12 de mayo de 1864, hijo de Antonio Collado y Rafaela Alonso, naturales de Tafira y Santa Brígida. Las primeras letras las recibió en una escuela muy cercana a su domicilio familiar. Desde el primer momento, se notó su amor por las costumbres de índole religioso: Rezar, leer Vidas Ejemplares de Santos, hacer altarcillos, asistir a las catequesis dominicales, ir a misa con frecuencia... Pero cuando se trataba de desarrollar los conocimientos propios de los Estudios Reglados, es decir, las cuatro reglas y lo más rudimentario de la ortografía, en ello se encallaba. Con mucho sacrificio por su parte, aprobó la entrada en el Seminario Conciliar de la Inmaculada Concepción de la capital grancanaria, centro de altos estudios teológicos de gran prestigio, dentro y fuera del Archipiélago, máxime cuando sus profesores habían sido renovados por el benemérito Obispo Buenaventura Codina y Augerolas (Hostalrich, Gerona, 3 de junio de 1785-Las Palmas de Gran Canaria, 18 de noviembre de 1857), atendiendo a los consejos de su amigo Antonio María Claret y Clará (Sallent de Llobregat, 23 de diciembre de 1807-Abadía de Fontfroide, 24 de octubre de 1870).
Parroquias de la Diócesis de Canarias
Después de superar, no sin ciertas dificultades, los estudios eclesiásticos, fue ordenado Presbítero en 1889. Un poco más tarde, a partir de 1890, desempeñó los cargos de Coadjutor en la Parroquia de Santa Brígida; Párroco de la de San Bartolomé de Lanzarote desde 1895; Capellán de la Ermita de Nuestra Señora de La Luz y la Parroquia de San Bernardo de Las Palmas de Gran Canaria, desde 1900; Coadjutor de las Parroquias de Santo Domingo de Guzmán de Tetir, desde 1900 a 1902 y, de San Ginés, Arrecife de 1905 a 1906; Párroco de San Nicolás de Bari en 1907, San Bartolomé de Lanzarote en 1924, Santa Lucía de Tirajana desde 1925 a 1926 y encargado de la Parroquia de Nuestra Señora del Buen Suceso del Carrizal de El Ingenio de 1933 al 1934. Siempre gozó del fervoroso cariño de todas sus feligresías, ya que su carácter bondadoso, su extrema caridad cristiana para los más desposeídos y su devoción extrema a la Santísima Virgen María, le granjeó gran número de seguidores. Sus sermones eran simples, llanos y tal vez por ello calaban tan bien entre sus extasiados oyentes. Su vocación misional la manifestó en su continuo ir y venir allí donde se le necesitaba, cumpliendo estrictamente las órdenes recibidas, desde el Obispado. Jamás se opuso a los deseos de su superior y con gran mansedumbre aceptaba los destinos, por muy alejados y carentes de toda comodidad, que pudieran ser.
Llegó a Telde para ayudar, en el día a día, a una de las parroquias más amplias, territorialmente hablando, de la Diócesis, nos referimos a la de San Gregorio Taumaturgo de Los Llanos. Ésta se extendía, desde las costas de Melenara-Gando hasta las cumbres de Cazadores. Muy pronto tomó a su cargo los barrios de medianías y montaña, que al principio hemos citado. Los serpenteantes caminos, entre riscales, piedras y barro, los hacía montado en un humilde burro. Tomando la meseta de Lomo Magullo como centro neurálgico de su actividad apostólica. Junto a los párrocos del Taumaturgo trabaja incansablemente por arraigar la Fe Católica en los pequeños pagos existentes en las lomas y barrancos teldenses. Y es aquí, en donde pone todo su empeño en fundamentar la devoción mariana, a través de la Imagen de Nuestra Señora de Las Nieves, tradicionalmente venerada en la ermita y después exconvento dominico de la Villa de Agüimes. Con verdadero fervor y febril celo a favor de La Madre de Dios, se cuentan por cientos los sermones dedicados a ella, llegando a componer una cancioncilla versada, que en su primera estrofa dice: Virgen de Las Nieves de Monte Magullo,/nuestros corazones siempre serán tuyos. En 1916 con toda suerte de pompa realizó una procesión peregrinada, desde Los Llanos de Gran Cregorio a Lomo Magullo, portando a hombros la Venerada Imagen de La Virgen de Las Nieves.
El venerado Padre Collado falleció en San José de la capital grancanaria el 12 e mayo de 1940, exactamente el mismo día de su cumpleaños. Sus restos mortales fueron trasladados a la parroquial de Lomo Magullo el 31 de julio de 1977 y allí reposan, entre el cariño de las gentes del lugar y de los muchos peregrinos, que hasta su tumba se acercan, convencidos de su santidad.
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