Evacuación de un inmueble por riesgo de derrumbe

Los desalojados en Vecindario entran en otro edificio del mismo propietario

Las familias acceden por decisión propia a un inmueble que el dueño tenía vacío y critican su «falta de empatía» al no ofrecerles alternativas.

Un edificio de Vecindario, en riesgo de derrumbe

La Provincia

Santa Lucía de Tirajana

Buena parte de las 45 personas desalojadas el pasado sábado de sus casas por riesgo de derrumbe del edificio de viviendas de alquiler en el que viven, situado en la Avenida de Canarias 454 de Vecindario, han accedido a otro inmueble que el mismo propietario tiene a apenas dos calles, en la vía Ríos, 66. Y no lo han hecho por invitación de su arrendador, sino que por decisión propia y todos unidos abrieron la puerta del portal y accedieron a las viviendas después de que el propietario, aseguran, no les diera una alternativa habitacional y les invitase a buscar ellos mismos una solución temporal en casas de amigos y familiares. «Hemos recibido ayuda de todo el mundo menos de los dueños», señala la mayoría de los vecinos, quienes critican el «abandono» y la «falta de empatía» por parte de la propiedad.

Una congregación religiosa auxilia a los vecinos afectados; el Ayuntamiento colabora con la alimentación

Cinco familias, en cambio, sí fueron reubicadas por la hija del dueño, señalan, en pequeños estudios de apenas 10 metros cuadrados habilitados en un garaje de un tercer edificio también ubicado en las inmediaciones. Otras pocas personas se alojan en casas de amigos y los vecinos de los edificios colindantes se hospedan en hoteles sufragados por sus aseguradoras. Ninguna de las 45 personas desalojadas solicitó ayuda habitacional a los Servicios Sociales, pero sí han recibido ayuda del Ayuntamiento y de la iglesia Maranata.

Afectados y voluntarios de Maranata, este domingo, en el garaje del edificio.

Afectados y voluntarios de Maranata, este domingo, en el garaje del edificio. / LP/DLP

Fue durante el desarrollo de unas obras sobre uno de los pilares del edificio en la planta sótano cuando se apreciaron daños estructurales y los técnicos municipales ordenaron el desalojo del inmueble afectado por riesgo de colapso inminente; la orden que también incluyó la evacuación de los dos edificios colindantes. Durante todo el fin de semana la zona ha estado acordonada y se ha establecido un perímetro de seguridad que ha afectado a casi una decena de negocios y mantiene cerrada al tráfico un tramo de la Avenida de Canaria, otro de la calle José Zorrilla y ha obligado a reubicar las paradas de guaguas en el entorno de las circunvalaciones alta y baja. Supuestamente, durante el día de hoy una empresa contratada por el propietario del edificio evaluará y apuntalará el inmueble; mientras, el Ayuntamiento de Santa Lucía de Tirajana investiga lo ocurrido y valorará qué hacer con la alteración del tráfico en la principal arteria del municipio. 

Después de más de 24 horas fuera de sus casas y sin apenas pertenencias más allá de la ropa que llevaban puesta y un teléfono móvil, los vecinos pasaron este domingo del shock y la incertidumbre inicial al enfado y la resignación por la falta de atención, denuncian, a la que les ha sometido el dueño del edificio en el que hasta el sábado a las 10.00 de la mañana vivían de alquiler.

«El propietario nos dejó tirados, no se esperaba que nos fuéramos a unir y nos hemos unido para defendernos»

Cinco familias están realojadas en pequeños estudios habilitados en el garaje de un edificio del mismo dueño. En pocos metros cuadrados tienen una cama, una nevera, una cocina y un baño; comparten termo y lavadora. «Son cuartos muy pequeños, con mucha humedad porque están sobre un aljibe», lamenta Joel Arjona, quien tiene una hija de apenas cuatro meses que no ha parado de toser como consecuencia de la humedad, «el dueño me lo ha resuelto, sí, pero no estoy en condiciones: ni tengo cuna, ni biberones ni pañales, he tenido que comprar algo y una chica nos ayudó». Igual que él se encuentra Yasnai Matos, una afectada que no tiene ni zapatos y que ha logrado la comprensión de su empresa para no ir a trabajar estos días; no así Marinés Aguilar, quien cuando se enteró de la situación se marchó del trabajo pese a la negativa de su empresa.

Solidaridad

En la calle paralela, el sábado por la tarde noche el resto de vecinos entró en un edificio de siete viviendas donde tienen luz y agua, pero no muebles. «Les dijimos que por favor nos abriera el edificio porque íbamos a dormir a la intemperie y nos dijeron que ese edificio no era de ellos y que lo habían vendido a un inmobiliaria, pero no lo creímos, así que entre todos, unidos, abrimos la puerta», señala Olga Reyes, «nos hubiéramos podido morir, que nuestra vida no ha importado». Allí varias familias compartes las siete viviendas.

Pese a haber accedido al edificio sin permiso, los inquilinos sostienen que no se sienten okupas. «Nosotros hemos pagado el alquilar de la casa donde estábamos, nos han desalojado y no nos han ayudado», relata Jaqueline Dávila, quien explica, como otros afectados, que por ahora no van a seguir pagando la renta hasta que no tengan una solución, «el propietario nos ha dado la espalda». «Nos dejó tirados en la calle, pero no se esperaba que nos fuésemos a unir y nos hemos unido todos para defendernos», prosigue, «ahora debemos tener mucho cuidado, ya no confiamos ni en el dueño ni en sus hijas; han intentado que asumamos una responsabilidad que no nos corresponde cuando fue él el causante del problema».

Edificio de la calle Ríos, 66, en el que se han instalado las personas afectadas.

Edificio de la calle Ríos, 66, en el que se han instalado las personas afectadas. / LP/DLP

Olga y Jaqueline forman parte de un amplio grupo de personas que ha entrado al edificio y que ayer hacían vida común en el garaje del inmueble, desde donde se está canalizando toda la ayuda ofrecida por el Ayuntamiento, por la Iglesia Maranata y por vecinos de Vecindario.

 Pedro Morales es el pastor de una congregación cuyos integrantes se pusieron manos a la obra para ayudar en cuanto se enteraron de la situación, donando colchones, ropa de cama y elaborando un rancho canario para alimentar a todos los afectados.

En conversaciones con el Ayuntamiento, Maranata ofreció su espacio para acoger a quien lo necesitase. «No fue nadie porque ya habían entrado al edificio, pero sabíamos que no estarían en condiciones y empezamos a traer todas las donaciones», explica el pastor. El sábado por la noche, en reunión con las autoridades municipales, acordaron que la organización, a través de su brazo social, la asociación Manos de Esperanza y Vida, atendería las necesidades de los afectados durante el día de este domingo y lunes: el Ayuntamiento facilita la alimentación y la iglesia cocina para estos vecinos. Este domingo por el garaje pasaron también el alcalde de Santa Lucía de Tirajana, Francisco García, varios de sus concejales y trabajadoras sociales municipales.

Tracking Pixel Contents