Juan Alberto, del terrero al tatami: un policía con medallas
Policía nacional de profesión, luchador de lucha canaria por herencia familiar y campeón de jiu jitsu brasileño por pasión
Juan Alberto Rodríguez del Toro patrulla las calles de Maspalonas desde 2021 y es además ganador de cuatro medallas, tres de oro y una de plata, en el último Campeonato de España de Jiu Jitsu de la AEJJB

Juan Alberto Rodríguez muestra las medallas que consiguió en el campeonato nacional / José Carlos Guerra
Apenas estaba aprendiendo a caminar cuando heredó de su tío y de sus hermanos mayores la pasión por la lucha canaria, un deporte que siendo un niño de tan solo cinco años comenzó a practicar en el terrero de lucha de su Ingenio natal, en la isla de Gran Canaria.
Creció, opositó y su trabajo como policía nacional lo llevó durante 10 años a Cataluña, donde lejos de la lucha descubrió una nueva disciplina: el Jiu Jitsu brasileño. Hoy, Juan Alberto Rodríguez del Toro, miembro de la Unidad de los Rayos de la Brigada Local de Seguridad Ciudadana de la Comisaría de Maspalomas, es triunfador en el Campeonato de España de Jiu jitsu de la AEJJB, celebrado en Guadalajara en febrero, donde ha cosechado cuatro medallas, tres de oro y una de plata. «Este deporte es mi burbuja de felicidad, y eso es importante para la salud mental, y además es un entrenamiento que me hace sentir más seguro en mi profesión», señala.
Desde pequeño
Desde muy niño su familia lo lanzó a los terreros, donde durante años ha perfeccionado técnicas como el puente y el traspiés, que puso en práctica hasta los 23 años, cuando Juan Alberto aprobó la oposición para acceder al Cuerpo Nacional de Policía y se marchó destinado a Barcelona. Conseguirlo le costó sudores porque estudiaba la oposición después de salir de trabajar en la construcción y antes de irse a entrenar al terrero de lucha, pero lo logró.

Juan Alberto Rodríguez junto al jef superior de la Policía en Canarias, Jesús María Gómez Martín / La Provincia
Su marcha a la ciudad condal lo alejó de la lucha canaria que había practicado toda su vida. ¿Y qué hizo sin un terrero? Lo cambió por un tatami y probó artes marciales como el MMA y la lucha libre olímpica, hasta que un profesor del gimnasio donde entrenaba ofreció impartir Jiu Jitsu. «Ahí lo descubrí y me encantó una disciplina que hasta entonces no conocía», relata, «realmente era el deporte más parecido a la lucha canaria que podía encontrar, aunque no solo consiste en derribar al oponente, sino también en lograr las finalizaciones con llaves y estrangulamientos».
Amplio palmarés
El deportista practica esta disciplina desde hace siete años y llegó a ganar el oro en campeonatos autonómicos en Cataluña con cinturón azul, hasta que en 2019 logró ser destinado en la comisaría de Maspalomas y regresó a Gran Canaria, donde ha continuado con este deporte en el Tatami211 junto al profesor Darío Ojeda Nilsen. Además, ha conseguido combinarlo con la lucha canaria y actualmente entrena en el Club Ramón Jiménez de Guía junto al entrenador Juan Coruñam VII DAN de Judo. Eso sí, advierte diferencias entre ambos deportes: en la lucha necesita peso y el Jiu Jitsu necesita bajarlo, y además la lucha le ha ayudado en su habilidad para derribar al oponente en el arte marcial.
Hace unos meses, JuanAlberto, que ya es cinturón morado -el tercero de los cinco niveles del Jiu Jitsu- decidió entrenar más duramente para combatir, por primera vez, en un campeonato nacional y el pasado 16 de febrero, en Guadalajara, se hizo con cuatro galardones: medalla de oro en Jiu Jitsu peso 88 kilos, medalla de plata en Jiu Jitsu peso absoluto, medalla de oro en grappling peso 85 kilos y medalla de oro en grappling peso absoluto. «Es una satisfacción», señala, «aunque para mi lo más importante es no ponerme objetivos, no ir a combatir con aires de campeón, sino con humildad y hacerlo lo mejor posible, que los resultados vienen después».
Técnicas preferidas
Y tiene técnicas favoritas, como al del triángulo, una posición de estrangulación en la que coloca sus piernas sobre el cuello y el brazo del otro combatiente, lo que fuerza su sometimiento. Todas estos ejercicios han aportado a este agente policial una mayor seguridad en el desarrollo de su profesión. «A veces me encuentro con personas bajo los efectos de sustancias o con problemas mentales y saber artes marciales me hace sentirme seguro para abordar la situación de la mejor manera posible», señala. Eso sí, advierte, es un arte para la defensa, nunca para el ataque. «Te da confianza y seguridad, y a nivel psicológico te enseña a caerte y levantarte de nuevo, te hace comprender que no eres mejorni peor que nadie, te controla el ego», añade.
Labor policial
En su faceta policial, tras formarse en la academia de la Policía Nacional en Ávila, Juan Alberto hizo sus prácticas en la comisaría de Puerto del Rosario y después se marchó diez años destinado en Barcelona, donde primero trabajó en un Centro de Internamiento para Extranjeros (CIE) y formó parte del Grupo 1 de la Unidad Central de Redes de Inmigración y Falsedades Documentales de Barcelona -liderado por el Inspector Jefe Pedro Santos Martínez Orviz- en el que realizó seguimiento y vigilancia de organizaciones criminales dedicadas a la trata de personas. Así, participó en operaciones que permitieron desvelar que una madre firmó un contrato de compraventa con una banda de proxenetas, a la que entregó a sus hijas gemelas de 16 años a cambio de un piso y un coche de lujo u otro en el que fue rescatada una mujer con un 60% de discapacidad que estaba siendo explotada sexualmente. Durante su etapa, estuvo vinculado a operaciones que se saldaron con la liberación de una veintena de personas.
En su regreso a Gran Canaria, el agente fue destinado en la comisaría de Maspalomas, primero en Extranjería y luego como miembro de los Rayos, la unidad de seguridad ciudadana que patrulla las calles en moto y realiza prevención en las playas, paseos marítimos, grandes eventos y en la incautación de drogas. «Las calles de Maspalomas son seguras, somos 400 agentes», concluye.
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