El Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria, purpurina como seña de identidad
El Cabildo distingue al Carnaval de Las Palmas con el Roque Nublo turístico por su capacidad para generar economía, potenciar el turismo y promocionar la capital

La gala Drag se ha convertido en tres décadas en el acto de mayor reclamo turístico del Carnaval. / José Carlos Guerra / Andrés Cruz
Murgas y comparsas, reinas y drags, lentejuelas y purpurina. El Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria se ha convertido en seña de identidad isleña tras prácticamente medio siglo celebrándose en las calles de la capital. Cada año, las carnestolendas son capaces de atraer a miles de personas en galas, concursos, mogollones y cabalgatas. Locales y turistas. Se trata de un evento que ha trascendido más allá de las fronteras del Archipiélago y que es capaz de generar cada año un retorno económico de 40 millones de euros. Todo ello le ha valido para que el Cabildo Insular lo distinga con el Roque Nublo en el ámbito turístico.
El Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria recibió en 2023 el distintivo de Fiesta de Interés Turístico Internacional. Todo un reconocimiento al trabajo de varios años por parte del Ayuntamiento capitalino y de la Sociedad de Promoción, entidad organizadora de la fiesta. Pero, la historia y trascendencia de las carnestolendas de la capital van mucho más allá. Habría que remontarse a 1976 -con una parada en 1998 para recordar la primera gala Drag Queen, evento transgresor que pondría en el mapa a la ciudad-.
Apenas dos meses después de la muerte del dictador, un grupo de vecinos de La Isleta decidió tomar la iniciativa. Ya era hora de que el Carnaval volviera a la calle después de 40 años prohibido y reducido al ostracismo y la clandestinidad de los hogares y de fiestas privadas. Y es que las carnestolendas de Las Palmas de Gran Canaria renacieron desde el pueblo y no desde las instituciones, de manera improvisada.
El personaje más influyente del Carnaval
Manolo García, presidente de las Fiestas de la Naval a mitad de los años 70, fue el artífice de la recuperación de los carnavales tras el franquismo. El periodista José Febles Felipe -recientemente fallecido- lo define en su libro Cuatro décadas de Carnaval como «el personaje más influyente y recordado de la historia reciente del Carnaval capitalino». Y es que su protagonismo «fue total desde inicios en 1976, dedicándose en cuerpo y alma hasta su pacto con el Ayuntamiento en 1983 para la creación de la Comisión Mixta».
Según Febles, «plantó cara al gobernador civil en 1976 para que autorizara el Carnaval». Tras obtener los permisos pertinentes, fueron los vecinos de La Isleta quienes organizaron una rueda de prensa para dar a conocer el programa de actos que habían diseñado para la primera semana de marzo del 76. Murgas, comparsas y una cabalgata que recorrió las calles del Puerto hasta el parque Santa Catalina -aún faltaban unos años para que se convirtiera en el epicentro de la fiesta-.

Carnaval en el Estadio Insular.jpg / La Provincia
«El Carnaval volvió a Las Palmas», titulaba LA PROVINCIA en su portada aquel 6 de marzo de 1976. «Lo hemos logrado, lo hemos logrado», gritaba eufórica una mascarita en el desfile de aquel día; varios miles de personas poblaron las calles. Además, ya aparecieron entonces algunos de los personajes más señeros, como es el caso del Charlot.
La austeridad de esos primeros años se fue supliendo con el tiempo. La comparsa Los Caribe y la murga Los Nietos de Kika abrieron el camino. Las murgas, especialmente, pronto cobraron protagonismo; de hecho, el concurso terminó realizándose primero en el terrero del López Socas y después en el Estadio Insular ante la cantidad de público que atraían.
Las galas de la Reina fueron ganando a su vez pompa y calidad. De los jardines del Castilllo de La Luz pasaron a la platea del Teatro Pérez Galdós. En 1980, por primera vez una televisión alemana filmaba imágenes del Carnaval de la capital grancanaria. Sería tras la edición de 1983 cuando el Ayuntamiento tomó las riendas -aún de la mano del Patronato formado por los vecinos de La Isleta- mediante una comisión mixta entre ambos. La fiesta cada vez necesitaba más presupuesto.
A comienzos de los 90 los mogollones del Carnaval ya desbordaban el Parque Blanco. Habría que esperar a 1995 para que se hiciera por primera vez en el parque Santa Catalina un gran escenario que acogiera las principales galas. Diseñado por Alberto Trujillo y ambientado en el cine de Hollywood -con una serie de estatuas de Oscars coronando la estructura-, fue todo un éxito.
La primera gala Drag Queen
Tan éxito como que ese formato y ubicación es el que se ha seguido hasta hoy -con la excepción de la edición de 2024, cuando de manera forzosa se tuvieron que hacer en una explanada del Puerto en Belén María-. Las murgas se fueron del Insular al parque en 1996 y, dos años más tarde, en 1998, tuvo lugar la primera gala Drag Queen. Nadie sabía muy bien cómo iba a salir el experimento. Pero el triunfo fue total. Sin lugar a dudas, el evento puso al Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria en el mapa a nivel internacional.
En muy poco tiempo logró que el público local y foráneo estuviera más que expectante cada año. Y es que cada vez que salen las entradas a la venta, estas se agotan en pocos minutos, además de tener miles de seguidores no solo en las Islas, sino a nivel internacional -Drag Vulcano, ganador en 2022, participó en las fiestas de Medellín meses después-. La gala, además, dio pie para traer en estos años a artistas de la talla de Gloria Gaynor, Grace Jones, Anastasia o los Village People.
Numerosos carnavales por todo el Archipiélago y también en la Península han replicado la fórmula drag, pero también la del Carnaval canino o la gala de la Integración. De hecho, el concurso de maquillaje corporal ha servido de catapulta para que la fiesta se vea representada en los mundiales de bodypainting a nivel internacional. Todo un curriculum que, pese a los escollos que se ha encontrado en los últimos años, vale para que los hoteles de la ciudad cuelguen cada año el cartel de completo los días que dura el Carnaval.
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